El Abanico de Sándalo.

El Abanico de Sándalo.

Ivana Morgenstern

11/04/2014

A mi mamá siempre le gustaba guardar los objetos que le recordaban cosas especiales. Solía sentarse al filo de la cama cada sábado para sacar uno de aquellos objetos y contarnos su peculiar historia, con la única compañía de un café caliente. A mí me gustaban sus historias, sobre todo la de aquel hermoso abanico de mi abuela, que fue su preferido mientras vivió. Se guardaba en una pequeña caja de madera y era el único objeto que mi mamá me impedía tocar. «Es frágil» solía decir con una mirada severa. «Eres demasiado pequeña» concluía con voz severa, mientras lo volvía a guardar en su lugar, los ojos acuosos, pensaba yo, por rememorar a su madre muerta. No supe la verdad hasta que mi mamá enfermó de cáncer. Aquel abanico no era de mi abuela, sino un regalo de despedida del único hombre que mi mamá amó y la rechazó. Ahora que mi madre muera, enterraré el abanico con ella. Quizá de ese modo, se borren las heridas del pasado y se mitigue el sufrimiento de las dos.Abanico_Sandalo.gifpm_1_1_748[1]1.jpgAGENDAS_032PARA_BLOG.jpg

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