I
Jornaleros cantan libertad,
verde-amarillenta ilusión
que rosa la blanca luz del desierto
y el mar con su cielo azul espera,
el ruido de unos corazones sedientos.
II
Rojo vino que se derrama en las copas,
rebalsan en su mistura un amor negro.
Amor propio- amor cautivo,
que no se aclara con agua bendita
en un papel blanco sin sentimientos.
III
Marrón bajo las uñas de violacéos cuerpos,
dejan en las olas un sabor a yodo.
De naranja y blanco eran sus pantalones.
IV
El continente quieto muere en su silencio.
Ríos de murmuraciones ¡El niño esta vivo!
Pinta con su pincel clemente la risa loca.
Hablan los libros de su historia.
V
Ellos habían creído,
mirando tras el vidrio una aurora de acuarelas.
VI
¡Corten! Clamaron las tijeras.
Con el devenir del tiempo habrá una Europa editada.
Miles de barcos sobre las orillas hablando de los destierros.
Lapsus linguae
Por hurguetear en los rincones
donde habita el olvido voluntario
caíste en la trampa,
trayendo ancestrales remembranzas.
¡Pobre poeta! Se le escapo la paloma.
Voló a otro cielo
donde luciérnagas del verano
pintaron desnudo al inconsciente.
¿Fue la cálida arena de la cala romántica?
¿…o tal vez, un – te quiero- abarrotado en el alma?
Somos experiencias guardadas.
…Nada particular, nada singular…
Todo converge, lapsus linguae. Vida y polvo.
Un día sin querer vomitas actos fallidos,
y desprevenido coges la guadaña,
recortando en los maizales las espigas,
y en el trigo, las cañas.
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