Es 24 de Diciembre, y como todas las noche buenas nos hemos juntado la maraña de seres gritones que componen mi familia, desde hace 20 años yo formo parte de ellos. Mi padre tiene 5 hermanos y eso me convierte en una de los 11 primos que componen la tercera generación.

Pero lo relevante no es eso, lo que hace que este año sea diferente es que una de mis primas, Sofía, lleva ya varios meses en Estados Unidos. Sus padres creyeron que el inglés era una de esas cosas que marcarán su futuro así que embarcó hacia el nuevo continente.

Este año hemos conseguido coincidir todos, ya que ninguno se ha ido con sus familias políticas, todos, menos mi prima Sofía.  Por suerte las tecnologías ha avanzado tanto que ya hemos quedado para hablar con ella por Skype después de cenar.

El magnifico pollo de tamaño descomunal adorna la mesa como colofón de una interminable sucesión de langostinos, jamón, ensaladas y todas esas magnificas exquisiteces que solo se juntan cuando se alienan los astros o es navidad. Pasamos las horas entre risas, vino ( para los mayores de edad) y puestas al día. En un momento dado mi tía nos informa de que en uno de sus ataque de limpieza ha encontrado una botella de ron de Guatemala, y no por que ella haya ido nunca allí, si no porque se la regalaron en su boda y ahí seguía, intacta y brillante. Mi tía se casó hace 25 años lo que provoca una sonrisa cómplice en mi cara y en la de mi prima, las dos doctas en el tema de las bebidas espirituosas, que hemos entendido que es un ron añejo y por tanto de gran calidad.

Mientras mi prima y yo admiramos la botella y divagamos sobre su sabor alguien saca el ordenador de mi abuelo de donde estuviera y grita -vamos a llamar a Sofía- así que todos acudimos raudos al encuentro con la pantalla. Después de unos cuantos tonos vemos aparecer la cara de mi prima en la pantalla y todos como buenos españoles nos abalanzamos gritando y pegando la cara lo más posible para que se nos oiga por el micrófono del ordenador.

-¿Cómo estás- -Qué tal por allí?- -¿Ya eres la más popular del instituto?-  son algunas de las que consigo entender ya que muchas de ellas se entrelazan por nuestra incapacidad de respetarnos para hablar. Entonces mi prima se abre paso con la botella y grita -Sofía, tenemos ron-  y mientras todos reímos, se acercan por detrás de Sofía sus “padres” americanos que nos saludan con la mano muy educados.

No fue hasta después cuando nos enteramos de que nuestra llamada había tenido lugar a las 6 pm. americanas lo que llevo a la siguiente pregunta -¿Sofía en tu familia tienen un problema con el alcohol?-  

Pero no, mi familia es así, alegre y emocional.

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FIN

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