Todo se concentró en la Comisaría del Pueblo Paso del Borracho rodeada por sus familias chacareras.
Eramos cuatro amigos y habíamos arrancado temprano desde Montevideo hacia Melo. Haciendo dedo nos dividimos. Los tiempos se precipitaban hacia la Dictadura y un amable conductor tuvo el corazón de recogernos en su desvencijada cachila.
Era el Juez de Paso del Borracho y viajábamos escuchándolo divagar a gusto cuando algo más lejos, en el norte del País, los Tupamaros, asaltaban la más grande Agropecuaria, muy cercana a nuestro destino.
Llegamos quebrando el silencio de una tarde soleada de siesta. Luego de discutir el rumbo nos fuimos a nadar al río. El calor mareaba.
En el Pueblo, la radio local gritaba lo del asalto.
Carmencita, joven oriunda del Paso lo había escuchado y sentada a orillas del Río nos vio e imaginó lo peor
Mientras, el Sub-comisario al mando debido al viaje del jefe, estaba inquieto y decidió patrullar los contornos del pueblo. Nada notó y se fue para el bar.
Carmencita, desconfiada, corrió a la Comisaria. El milico que estaba escuchó sus sospechas y juntos encontraron al Sub- comisario afilando su quinto o sexto trago de la tarde. Nos creyeron los Tupas que allí, «jugando a chapotear» en realidad planeábamos el siguiente asalto, secuestro e incluso asesinato.
Y entonces pasó, que al salir del río, la milicia local nos dio la bienvenida a punta de metralla. En dos celdas contiguas pasamos nuestros siguientes días.
El Sub- comisario, emocionado y borrachísmo ya empezaba actuar con el peso de las condecoraciones futuras.
El Juez venía cada tarde e intentaba aclararlo sin resultados. Su divisa política contraria al autoritarismo creciente ya no era escuchada.
Sucedió, que la radio otra vez trajo noticias norteñas y volvió a impactar en nuestra situación. Era costumbre que la gente del pago se enviara mensajes para avisarse recados olvidados y estos mensajes atravesaban los pueblos. Esos días un mensaje se repetía: » Dos jóvenes que viajan a dedo hacia Melo están desaparecidos «. Nos buscaban y el pueblo respondió.
Carmencita, arrepentida y culposa, traía cartas de apoyo y nos regalaba con frutos y confidencias en papel manteca. Las doñas cocinaban tortas de naranjas y frutillas. Los niños espiaban por las ventanas. El Pueblo expectante latía.
El Sub- comisario no daría marcha atrás. Toda una semana pasó en la que con Miguel inventamos el alfabeto de golpecitos pared a pared.
Sobre el fin de esa semana llegó el Comisario. Un tipo cuerdo que tampoco pudo detener la maquinaria. Un Telegrama sería la respuesta a nuestra libertad que llegaría tras recorrer el País ida y vuelta, lentamente, con nuestros antecedentes.
Finalmente abrieron nuestras celdas. El Telegrama había llegado. Frente al silencio ebrio y resentido del Sub- comisario y la vergüenza del Jefe, un asado en fogón popular fue la disculpa de la gente.
Nos fuimos como llegamos, a media tarde quebrando silencios.
KM 26. PUEBLO PASO DEL BORRACHO ACTUALMENTE LLAMADO » VILLA ANSINA». DEPARTAMENTO DE TACUAREMBÓ / URUGUAY
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