Asesino

Me llamo Juanma y tengo 35 años.

Mi mujer me pone los cuernos.

La muy puta.

Veinte años con ella y ahora se folla al verdulero.

La conocí con 17 años. Ella tenía 15. Era preciosa.

Piel morena, cabell largo y negros, ojos oscuros…

Me enamoré.

Pocas semanas después, me la follé en el parque.

Ya era mía para siempre.

Ahora cree que puede hacerlo con el verdulero.

Eso no se hace.

Eso no se me hace.

Es mía.

Cree que puede abandonarme?

Estoy en el bar de mi calle, tomando cervezas. Es la quinta ya. Y qué? Soy el Juanma y hago lo que quiero.

Me la follé cuando tenía 15 años. Es mía y lo sabe.

Ayer vi como se besaba con el verdulero. Se tocaban las manos y se miraban a los ojos.

La mataré.

Hoy.

Ahora.

A menudo le pego. Se lo merece por no hacerme feliz.

Follarse al verdulero no tiene perdón.

La tengo que matar.

Tengo el cuchillo a punto.

Será hoy.

Será ahora.

La veo venir subiendo la calle. Lleva un abrigo grueso y un vestido que le deja ver media pierna.

Viene sonriendo. Conmigo no sonríe nunca.

Quizá se la ha estado chupando al verdulero.

Ya està delante del bar. Salgo a la calle. No me ha visto todavía.

Me siente, se mira y me ve.

Sus ojos gritan en silencio.

Sabe que va a morir.

El cuchillo se clava en su cuello y brota sangre, Mucha sangre.

Cae al suelo.

La calle está llena de gente que grita, pero yo no oigo nada.

El cuchillo se me resbala y cae sobre los adoquines negros y húmedos de la calle estrecha y oscura.

Mi espalda se deja caer sobre la pared y baja hasta quedar sentado en los adoquines negros.

Hay un gran charco de sangre.

Los adoquines hacen de guía a la sangre, que corre pendiente abajo.

La calle se ha convertido en un río. Un río de dolor y de sangre. De gritos y muerte.

La calle es injusta.

La calle es el espejo de la realidad.