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       Miro esta fotografía y veo siete vidas en suspenso, pero en realidad son más. Falta la primera hermana, malograda antes de nacer. Falta el sexto hermano, el que acabaría muerto por sobredosis en una celda de Alcalá Meco. Faltan los abuelos ―los vivos y los muertos―, los primos, los tíos. Y sí, ¿por qué no?, los amigos, los vecinos… Falta mucha gente, falta todo el mundo. El mundo de entonces. Pero sobre todo faltan el destino y el tiempo. Los mismos que aclararon los cabellos de mis padres, arrugaron sus pieles y los llevaron a la incapacidad, a la demencia, a la decrepitud y a la muerte. Ambos zarandearon a la familia por vicisitudes impensables en aquel entonces: divorcios, accidentes de tráfico, depresiones, cáncer… También hubo alegrías, por supuesto: matrimonios, hijos, fraternidad, negocios prósperos, viajes, chalets, coches de lujo… ¡Pero todo tan distinto de como esperábamos! La vida es así.

       Resulta curioso, pero antes de empezar a escribir estas líneas, al elegir el número de fuente y el tipo de letra, lo he visto claro. Podía haber escogido entre muchas clases diferentes, pero esto era lo menos transcendente, lo que iba a escribir ya estaba más o menos decidido; de hecho, podría volver a cambiarlas al final y el significado sería el mismo. Así veo esta fotografía y todas las fotografías. Pura circunstancia de la letra con la que reescribimos las vidas de siempre. Diferentes unas de otras, las letras y las vidas, pero todas cuentan, básicamente, lo mismo. Por eso prefiero quedarme en lo circunstancial e inmediato, en lo anímico. Y me gustaría tener memoria para revivir los momentos anteriores y posteriores a esta foto. Andar por mi ciudad de entonces y reconstruir los edificios derruidos, volver a ver los coches obsoletos, los vestidos pasados de moda, volver a ver y a sentir las cosas de aquel día, a comer la misma comida. Repetir los juegos de aquella tarde, ir a la escuela, ver coser a mi madre, arrebujarme en su regazo… ¿Dónde estarán esa chaqueta y ese collar barato? ¿Qué fue de ellos? ¿Quién hizo esa permanente? No, no quiero evocar vidas, quisiera volver a ser la fuente de aquel momento, volver a lo anecdótico que es lo realmente vivo. Me gusta y me frustra retornar al ayer con esta fotografía, con esta porción de tiempo, recorte del pasado, instante perpetuado. ¿Qué pensaría yo en aquel momento preciso en que el flash se disparó? Todas las vidas se parecen más de lo que queremos creer. Yo prefiero quedarme con esos semblantes, con esas miradas en las que todo está por definir, tras las que se esconden inquietudes, sueños y esperanzas; porque todo está por hacer. Todo se proyecta en un porvenir que se ha de frustrar por fuerza, porque la letra siempre resulta pequeña para expresar. No se trata de hacer. Se trata de ser con plenitud y eso solo es posible con el deseo y en el instante. Como esta anécdota congelada en el tiempo.

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