Paseo por la plaza y hoy la encuentro más sola, más triste; esta vacía igual que yo me siento, como si todo el esfuerzo que empleamos los grupos de vecinos por luchar contra la crisis se desvaneciera como pompa de jabón.Sin embargo me parece oír en el aire un susurro de suplica, un lamento, que hace pensar en un esfuerzo inconcluso,una tarea que hay que reanudar sino queremos perder la dignidad de ser dueños de nuestro propio destino.Un destino de un pueblo con más justicia social y capaz de mirar el futuro de nosotros y nuestros hijos con esperanza.
Recuerdo esos días en que tomamos la plaza, si frente el ayuntamiento, debatiendo la manera de organizarnos y dar a conocer nuestra indignación;se debatía sobre el modelo económico tanto municipal como estatal y educativo.Como trabajar a favor de los que estaban en riesgo de pobreza o de exclusión social. Aún esta en mi memoria como allí mismo, montábamos caballetes y hacíamos las pancartas donde se podía leer una sola palabra del todo elocuente y reveladora, junto con una mano plasmada:»INDIGNADOS». y como partíamos con ellas por las calles del pueblo para despertar a la gente para que se uniera y fuese protagonista junto con nosotros de trabajar por un futuro mejor, más solidario, más justo; en definitiva transformar la sociedad, desde los pueblos más pequeños a los más grandes.
Hoy la semilla está plantada,pero la plaza, mi plaza, esta vacía. Puedo sentir su llanto, su clamor, nos insta a que la volvamos a ocupar, no quiere perder su nueva identidad, la que le hemos otorgado con nuestra presencia con nuestra ilusión y nuestra lucha.Se sabe vacía, libre de contenido que le daba nuestra presencia en ella; quiere que la volvamos a llenar,quiere seguir siendo testigo de los cambios que están por venir,está dispuesta a seguir cobijarnos y alentarnos en una ilusión renovada.
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