Soledad
La soledad es la bailarina del cabaret del pueblo,
muestra su inmunda figura,
se ríe de las ardientes sonrisas
de los parroquianos hastiados
de la noche y su fría figura.
Todos sucumben ante la dama negra,
Soledad la llaman y ella baila con rostros y manos.
Soledad, quédate y deja de reír,
cánsate de tu propia tibieza,
acuéstate fría en mi cama,
abraza lo más pesado de nuestra hora.
Amiga, hermana, devoras mis días,
tu hambre, tu deleite,
es mi manto de luz.
Amiga, suelta mi mano,
ya me has dado un camino,
me has hecho mi propia figura.
Soledad, infinita vanguardia,
de los días y los nombres,
de los años, de los gemidos,
de los muchos y de áquellos.
La bailarina sigue a paso firme
baila y baila riendo, gozando,
los parroquianos absortos la ven envuelta,
es belleza, es calma, es la más fea y es hermosa,
no tiene inocencia y no canta
dispara besos, caricias, baila desnuda.
En la noche todos la visitan,
ella bebe de todos los vasos,
toma de todos los vinos
y besa todas las bocas;
se enamora cada noche de alguno,
Soledad sonríe y esclaviza.
Soledad, bésame y vuélvete etérea,
Soledad ¡qué noches me has dado!
Mi Culpa
Cómo digo la mentira verdadera
mientras oculto la mirada en muda agonía.
cómo escucho sin decirlo
cómo callo ante tantos sonidos.
En la oscura noche
como ninguna otra noche
me mentiste, porque todo era mentira.
Tú y yo en la danza de la vida
tú dentro de la mentira que yo he sido.
Yo en ti como una verdad a medias.
Tocar, tocar, tocar, un murmullo,
tocar, tocar, tocar, un gemido,
un placer de culpa gozosa,
tu camino a mi vertiente,
la noche y el vino
y todos en silencio
y todos callando,
un murmullo sordo.
Omitimos algunos momentos,
y en la sórdida culpa,
ahí en tu futil caída,
habrá una mano que dirá;
no vuelvas a tocarme,
la boca besa falsamente,
y tú, escurridizo penetras,
quebrando los cristales de mi soledad,
y ya no es falsa y quema y desgasta.
Déjame saber si en mí existe
alguna verdad inocente
y si no la hay que venga otro
y que apague tu fuego,
porque al pasar el tiempo,
ya no seré la deseada,
tu cariño.
Seré culpa, seré dolor,
no habrá festín
y entre dormidos sentidos
cerraré los ojos.
Mujer Mujer Mujer
Hay una mujer que silenciosa golpea su mesa,
y todas las mesas de todas las casas,
de las oficinas oscuras.
Hay una mujer que cae en una cama
abre sus brazos, su mente, sus piernas, su río, su conciencia.
Hay una mujer que grita silenciosa,
que llora y muerde el vacío.
Hay una mujer que ama al hijo, a su hijos,
que ama con dolor, con pureza manchada de calvario.
Hay una mujer que sueña,
sueña que no es una mujer,
sueña y odia su destino gris, aciago, instrumental.
En esta mujer crece la semilla de mi abuela,
de esa madre que parió todos los hijos del mundo,
esa mujer que nunca terminó la escuela,
que aguantó de pie todos los días el golpe,
con su alma ya quebrada y mutilada.
Hay una mujer esta noche amando, odiando, sintiendo, pensando.
Hay un mujer que murmulla palabras de miseria
y no sabe que es eso que viene y que atropella,
que oprime y que la hace golpear,
llorando, muy silenciosa su mesa,
cuando por fin todos duermen
y ella queda exangüe en el silencio.
Hay una mujer, un cuerpo, una individua.
Hay una mujer, su coraje, sus formas sinuosas,
su sexi e ingenuo y tonto deseo.
Hay una mujer mariposa,
cambia, florece, vuela.
todas somos esa mujer,
y en tu corazón tu lucha es válida,
válida tu elección,
tu libertad, tu conciencia libre,
tu grito atado a millones de gritos.
Hay una mujer, toma su mano, sal con ella,
grita con ella, cae con ella, odia con ella.
hay una mujer, eres tú y somos todas.
hay una mujer, hay carne para la mesa,
para servir al Estado, al patrón, al pololo,
al marido, al amante, al hijo y al padre.
En tu alma mujer danzan todos tus atávicos nudos.
Desátalos y sal a la calle, grita conmigo
y deja de ser la carne en la mesa de otros.
Sal a la calle y grita, mujer, mujer, mujer.
Nuestra Noche
Hay un silencio
lo siento poderoso en los oídos,
lo siento poderoso en mis ojos,
en mis manos, en mis piernas,
subiendo por mis brazos,
comprimiendo mi alma.
Un camino, una dicha,
la noche, tu saliva,
tu mano, la mía,
tu roce en mis piernas.
El río de placer,
la mancha en mi cuello,
mis albos montes
y su flor de maravilla
que enciendes tan soberbio.
Tu sonrisa, tu vida en mi vida,
un cerrojo abierto,
una noche muy oscura,
una lengua que lame,
que penetra, que aparta,
que daña, que quema, que miente.
Siento un silencio,
me trae todos los días,
la vida que he tenido
y la vida que has vivido.
Siento un silencio,
un vacío poderoso,
lo completo, lo lleno con culpa
y me callo en mi silencio
y vivo y sueño
y escucho el eco de un pasado
¿Escuchas mi silencio?
Viene atado a tu conciencia.
Nadie
Eres nadie,
nadie se mete en mis sesos,
nadie viene de día,
nadie sale corriendo,
nadie dice pequeñas mentiras,
nadie me besa al salir
y después se queda en silencio;
el silencio da la pauta.
Dices de política,
dices de fútbol y ríes.
Te engañas y me engañas,
infinito de espirales cadentes
y caigo y caes
revuelves el mar,
revuelves nuestro universo
y mi beso se pierde en el vacío.
Tu amor
es el amor de nadie
y en la noche
nadie es todo
y eres noche
y nadie me abraza,
me toma fuerte,
lame lento mis deseos
eres nadie y desapareces.
Búho
Justo antes de cerrar los ojos
cuando mis dientes aprietan mis deseos,
justo cuando tú ya no hablas
ni tu eco existe,
viene el búho.
¿No lo sientes?
Anoche dijo tu nombre vibrante.
Dijo
a
mor
a
mor
amor.
En un manto de hierba
envolví la primavera,
la oculté de toda mano,
la esclavicé.
Culpa
Espasmos de miel,
gota de karma,
la falacia ineludible,
la mentira exquisita,
de tu boca en mi boca,
de tu sexo en mi sexo,
de la hora falsa de tu llegada.
Ven,
ven hoy,
no digas que mañana serás extraño,
y mi mesa se apartará de tu sombra
y no serviré gentil este calvario,
dulce y aciago de sentidos.
La noche me arrebata
hasta la calma,
La noche exprime mi experiencia
y no eres tú
son todos
y todos danzan en torno a mí.
Mañana, cuando te mire,
el silencio acabará ocultando,
nuestra egoísta ceremonia.
Y ya no seré tu carne,
la dulce manzana.
Ya no seré la amante,
seré doncella.
Me sentaré soberana,
en soberbia infinita
reiré casi con el mundo.
Y tú vencido,
vengarás quizás mañana,
mi falsa y peregrina sombra
qué ávida de delirio
no reirá y se rendirá
a la daga que nos depara
una noche más de culpa.
Son tus Cabellos Enredos Eternos
Me abrigué de tus hojas
y de la luz de tus labios.
Mujer qué fácil es perderse en ti.
Primero en tu noche,
después en tu cama
y me deshago y te deshago,
me ahogo, te dejo fluir,
y me inundas,
como luz, como gota, como rocío.
Y caes y decantas,
ante mi luz te evaporas
y mis sesos se despiertan
y eres oscura
y me cubres y me abrigas.
Eres noche mujer
y en mi noche
es tu noche más oscura.
Eres noche mujer
y te palpo con tus estrellas y tus lunas
y me hundo y me pierdo.
Cuando ya no te escuche
y tu voz no sea recuerdo,
sino memoria.
Cuando ya no seas
ni siquiera la imagen
impalpable y transitoria,
mujer, pensaré en ti,
diré las palabras que nunca dije,
los sonidos que nunca hice
y te amaré porque quizás
alguna vez te amé.
Tu historia no es mi historia
y mi historia no es tu historia
y la ceniza de la que fue tu casa
de la que fue mi cama,
voló con el viento.
Mujer no eres nada
y en mi nada lo eres todo;
brisa, manantial, oasis.
Me extravié, me perdí en ti
en tu cabello rizado,
tu color de miel,
en tus ojos tan oscuros
de loba, de gata, de leona.
Mujer, te dije adiós tres veces,
pero tú lo pediste.
Te dije adiós tres veces
y cobarde
nunca lo quise decir yo.
En mi último beso,
en mi última noche
ya era tuyo y tú eras mía.
Y mi casa no era mi casa
y tu casa era mi casa.
Mujer, en mi espejo
me falta tu cabello,
tu sonrisa, tu palabra.
Y me miro y me veo desierto,
mustio, silencioso.
No llegamos a nada
y lo dimos todo
fuimos etéreos
y seremos eternos.
Mujer, ayer dejé tu casa
y hoy vuelvo a ser
un triste peón de mi realidad.
Me ato, me entierro,
socavo mis razones,
me muerdo,
aprieto fuerte el puño
y firme te olvido,
te dejo.
La Nación Desamparada
La nación desamparada
nunca pide permiso,
nunca le estremece una palabra,
nunca llora ante la matemática,
aunque la matemática sea para llorar.
La nación desamparada,
grita, interrumpe,
se come a sí misma,
se vende, se compra,
se destruye, se rearma.
La nación desamparada aulla
en una sala de clases,
apaga su conciencia,
«baja el moño»,
estruja su alma.
La nación desamparada
nunca dice lo que piensa
porque en sus pensamientos
no hay palabras,
hay gritos, hay piedras,
hay golpes, hay pobreza.
La nación desamparada,
baila reggaetton, se aprieta
se soba, se toca,
se consuela.
La nación desamparada,
busca desesperada
que alguien los rescate,
los conmueva, los acoja,
los transforme, los reviva,
los despierte.
La nación desamparada
no tiene más luchas
que su propia lucha diaria.
La nación desamparada
no sabe de utopías,
no piensa en hegemonías,
ni habla de ideología.
En la nación desampara
habita cada uno de los hijos
de la nación desamparada anterior.
La nación desamparada,
no sabe quien elige por ella o él.
La nación desamparada se calla
o ríe sin explicación,
mira la televisón,
los anuncios,
los diarios, las revistas.
Flota con facebook,
venera a instagram.
Se conmueve con la imagen
y la imagen es vacua.
La nación desamparada
ya no tiene palabras,
tiene gemidos, tiene aullidos.
La nación desamparada
es despreciada cada día,
cada noche.
Se acuesta en su pobreza, en su miseria,
se levanta y asiste como obrero
de la cadena fordiana,
asiste a la escuela,
se sienta frente a un pupitre
mira un pizarrón blanco
e intenta decodificar
los extraños sonidos.
Se niega a leer los libros muertos
que yacen en sus estantes
y los estantes lloran
cuando ven entrar a la nación desamparada.
Esta nación desamparada
no sabe clamar por justicia,
no sabe decir ni hacer,
ni siquiera puede mentir.
La nación desamparada
ni siquiera piensa en su triunfo.
La nación desamparada,
necesita desesperarnos,
seamos verso, esperanza, libro,
seamos niño, joven, hermano, hermana.
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