Clip! sonó el disparador de mi cámara fotográfica , a los pocos segundos se aclaraba la imagen de la fotografía. Que maravilla de invento,dotado de la magia que ningún otro artefacto posee. Allí sin esconder nada , quedaron grabados los rostros que me acompañaron durante muchos años, atrapados cada uno en su propia esencia. De pie a la derecha Andrew mi hermano mayor, dominante y protector al mismo tiempo; a la izquierda Johan , más que mi hermano, mi confidente y en el centro con su sonrisa chueca el pequeño Joseph alegre y divertido; sentados en la misma postura de todas las fotografías, papá y mamá.
El momento de partir se acercaba, los abrazos y los besos se volvían repetitivos y yo sin saber que decir. – Loypa no dejes de rezar- me dijo mamá ,controlando el tono de su voz para esconder su tristeza ; aparentaba ser fuerte sin darse cuenta de que sus ojos la descubrían ahora frágil, ahora pequeña. Papá en cambio orgulloso en todo momento , su princesa, como solía llamarme , había ganado una beca para estudiar en Norteamérica, al país de los sueños.
Abordé con nostalgia…el viaje se hizo eterno. Mirando por la ventana las nubes de algodón y luego el inmenso mar, empezaron a mezclarse las emociones ¿ Es lo que quería? ¿ valía la pena dejar todo lo que más amaba? ¿Lo seguro por lo incierto?, cerré los ojos por una largo rato para no cuestionarme. De repente la risa de una pequeña me devolvió de mis pensamientos, gire la cabeza hacia el pasillo buscándola; jugando entre los brazos de su padre estaba una princesa de rizos dorados y unas cuantas pecas en la nariz. Sonreí al verla al tiempo que extraía de mi chaqueta la fotografía, la repasé con el dedo una y otra vez para sentirlos a cada uno de ellos. Las dudas se desvanecieron, el sueño americano valía la sonrisa de Joseph, la mirada de mamá …el orgullo de papá.
FIN
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