El sabor amargo de la medicina que me debía tomar para proceder a un largo sueño programado de tres meses, se había quedado pegado en la garganta y en los conductos internos de la nariz. El olor a tecnología avanzada y la apocalíptica visión que tenía a través de la ventanilla del transbordador espacial que me transportaba, hacía que tuviera una sensación de angustia y alivio a la vez.
En la Tierra apenas se podía vivir tras el impacto fatal de un meteorito que destruyó 1/3 parte del planeta. La vida humana continuaría en las cuevas prefabricadas que se habían construido previamente en Marte. Era un exilio de la humanidad a la salvación programada de antemano por si ocurrían estas cosas. Incluso, tenía una nueva familia, después de que la gran mayoría de los que sobrevivimos a la catástrofe perdiéramos a las nuestras por culpa de los virus que trajo aquella maldita piedra espacial.
Algunas religiones dicen que todo está programado al nacer. Mis vivencias así lo demostraban: selección natural, inteligencia para poder vivir en otros entornos y una capacidad de adaptación superior a la media. Es curioso que habiendo vivido con mis compañeros durante sólo un año, mi concepto de familia sea más intenso que el que tenía antes. Ahora tengo claro los conceptos de lealtad, unión, amor, compartir y necesidad de verles y oírles a diario. Con mi familia genética no tuve mucha suerte, pues las peleas y discusiones por “todo” eran continuas; ahí nació seguramente mi instinto de supervivencia que me trajo aquí.
Todo era confuso en mi mente. El efecto del medicamento para dormirme durante el trayecto espacial y estas ideas, me desorientaban mucho más que la situación histórica del momento que estaba viviendo. Por un lado, me sentía orgulloso de mis antepasados, pero mi visión ahora era más panorámica. No había una tierra, nación o idea política que defender por haber nacido en un entorno y tiempo histórico en concreto; ahora había una idea global creada con distintos pensamientos y vivencias que dan lugar a un nuevo estilo de vida, en la cual, imperaba era el respeto a los demás y libertad, no libertinaje, de ideas y movimientos; eso sí, dentro de un nuevo entorno por construir.
No puedo cambiar la situación actual que estoy viviendo y lo que quiero desterrar de mi cabeza son los conceptos preestablecidos, que nos dicen que lo que pasa en nuestro territorio es mejor que lo que hay alrededor. Cada segundo nuevo que vivo y sobre todo, el tener un conocimiento profundo de la historia me hace más libre, dado que podemos identificar unos patrones de conducta que, según el entorno en el que estemos, repetimos constantemente en el tiempo. Si la humanidad no se ha dado cuenta de ésto antes es por ese desconocimiento histórico y aferramiento a que lo nuestro es siempre lo mejor. Curiosamente es precisamente ésto lo que nos lleva a nuestra continua destrucción sin necesidad de meteoritos que choquen con la Tierra.
FIN
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