TIEMPOS  PARALELOS

Sueños…

Siempre los sueños son recurrentes. Hay un sueño que se repite una y otra vez, es como un recuerdo del cual no puedo deshacerme y que me absorbe durante la noche y también en horas del día al recordar las escenas de mi sueño, como salidas de un lugar desconocido.

Sueños… Invaden mi espacio con infinidad de imágenes tan reales que me hacen sentir como si estuviera allí, viviendo una realidad que no entiendo, inmerso en un espacio ajeno, extraño, lúgubre, triste y amargo. 

Las imágenes de lugares ignotos, gente diferente, desconocidos, pueblos y ciudades, guerras y desolaciones, auroras y puestas de sol, dioses y terrenos, fortalezas y poblados paupérrimos.

Y de nuevo en mis sueños,  yo no era yo, pero era yo.

En un villorrio, casas muy elementales, techos de paja, paredes de adobe, calles de tierra, con aguas servidas corriendo libremente por canales que llevaban a ninguna parte, paredes de adobe, techos que parecen que en cualquier momento se desploman, ausencia de ventanas y alguna que otra puerta.

Chiquillos sucios y desharrapados jugando con nada. Mujeres acarreando agua, un agua turbia, de un pozo cercano. Un sol que es más que un sol. Es un fuego que asola la tierra ya fractura por innumerables venillas abiertas.

A la distancia unos hombres quebrados sobre la tierra yerma, como muñecos de madera, con articulaciones rígidas y frágiles a la vez. Trabajan? Mi padre está entre ellos.

Más que pobreza, desolación, devastación y angustia, congoja, desesperación. Sin esperanza.

De la tierra seca y agotada, en la lonatanza se ve una polvareda como una nube que anuncia lluvia pero que no es lluvia… ruidosa, estruendosa, alarmante. Son Ellos.

Ellos que cada tantos días se acercan a la aldea. Con unas vestiduras brillantes que parecen tantos otros soles. Siento miedo. Me sube por la garganta, y llega hasta mi cabeza. Tengo mucho miedo. Como será hoy?

Ellos ya están aquí, reclamando las miserables monedas, o el poco trigo que hemos podido recoger. Ya no queda nada. Quien será hoy el que cuelgue del único árbol que queda en pie? Ruego que no sea mi pobre padre, tan apaleado ya que ha sido… o mi madre o alguna de mis hermanas. Las violan. Las depredan. Les quitan.  Siempre ocurre igual.

Es que nunca se terminara esto? Hasta cuándo? Cuantas veces  Ellos nos podrán, nos castigarán, nos matarán, nos despojarán? Cuantas? Ellos son invencibles con sus espadas y sus látigos que tanto duelen.

Un sonido agudo me despierta.

Es como una llamada que no entiendo. Estoy sudoroso, confundido, no sé dónde me encuentro. Ahh… pero claro, estaba soñando. Sacudo mi cabeza.

Estoy en mi rincón, sobre el piso de tierra, una manta raída me envuelve. Por las rendijas del techo de paja se cuela el sol. Otro día más.

Me levanto con muchas imágenes rondando mi mente, tengo hambre y nada para comer. El hambre me retuerce las tripas. Tengo sed. No hay agua.

Salgo y la desolación es más aguda todavía.

Vendrán Ellos en sus jeeps, sus uniformes de soldaditos, sus caras temibles, con sus armas disparando a cualquiera que se le cruce en su camino o simplemente porque si?

Por qué sueño y sueño lo mismo como si no fuera yo, pero soy yo?

Quiero escapar, lejos, donde no haya más angustia y  desesperanza. Será posible que algún día pueda caminar libremente?

No quiero ser yo, que no soy yo, aunque sé que soy yo.

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