Maria, la vecina del tercero, ha visto entrar al vecino del quinto, ese chico soltero que, observado por todos, diferente, introvertido, no sabe de la vida de nadie; tiene una mirada que da miedo, su saludo es cortante y no da lugar a una conversacion; su vida es un misterio; nunca sabe si la del primero ha fregado el rellano, si el matrimonio del séptimo se ha divorciado, si el ascensor se ha averiado, si los del segundo no pagan las cuotas de comunidad, o si el del ático gana un dineral cada mes; ¿de dónde lo sacará?, esto no es normal, ¿acaso trafica con drogas?; así es mi vecindad ; tod@s participamos con nuestra forma de ser, de actuar, de prosperar, de colaborar, de pensar, de hablar, con nuestro lenguaje no verbal, nuestras opiniones, con nuestra presencia; somos una gran familia, con nuestras diferencias y nuestras cosas en común, como cualquier familia
En mi barrio, los dias laborables, tod@s van y vienen por el parque, la plazoleta, atravesando la calzada, por la acera central de la avenida principal…., son las madres con sus hijos, los abuelos con sus nietos, los estudiantes con sus mochilas, los obreros con sus bocatas, los maestros con sus carpetas, los médicos con sus maletines, mujeres con carritos de la compra, abogados, comerciales, ancianos, oficinistas……; se cruzan unos con otros, viven, comparten emociones y estrés
Una mujer camina por la gran avenida, triste pero, la cabeza erguida, abrigo de visón, zapatos muy caros, de punta fina y tacón alto; parece que deambula pues, su mirada está algo ausente, aunque directa; sin embargo le sobra incertidumbre y le falta seguridad aunque, lo disimula muy bien con su aspecto de despotismo; se siente sola, su marido es un hombre adinerado que, únicamente, se ocupa de sus negocios y se olvida de su mujer aunque, eso sí, a ella no le falta de nada. Se cruza con dos jóvenes que llevan, orgullosos, a su bebé en un carrito. La adolescente, de trece años, lleva una mochila con libros, calcetines altos, falda de cuadros por encima de las rodillas, camisa blanca, cuyo cuello y puños asoman por encima de un jersey azul marino; no le gusta el nstituto, porque le aburre estudiar pero, sus padres le obligan.
Los domingos, todo es distinto, hay poco movimiento, las transeuntes se muestran fr@s e indiferentes, no se saludan, son desconocid@s , no hay conexion entre ell@s , no tienen prisa, se dejaron las emociones en casa y salen a pasear, a relajarse, a no pensar, caminan despacio, miran los escaparates, compran el periódico, desayunan en una cafetería, se encuentran con un amig@ y se sientan a hablar, tranquilamente, de sus cosas, de lo que acontece en sus vidas.
Él vive en su centro de trabajo, es el portero de una finca del Paseo de Gracia barcelonense; ve cómo corre la gente, cómo habla o cómo se relaja; su vida transcurre como testigo de la vida ajena.
FIN
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