Es invierno en "Obor"

Es invierno en «Obor», un barrio obrero del Bucarest comunista. Corre el año 1987. Estamos a tan sólo dos años de la revolución y a un año de volver a ver a nuestra madre y conocer la vida del otro lado. La famosa «vida en libertad» de la que todo el mundo habla y que está de donde mamá envía paquetes con dulces muy buenos y de sabores exóticos. Como por ejemplo los chicles que compartimos cuando estamos juntos los tres: papá, Marina y yo. Es decir, cuando vamos a visitar a mi hermana Marina en Obor, donde vive con «tataie» y «mamaie» -los padres de papá-, en la escalera C del conjunto de bloques grises que a mí siempre me dan miedo. Cuando visitamos a Marina vamos al parque, comemos chicles y nos sacamos fotos. El problema es que si tienes chicles, todos los otros niños de la escalera C del conjunto de bloques grises también quieren comer chicle y salir en la foto. Además, nunca sabes quien es quien. Por la ropa que nos tenemos que poner en contra del frío, todos los niños nos parecemos mucho en invierno (aunque la verdad es que en verano también nos parecemos por el uniforme naranja y azul que tenemos que llevar por causa de Ceausescu).

En Obor en invierno hace mucho frío y hay que guardarse las manos dentro de los bolsillos del abrigo. Creo que hace más frío que en «Romana», en el centro donde vivo con mi padre y los padres de mamá.

Yo sí me acuerdo de mi madre y por esto me preparo para el gran viaje que un día tendrá lugar. Siempre llevo mi bolso conmigo. Dentro tengo todo lo necesario, es decir, los pasaportes que hice con fotografías nuestras: uno para mi madre y uno para mí. Para Marina no tengo porque es demasiado pequeña para tener uno y mi padre seguramente conseguirá el suyo muy pronto. Entonces es cuando nos iremos de «Obor» y de «Romana» y de Bucarest. Pero nunca se habla de cuando nos iremos. En general está prohibido hablar con la gente sobre nuestro viaje. Está claro que es un secreto. Es nuestro secreto familiar y sólo mis padres y nosotras sabemos de ello porque como dice mi padre: «Nosotros somos una familia y sólo como familia vamos a poder salir de ésta». Falta poco, yo lo sé.