La muerte del salmón

La muerte del salmón

Camilo Pombo

27/04/2014

Por más que insistía la gente en coronarla con unos sesenta años, la abuelita Visita no contaba con más de cuarenta y cinco. Dicen que antes se envejecía más pronto, no les voy a quitar parte de razón. Yo más bien creo que el hecho de que mi abuelo le sacara más de veinte años, algo había tenido que ver.

Tras quedarse viudo a los cuarenta y tantos, Macario le había echado el ojo a una amiga de su hija (ambas menores de edad, por cierto). Tras el ojo fue la mano, y tras la mano la alianza. Los años se arrastraron hacia el futuro, y con su pesado paso se desplegó la descendencia de Macario y mi abuelita.

Decían los vecinos que desde que mi abuelo contrajo sus segundas nupcias y tuviera su primer hijo siete meses después, se había anclado en el tiempo y rejuvenecía año tras año.

Fin

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