Estaba en clase, tenía hambre, desde la cena de ayer por la noche no comía nada.

Miró a sus compañeros comiendo, tragó en seco, pero no dijo nada, realmente tenía hambre, pero ese día no trajo comida, como el día anterior y el anterior al anterior, hace varios meses que lo hacía desde que quitaron la ayuda para los estudiantes sin recursos, el comedor ya no era una opción para ella.

No era que se la había olvidado, aunque era la excusa que ponía siempre que se lo preguntaban, era más simple y cómodo dejarlo de ese modo.

La verdad era que su familia no se lo podía permitir. Su padre hace tiempo que perdió su trabajo y por mucho que buscaba no encontraba nada, hace tiempo que el paro se le había acabado, y ahora recibían una ayuda social que no les resultaba suficiente. Su madre trabajaba limpiando unas casas, pero por culpa de la crisis cada vez tenía menos trabajo. Ella sabía que entre el dinero de la ayuda y lo que ganaba su madre les llegaba para pagar el piso y no morir de hambre.

Había momentos en los cuales le habría gustado poder no preocuparse de las cosas igual que el resto de los niños, pero estaba demasiado preocupada por el hecho de que tal vez si no tendrían para pagar el piso el banco les sacaría de su querida casa, a la cual aún les quedaban décadas por pagar.

Sentía que nada de eso era justo, le hubiera gustado poder comer algún dulce de vez en cuando, pero no se atrevía a pedírselo a su madre pues sabía lo preocupada que esta estaba por que con el crecimiento tenía que comprar ropa nueva, ella tenía suerte que tenía una hermana mayor que le dejaba la ropa y todavía se podía llevar, y estaba orgullosa siempre que le pasaban algo nuevo, aunque estaba usado para ella era como su fuera nuevo.

Sabía que tenía que su madre tenía que ahorrar para la compra de sus libros y los de su hermana y todos los gastos que estudiar implicaba.

A veces le habría gustado abandonar, dejar la escuela, total sabía leer, entonces su madre tal vez hubiera tenido que gastar menos, y ya no sería necesario mentir que se había olvidado la comida en casa cada día.

Tal vez si sacaba sus apuntes y estudiaba el vacío que sentía en su estómago se haría más soportable, o tal vez dejaría de sentirlo como le pasaba siempre que se concentraba mucho en una cosa.

Tal vez debería beber un poco de agua y así llenaría su estómago y dejaría de rugir, hacía demasiado ruido y podría molestar a sus compañeros.

Suspiró y miró triste hacia ellos. No parecían tener ningún problema, parloteaban tan despreocupados. Tal vez así era mejor.

Se levantó y se fue a beber agua sintiendo como su vacío estaba aliviado. Ahora podría estudiar tranquila.

Cuando crezca podrá dejar el colegio y buscar un trabajo y así ayudar a su madre y podría comprar dulces, pensó eso mientras se sentaba en un rincón.

Su amiga se acercó a ella, la miró y le dijo muy seria:

-¿Otra vez lo olvidaste?

-Si…

-Mira que tienes una cabeza… Toma dijo esta rompiendo la mitad de su bocata.

Esta no supo que decir, la mitad era mucho, pero un trocito podría aceptar.

-No me hagas insistir, cuando a mi se me olvidaba tu hacías lo mismo.

-Pero es mucho…

-El bocata es grande, toma, dijo esta poniéndole casi el trozo en la mano.

Tragó en seco y aceptó. Pensó que tal vez la gente si que se daba cuenta que las cosas no estaban bien y tal vez con un poco de paciencia todo mejoraría.

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