SE NOS OLVIDA AMAR COMO SE NOS OLVIDA MORIR
Los versos más sublimes que se inspiran en el pecho enamorado,
son como las lanzas de heridas del pasado,
que hechas a pulso en ese trasegar armónico del tiempo,
van como garfios depositando quebrantos indelebles
en el vacío inconmovible de los años.
Tu mirada se quedó como una ráfaga de luz en el pasado,
Contemplo con tu mirada los yertos visajes del destino,
que en zancadas de vuelos de destierro han promulgado.
Y ahora la caricia que echa humo en las tabernas he vaciado,
carcome mi dolor y busco verte en la faena de la vida
que como en tinieblas de figuras inmortales se han trocado.
No me basta con sentir tu ausencia en el pernoctar del sueño despistado,
me basta con saber que ahora como un ave vuelo ligero al paso del halcón.
Que las miradas de fuego son en realidad un parpadear,
que se consuman en el sueño de la vida y de la muerte.
Que el amor no es más que una ilusión,
que como novela de cervantes hila tramas
de locura, olvido, muerte y esperanza entera.
¿Qué pudiera yo hacer por recobrar las ansias de volver a verte?
¿De sentirte encapsulada como en otros tiempos en mi alma yerta?
Saber que para amar nacimos y que el olvido no tiene repertorio
en el drama que, como el amor, encierra los sueños de la vida y de la muerte.
Que la existencia enamorada es igual a un idílico romance
de la expectante narrativa de las fugaces y vagabundas
escolapias de lecciones vanas.
Penas vagabundas que a expensas de amor venden momentos,
y circundan espacios de la tierra sembrando frutos sin semilla,
de donde se avizoran otros tiempos, otras melodías, otras palabras
sin esperar más que los olvidos vanos,
donde se pueda por fin desde la misma poesía,
de donde emergen las palabras
la callada retórica de muchos versos,
que proclamen en nombre de antiguos amores,
que amar es lo mismo que amar en
la momentánea idea que del amor se tiene.
En ese momento fugaz e inmarcesible
cuyo cultivo pletórico de algún que otro recuerdo,
deje atrás las definiciones, los actos y gravámenes de
vastas y profundas representaciones idílicas de amores,
que se han consumado tras el drama inmortal
que como un juego del lenguaje representa
las escenas de la vida y de la muerte.
Rubén Darío Ramírez
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