La nieta estaba intentando mantenerse en pie. La sujetaban por debajo de los brazos. Los pies explorando un equilibrio, la cara muy concentrada. Tanta concentración que de repente oímos un pedo que bien podría haber sido de su padre. Todos reímos mientras June ponía cara de pura sorpresa. ¿He sido yo? Una sorpresa tan grande, que solo cabe en un niño muy pequeño.
La abuela se levantó y, de entre todo el desorden de un cajón, sacó una foto. Una foto sepia que, de puro descolorida, más que observarla había que imaginársela.
-Mira Itzi, mi madre, la bisa de June.
-¿Cómo es que nunca había visto esa foto?
-Las cosas de estos armarios aparecen y desaparecen a su voluntad.
En la foto aparecía una niña con las cejas en alto y la boca formando una “o”. Una sorpresa tan pura, solo puede expresarla un alma inocente.
-Me contaba mi padre- empezó a relatar la abuela- que en aquellos años las fotos acababan de llegar a Alsasua. Por fiestas de la Virgen de Erkuden venía un fotógrafo, y la gente que tenía unos cuartos en el bolsillo hacía cola para sacarse un retrato. Mi padre me contó que la bisa de June debía de estar muy nerviosa. Tendría unos cuatro años. Y cuando el fotógrafo se metió debajo de la capa negra del armatoste, ella puso la cara de sorpresa que estáis viendo ahora. O eso me contaron.
-¿Un fotógrafo iba de pueblo en pueblo para hacer retratos?
-Por entonces, quienes no tenían unas cuantas fotos decorando sus casas parecían paletos. Tu abuelo tenía una de un coche colgada en el salón. Estaba muy orgulloso de ella. Se hizo amigo del fotógrafo. Le enseñaba las que había hecho en otras partes. Al parecer, el fotógrafo ése, era un hombre de mundo; había estado en Madrid. Y tu abuelo vio por primera vez un coche en esa foto. Se debía sentir todo un cosmopolita con algo tan estrafalario colgado de la pared.
Entre historias de fiestas y gente endomingada June se durmió. Para cuando le entró el hambre, ya sabíamos cómo se conocieron los abuelos de Alsasua. El sol se estaba poniendo. Sería la primera vez que escuchábamos con atención esas historias, que tantas veces nos habían intentado contar.
FIN
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