SI ESTOY A GUSTO EN ESTA FAMILIA, ¿PARA QUÉ VOY A CAMBIAR?

SI ESTOY A GUSTO EN ESTA FAMILIA, ¿PARA QUÉ VOY A CAMBIAR?

María Pontón

12/05/2014

Mi abuelo era un hombre tranquilo, de gustos sencillos y un poco testarudo. Aprendió a leer y escribir lo justo, en unas clases nocturnas para hijos de campesinos. Aunque leía a diario el periódico, le creaba mucha confusión ya que cortaba las frases al final de cada línea, sin tener en cuenta puntos ni comas, ni cualquier otro signo de puntuación.

Un día el periódico publicó este anuncio:

   “Se necesita muchacha. Inútil

   presentarse sin referencias.”

– Cagonrros, ¿para qué la querrán? – soltó malhumorado con el periódico en la mano.

– ¿A quién, Xico? – dijo mi abuela.

– “Se necesita muchacha inútil” pone el periódico y lo rematan diciendo “presentarse sin referencias”.

Xico conoció a Rosa en la romería de la Paz y pronto empezó a visitarla en su casa.

Le impresionó conocer al padre de Rosa, un hombre enorme y con fama de buen carpintero y gran bebedor a partes iguales.

Xico Pontón era de familia católica, conservadora y medio analfabeta, mientras que Ángel Balmori era ateo, anarquista y bastante culto para su época y profesión. A pesar de estas diferencias o quién sabe, quizás por las mismas, se creó entre ellos una relación de respeto y admiración mutuas que fue creciendo a lo largo de los meses.

La buena acogida de Xico en la familia de Rosa hizo que su relación se afianzase y no pasó mucho tiempo antes de que Xico pidiera formalmente a Ángel la mano de su hija. La fatalidad quiso que, semanas después de cerrado el compromiso, Rosa enfermara de tuberculosis. Tres meses más tarde Rosa moría dejando consternados a los dos hombres que más la querían. Lejos de distanciarlos, esta terrible experiencia los unió más y Xico seguía visitando de manera asidua a Ángel en su casa. Se sentaban bajo el corredor y charlaban durante horas hasta bien entrada la noche.

Los meses fueron pasando y Xico empezó a mirar con otros ojos a Fernandina, la hermana pequeña de Rosa, tan fina y delgada como ella, pero más tímida y apocada. “Cagonrros” – pensaba Xico – “si estoy a gusto en esta familia, ¿para qué voy a cambiar?”.

Fernandina y Xico se casaron en 1928 y siguieron juntos hasta el final de sus días. La terrible Guerra Civil que vivió nuestro país y según la cual ambos deberían haber sido enemigos acérrimos no consiguió hacer mella en su matrimonio. Tuvieron siete hijos, el último de ellos mi madre.

– Fin –

pedida_abuelos_positivizada.jpg

Foto de la pedida de mano de mi abuela. De dcha. a izda.: Fernandina Balmori Amieva (mi abuela), Estanislada Amieva Campo (mi bisabuela), Xico Pontón Sánchez (mi abuelo) y Ángel Balmori Balmori (mi bisabuelo), 1924.

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