Papá

Así lo recuerdo: alto, erguido, fuerte, varonil, seguro de sí mismo.

Esa mañana yo aún estaba en la cama, abrazaba mi oso de peluche con el que dormía todas las noches, (llevaba conmigo cuatro años, fue traído directamente de Dinamarca de uno de sus viajes de negocios) oí ruido en la cocina y rápidamente corrí hasta esta, ahí estaba él, bebiendo un café muy cargado en una pequeña taza, como lo hacía todas las mañanas. Hoy era diferente, apenas el reloj marcaba las cinco, pero, hoy era un día especial, escalaría una de las montañas más altas de la región, si lo lograba quedaría como un récord, nadie había sido capaz de hacerlo. Estaba emocionado, al verme me tomó en sus brazos y me elevó por los aires, no sin reprenderme por mi mala costumbre de andar por la vida descalza. En sus brazos me sentía segura, podía ver el mundo entero desde las alturas, nada me daba miedo.

Me sentó sobre la mesa y él hizo lo propio en una silla, quedo justo frente a mí, su rostro y el mío, uno mirando  al otro. Mis manos fueron directamente a su barbilla, áspera a pesar de haberla rasurado, lo acaricié, él era todo mi mundo, no quiero decir que no amara a mamá, pero mi padre representaba toda la fortaleza del mundo junta.

Emocionado con esa voz ronca que le caracterizaba me prometió que al estar en la cima, clavaría un banderín con mi nombre y que de esa manera, a partir de ese momento el lugar sería conocido como “La montaña Beatriz”. De un salto baje de la mesa y comencé a brincar, la alegría me embargaba.

Se puso de pie, era la hora de marchar, lo besé, le di la bendición y le hice prometer que por la noche por más tarde que fuera, iría a mi cama a contarme su triunfo, él estuvo de acuerdo. Me acompañó a la cama y me arropó. Se despidió con un beso en la frente.

Nunca regresó, la montaña se lo tragó, pero su compañero de aventuras me dijo que en la cima, había quedado un banderín con mi nombre.

Así me gusta pensar que se fue, aunque sea una mentira que me he contado a través de los últimos 40 años. Sí se fue, pero lo hizo una tarde en la que simplemente tomó el coche y se desbarrancó en la carretera.  

Fin