Mi única maleta está lista. Llena de ropas, vacía de afectos. Hoy no queda lugar para la nostalgia. En la almohada, la mancha del lápiz de labios es la única huella que dejó Alina; rescatada casi por accidente, sobre la superficie de la funda. Amanece. Me gusta ver la salida del sol. Como todo cobra vida en las calles, mientras la ciudad apaga las luces que la protegieron durante la noche.
Alina se marcha. El desconsuelo de la partida, está a la vuelta de sus obligaciones. Su casa y su familia la esperan. Su madre, aliada involuntaria, quedó cuidando a los niños; mientras ella le dijo que pasaría la noche en casa de una vieja amiga y su marido estaba en viaje de negocios.
Elegí nuestra relación sin pensar ni medir las consecuencias. Cuesta soñar más de lo permitido. Es sencillo vestirse y marchar, como si nada hubiese pasado; regresando la próxima vez, cuando el tiempo y las ganas te lo concedan. Días y noches turbulentas desde hace cinco años. Y yo, el amante presente, cuando lo necesitas, roedor de las sobras, asistente al banquete de tu cuerpo, silencioso, desapercibido y para ti, indispensable. No puedo ni quiero continuar. No hay victimarios ni victimas en este juego a escondidas.
Todos nos damos, de vez en cuando, a cambio de un poco de amor, afecto y porque no, de dinero. La corrupción pasa por una caricia, una mirada, un millón de necesidades insatisfechas. ¿Cómo son mis días, me pregunto? Veo estos años, construidos sobre los cimientos de mis dudas, inciertos, desolados. Me han hecho feliz, pero también me hicieron daño.
Entonces Alina, llamarás la semana próxima o quizás mañana. Me tendrás al tanto con mensajes de texto, con claves, las nuestras. Contestaré esos mensajes, desde el piso en el que vivo y que me ayudas a pagar. Me pondré el perfume que te agrada, que te seduce y haremos el amor, como si el mundo cayera a pedazos y la felicidad de nuestros encuentros pudiera superarlo todo, incluso la muerte.
Mi maleta está lista. No habrá más citas ni encuentros. Dejo el piso, para que otro me sustituya.
Todo ha terminado. Relación frágil, como yo, que se apaga ante la menor tormenta. Hoy te envié un mail a tu correo electrónico, explicándote mi decisión. A pesar de todo extrañaré tus caricias.
Pero eres la mujer de mi hermano y supimos desde el principio que lo nuestro sería una aventura. Tu prima Edith, que está distanciada del marido, pero viviendo bajo el mismo techo, nos descubrió besándonos la semana pasada. Siempre me agradó. Y convinimos en ser amantes. Me mudo al piso que ella consiguió por medio de la inmobiliaria donde trabaja y que pagaremos a medias.
Por eso, esta es una despedida, solo hasta el domingo.
Cuando todos nos reuniremos como siempre, en lo de mis padres, para disfrutarlo en familia.
Fin
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