Me daba cuenta de que el día comenzaba porque el aroma del fuego me avisaba que mi abuela estaba en la cocina y nos preparaba el desayuno, las voces suaves comenzaban a despertar pero la de ella es la que mas me gustaba, yo sabia que en unos instantes el pan hecho con sus manos caliente me esperaba en la mesa. Amaba tanto esos días que nunca pensé que se acabarían; la reina madre como le decíamos le gustaba tenernos a todos a su alrededor, hijos, nietos y eramos muchos. Pero siempre había comida para todos, nunca fuimos una familia con dinero pero aveces eso no importaba, la mesa siempre estaba llena de comida en abundancia y no me explico como.
Mi abuela era una italiana que tenia unos ojos azules que me hubieran gustado heredar pero los rasgos criollos de mi abuelo fueron mas fuertes, mi tez morena me lo decía, me contento con saber que me parecía a ella porque me gustaba mucho bailar.
. Las reuniones familiares eran una fiesta en especial los domingos todos ibamos a su casa que tenia en su patio una árbol de algarrobo gigante el cual nos servia de protección del ardiente sol santiagueño.
La música era el don que acunaba la familia, todos sabían ejecutar un instrumento o cantar, y en cada fiesta siempre hacíamos lo mismo, mientras los grandes se deleitaban con las canciones tradicionales de mi tierra los niños veíamos que travesura podíamos hacer. Tangos, chacareras, vals , etc me sabia todas las letras y aunque no las entendía eran poesía para mi..
Todo era alegría, risas un remedio que nos hacían olvidar las penurias que al día siguiente nos tocarían vivir. Pero es cruel el destino y la ley de la vida hizo que poco a poco esa ronda de personas fuera disminuyendo y las lagrimas acuparon el lugar de las risas.
Sabia que mi abuela ya no estaba , esos ojos azules yo no me mirarían y cada vez que vuelvo a su casa el paso del tiempo me muestra que no queda nada de aquellos tiempos, el árbol gigante tiene sus ramas secas y pesadas, su casa un aroma a vació.
Solo nos queda la herencia que nos dejaron y que aun hoy nos ayuda a soportar nuestras tristezas. La pobreza nos abraza pero la música es el remedio para nuestras almas, Los aromas ya no están, se perdieron en el tiempo, solo los sonidos nos acompañan. Nuestro circulo es pequeño ahora la mayoría de esas personas ya no están y los que estamos ya perdimos la juventud y la niñez. En cada reunión familiar los recordamos y por un momento los traemos a nuestro lado y escuchamos sus voces y decimos la misma frase » algún día volveremos a reunirnos para que juntos escuchemos los mismos sonidos, nos invadan los viejos aromas y los recuerdos se vuelvan realidad. Se que así sera.
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