La sorpresa de un pionero.

La sorpresa de un pionero.

Eriberto Devetter

20/04/2014

Anécdota  verídica,  le

 Sucedió  a Remigio  René  Ghyselink un inmigrante de

Origen  belga  que llego a Villaguay provincia de Entre  Ríos  Rep.  Argentina con los colonos pioneros en el año 1.882

 

 

A su llegada le adjudicaron un lote de tierra de  l6 hectáreas  al Nor-Este del pequeño pueblo el que tendría unos 1.000 habitantes,  y  a  unos 10 kilómetros del mismo, muy seca del arroyo Villaguay  para su actividad como colono  En ese tiempo él vivía solo, construyo su casa  a unos cincuenta metros de una calle o sendero que corría de Sur a Norte, alrededor de ella plantó árboles de paraísos  que con el  tiempo,  en el verano  le proporcionaban  una frondosa sombra  y  mas al fondo un gran viñedo y muchos  frutales.

    Una calurosa siesta en el mes de enero lo despertó el bullicio de chicos en su patio, desde la ventana de su dormitorio que tenía rejas observó azorado a una docena de gitanitos  que capiroteaban agua metidos en el bebedero de los animales. Otros junto a sus madres comían frutas de sus árboles. ¿Qué había pasado? Una caravana de tres o cuatro carretas con gitanos se había detenido en la callejuela  desde donde invadieron su casa en busca de agua y sombra.

    Salió con prontitud, había gitanos por todas partes, las gitanas  le pedían la mano para adivinarle la suerte, lo marearon con charlas y trucos, otras se metieron en su dormitorio, trató de sacarlas de su pieza,  cuando lo logro  se dio cuenta que  lo habían dejado solo en su  habitación cerrándole la puerta con llave, por afuera. Así quedó encerrado sin poder salir, los gitanos se hicieron dueños de todo, le robaron hasta la última fruta madura  y también el vino y miel que tenía embotellado en el depósito.

    El gritaba y maldecía aferrado a los barrotes de la reja, como estaba solo nadie le hacía caso. Los gitanos después del festín y de refrescarse continuaron  su camino.

    El sol ya se ocultaba cuando pasó por la callejuela  un paisano al trotecito en su caballo que al oír sus gritos se acercó y fue él quien lo pudo liberar de  su encierro.

    Indudablemente los gitanos habrán recordado por mucho tiempo aquel pantagruélico festín. Pero también es indudable que hoy, después de ciento treinta  años, evocamos aquella escena con todo el pintoresquismo del ejido villaguayense de entonces, más la desesperada angustia de don Remigio desde una ventana de su pieza

Esta historia fue narrada por la señora María Argento Ghyselink de Ferreira y la señora Berta Ghyselinck de Nuñez

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foto contemporanea a la historia de Remigio Ghyselink y lugar aledaño a su propiedad

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