Fui concebida donde la noche ahoga al día entre rugidos que transforman la tierra y la hacen invisible.
Tras ocho meses, diecisiete días, nueve horas, y un minuto de tormenta. La vida me hizo partícipe de su aliento en una ciudad pantanosa del sur, donde fui criada por el mar y un sol que no da vacaciones.
Mi piel agarró la fuerza de papá, el olor de mamá y la suavidad de la arena.
Mis ojos se (con)fundieron cálidos en color y glaciales en miradas.
Mis manos heredaron el frío de la mar y mi pecho el calor del sol.
Crecí con los quejidos del muelle, la brisa entre mi pelo y las olas en la cintura.
Papá me regaló los días y mamá me inundó las noches que hoy tanto anhelo.
Mis raíces, cortadas en vuestra orilla, me piden que vuelva a casa porque aquí no existen mareas, el sol duerme y el horizonte no queda claro.
Porque es allí, a las afueras de Ninguna Parte, donde la noche ahoga al día entre rugidos que transforman, acarician y me hacen invisible.
Fin
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