Recuerdo de aquella época los guantes raídos, el frío helador, el hambre que atenazaba mi estómago. Pasaba mis días deambulando por la calle, buscando sin buscar, con ese caminar inconsciente que tienen las almas perdidas. Pero lo que más recuerdo es la furia por todo lo que había perdido.

Junto a mi socio había conseguido hacer realidad mi empresa. Pero cometí un error, dejé de prestar atención a esos pequeños detalles que, si tienes olfato y buena cabeza, te hacen ver que algo no cuadra. Cuando me di cuenta del fraude que mi compañero estaba realizando, apenas pasaron unos días hasta que nos embargaron todo. Me quedé sin nada, hasta sin pareja.

Mis padres en otro país, el peso de la humillación y el fracaso a mi espalda. Intenté buscar trabajo, pedir ayuda a mis amigos, pero en muchas ocasiones era la calle la que me acogía en sus brazos y yo me dejaba acunar por ella. Fue en uno de esos paseos cuando la vi.

descarga_(1).jpg

Acostumbraba a mirar hacia cada ventana, en mi caminar errante, buscando absorber la felicidad que a mí la vida me había negado. Descubría familias de todo tipo, casas llenas de alborotadores niños, abuelitas que se mecían adormiladas, parejas que acunaban embobadas a su bebé. 

DSC_0003.JPG

Y en medio de todas ellas, la mujer de la triste mirada. Me fijé en ella porque parecía absorta en sus pensamientos, sin apenas darse cuenta de lo que acontecía a su alrededor. Pero como si de un destello fugaz se tratara, sus ojos se posaron en los míos y mi realidad se descolgó. No apartó la mirada, a pesar de mi aspecto mísero, fui yo el que salí corriendo. Pero al día siguiente volví, y al siguiente, así un mes entero. Las miradas pasaron a ser sonrisas, y las sonrisas a saludos vagos con la mano que se me antojaban tan lejanos que me encogían de forma dolorosa el corazón. Un día estaba sentada en el peldaño de su puerta. Me acerqué con paso inseguro, encontrándome su cálida sonrisa.

—¿Paseamos juntos un ratito? —me pidió mientras alargaba su delicada mano hacia mí.

Tardé unos segundos en reaccionar, pero como no podía ser de otra manera, tiré suavemente de sus dedos, ayudándola a levantarse. Recorrimos kilómetros de la mano, intercambiamos más miradas, caricias y tiernos besos. Y todo ese amor fue convirtiéndome, destrozando la desesperanza, haciéndome un ser lleno de vida e ilusión.

 descarga22.jpg

Hoy, desde la ventana de mi estudio, esa que tantas veces fue el escenario de mi ahora preciosa mujer, observo como mis pequeños juegan en el césped, se caen al suelo de la risa y ruedan con su adorada madre. La dueña de mi corazón, la diosa de mi esperanza. Luego, cuando la noche se adueñe del mundo, me tiraré a la cama con ellos, reiremos, contaremos historias fantásticas y soñaremos; dejaré que la felicidad me meza en su dulce vaivén marcado por la melodía más bonita, que es la conjunción de nuestras respiraciones entrelazadas.

 images_(6).jpg

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus