Recuerdo los agradables aromas que caracterizan los veranos de mi querida Argentina, el olor a campo ,cereal y maquinaria en plena cosecha , el entusiasmo de celebrar Navidad y año nuevo con toda la familia y con los abuelos , los verdaderos pilares de una gran familia formada por inmigrantes italianos.La foto familiar, las maquinarias en plena faena ,los festejos con mis once tíos y dos tías, más sus esposas y esposos, mis primos; todos reunidos por ese amor tan característico de las tradicionales familias italianas y que para los abuelos eran la base de todo.
Nosotros éramos siete , mi padre el menor de los once hermanos, mi madre, tres hermanos y dos hermanas. El día veintitrés comenzábamos los preparativos para ir a la estancia «Don Atanasio» ,el nombre de mi abuelo. El veinticuatro, cuando el sol se estaba poniendo, salíamos para recorrer las siete leguas que había de la ciudad al campo . Por las ventanillas abiertas del coche entraba ese aire cálido del verano pero a la vez más fresco del atardecer,con el entorno de un paisaje de colores dorados por los trigales y el verde suave y aromático de los eucaliptos que poco a poco se transformaban en siluetas negras pintadas por el crepúsculo. Entrada la noche y con sólo las luces del coche se podía ver entre los montes las luciérnagas revoloteando y esperándonos a nosotros para entrar en el frasquito de vidrio y servirnos de luz de noche . Ya cruzando el guarda-ganado se anunciaba que entrábamos en la estancia, a lo lejos pero ya muy próximo se veían las luces del casco , venían los perros a recibirnos con sus ladridos y festejos . En la oscuridad las estrellas casi podían tocar nuestras cabezas. Antes de la entrada ya se podía ver y oler la gran rueda de asadores clavados en tierra y con la pira de leña asándolos , con el infaltable control de los experimentados peones.Lo que nos demandaba más tiempo al llegar era saludar a toda la familia, besos de aquí y besos de allá . Luego íbamos a ver el abeto gigante, dentro del también gigante living comedor , lleno en su base de regalos, incluso puestos sobre dos o tres carretillas de esas típicas de campo; las mesas largas con todo puesto , la cubertería y vajilla para la ocasión ,y la mesa de entrantes frios, pavo , pollo , ensaladas, lechón , matambritos y otras exquisiteses , una característica que mostraba a través de la abundancia , la escaceses que habían sufrido antes de emigrar .
Después de la cena, el brindis y los regalos a las doce de la noche, venía lo mejor cuando empezaban todos a tocar y cantar música, tanto de Argentina como de Italia ,donde entre guitarras, acordión , piano , bombo , armónica y cualquier objeto que sirviera para hacer ritmo, empezábamos a bailar toda la noche.
Recuerdos de una familia de raíz Italiana y felices hijos de inmigrantes.
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