– Hola. ¿Qué tal? Te importa que me siente a tu lado
– Qué va. Todo lo contrario. ¡Por fin algo de compañía!
– ¡Qué buen sitio para desconectar un poco!… ¡o para conectar, quién sabe!!
Una mañana más el reloj marcaba ya más de las nueve, pero Bea, más conocida como Be@lamoda a lo largo y ancho de la red, se entretenía unos minutos más frente al espejo con el manejo magistral de sus pinceles. Mientras tanto, daba rienda suelta a aquella conversación en su mente.
– Sí, la verdad. Está bien poder encontrar dónde conectar durante un rato con la realidad y dejar a un lado la virtual
Mientras esbozaba una sonrisa dedicada al espejo para marcar sus pómulos, Be@lamoda imaginaba cómo él le devolvía el gesto.
– Veo que tienes entre tus manos una magnífica compañía en tu realidad
– Sí, una gran realidad… Cien años de soledad. ¿Lo has leído?
Be@lamoda no se caracterizaba precisamente por su amplio bagaje literario. Pero, gracias al cordón imaginario que le permitió detenerse unos instantes ayer junto a él para descubrir el título de su lectura, se había convertido en toda una experta en la novela del escritor colombiano. Después de rastrear durante unos minutos la red, conocía todas las venturas y desventuras de la familia Buendía. Ya se veía preparada para enfrentarse a una posible conversación en torno a una de las “100 mejores novelas en español del siglo XX”, según parecía afirmar la Wikipedia.
Hoy sería el gran día. Por fin estrenaba de pantallas afuera aquel maravilloso conjunto navy urbano, con el que había ilustrado a las miles de fans de su blog sobre cómo ir a la moda por menos de 50€.
“El secreto d 1 buena vejez no es otra cosa q 1 pacto honrado con la #soledad”, titeó con una mano mientras con la otra se sujetaba firmemente a la barandilla del autobús abarrotado. Al parecer Aureliano Buendía no llegó a comprender el significado que encerraba aquella frase. Be@lamoda tampoco, pero le resultaba cuanto menos enigmática e ideal para sorprenderle.
El autobús frenó bruscamente en su destino. Al bajar, notó como su cuerpo se estremecía. De lejos ya podía verle sentado como cada mañana en aquel banco.
Sus pies flotaban pisando la niebla sorda de aquella mañana. El frío quebró por instantes su mirada y tropezó un día más con aquella portada que anunciaba “Cien años de soledad”.
– Hola. ¿Qué tal? Te importa que me siente a tu lado
Él dirigió una mirada perdida a las rayas de su jersey y, tras el esbozo de una ligera mueca de conformidad, volvió a sumergirla entre las letras de uno de aquellos años solitarios.
-Es gracioso este espacio, eh!!… “ZONA NO WIFI”… Está bien para desconectar un poco… o para conectar, ¡quien sabe!
Él de nuevo detuvo su lectura, pero esta vez su mirada sólo alcanzó a acariciar su laca de uñas que tamborileaba sobre la pantalla iluminada de su iphone.
– Veo que tienes entre tus manos una magnífica compañía… Cien años de soledad
Su mirada está vez atravesó fulminante el eco de sus labios, mientras pronunciaban sílaba por sílaba la última de sus palabras: SO-LE-DAD
Tras este tercer intento para entablar conversación, Be@lamoda estaba desconcertada. Quizás no había sido tan buena la idea de lanzarse al vacío de la ZONA NO WIFI para acercarse a él.
Sin más palabras programadas en su mente, Be@lamoda se aferró a su iphone en busca de una excusa con la que distraer su mirada. Pero esta vez su fiel aliado la había dejado sola ante la realidad con un mensaje contundente: “Red no disponible”.
Sus ojos permanecían clavados ante el mensaje que parpadeaba en su blog de notas con el mensaje de su último tuit: “El secreto d 1 buena vejez no es otra cosa q 1 pacto honrado con la #soledad”. Apenas sí comprendió que la vejez no es sólo una línea en el tiempo.
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