así como si viajara

así como si viajara

Sebastian Ceroni

15/05/2014

En el suelo hay cinco fotografías. En el suelo hay cinco fotografías mías que me miran. “Mías”, pero yo no las tome. “Mías”, pero yo no estaba presente. “Mías”: cada una tiene un pedazo de mí… y así, sin más, siento la facilidad de entrar.

1965 Quillagua, Norte de Chile.

1979 Pedro de Valdivia, Norte de Chile. "Jóvenes enamorados"

1981 Ruinas de Oficinas Vergara, Norte de Chile.

1983 Playa Loncura, Litoral central de Chile.

1987 Visita del papa, Santiago de Chile.

La mujer que nunca sonríe, la que se preocupa por sus hijos más que de ella y sus necesidades, está riendo; lo está observando. Él en la falda de su tía, volteando la cara, evitando, sin saber, a la cámara. Quizá el sol le incomoda la visión, quizá simplemente está distraído con su hermano… quizá está ahogado con el calor inhumano. 

Y de pronto  él escucha lo que yo puedo escuchar: “Recuerda todo lo bonito nuestro con esta foto”… Él niño ya no está, ya no hay nadie. Sólo estoy mirando a una feliz pareja. Deciden de qué lado tomarse la foto. Alguien se dispone a sacarla, no le veo la cara. Se abrazan, sonríen, y el momento esta capturado, la fotografía está en blanco. Espero a que se revele, pero inevitablemente, ya no sigo ahí. 

¿Cuatro mujeres, de dónde salieron? ¿Por qué están aquí? Se acaban de levantar, son las diez y tanto, pero hoy no deben trabajar. Aunque cuando lleguen a su casa igualmente deberán preparar el almuerzo, bañar a los niños, lavar la ropa. Y de nuevo la cámara detiene otro momento… no se preparan, no alzan la cabeza, no eligen su mejor perfil.

Simplemente no lo esperan.

Y ese maravilloso acto suele suceder en las fotografías. Y lo recuerdo. Y los recuerdo. Ahí están, la mujer que nunca sonríe y el padre de uno de los enamorados. Ambos tendieron una carpa y ahora se preparan para almorzar. Ella quiere ir a ayudarlo, él sostiene en su mano izquierda un plato para servirle caldo a su mujer. 

¿Qué pasó? Mucha gente y mucho ruido interrumpieron la tranquilidad de la playa. Ella no está, él tiene un par de canas más. En el aire se siente la esperanza, la felicidad. Aunque los rostros no lo expresan, yo sé que es verdad. No todos los días el Papa los visita. No todos los días tanta gente se une con una fe en común. ¡Cómo me gusta estar aquí, sonrían para la foto! Aunque de todos modos, así como está, está perfecta. Cada uno en lo suyo: el tata tomando a su nieto, las hermanas quieren fumar. Qué lindo que los refleje tal cual como están. 

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