Llegó sobre las tres de la madrugada, y sin interrumpir el sueño de los que cohabitaban en la vivienda, revoloteó por todo el salón, hasta sentarse junto a la mesa; con la mínima pretensión de apoyar el antebrazo. Dom tenía la mala costumbre de perderse en los antros de la ciudad, cuando necesitaba pensar profundamente en algo que le inquietaba. Sab, su hermana menor, cuando esto ocurría, lo esperaba despierta y a veces toda la noche, pues quería saber de él y de todo aquello que había descubierto.
Ahora le presentía, sabía que había llegado. Se levantó y a oscuras, siguiendo los rastros de los muros que le conducían a él, se sentó en su proximidad y abrazándole las piernas, le preguntó:
– Dime Dom, ¿qué has visto?
La cogió suavemente por los hombros y con vehemencia la contestó que no eran horas para que estuviera despierta y que debería volver a su dormitorio.
– ¡Pero Dom!, yo quiero saber más cosas.
– Imagínate por un momento que estás sola. Tus padres no existen, tampoco vecinos ni transeúntes. ¿Qué harías?.
Sab no supo que contestar, pero se acurrucó todo lo que pudo, cerca de su hermano y le miró ansiosa.
– Pero ¿qué hay ahí fuera Dom?
– Nada, una oscura soledad.
La iluminación de las calles es ínfima y si te dispones a la distancia precisa entre dos farolas, la oscuridad es monstruosa y no aprecias ni a ver tus manos.
Solo cuando te acercas a un cartel publicitario. Este emana unos colores que reviven en tu ropa y se entrelazan formando un bello arcoíris. Si te aproximas más, pareces poderoso y con una fuerza inusual, que te permite tomar decisiones que afloran como fuente fresca y que van dirigidas a tu ser.
Si algún día sales por la noche, hazte amigo del vigilante de la fábrica de enfrente. Conoce todos los entresijos de sus dominios. Cables que se dirigen en todos los sentidos y otros que se entrelazan. Motores y cubas repletas de pintura. Railes, vagonetas y poleas capaces de levantar un elefante. Las luces están toda la noche encendidas y si hay alguna zona turbia hace uso de su linterna.
Pero si quieres saber historias de terror, acércate al viejo de la esquina, por la noche aparece, y se transforma, con sus barbas en remolino, en astuto solitario.
Sab estaba dormida apoyando la cabeza en las rodillas de Dom, y este con una delicadeza excesiva, la llevó a su dormitorio y acostó dulcemente en la cama.
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