Al momento de dar un paso dentro de su piso, Emanuel tropezó con una pequeña pila de sobres. Los levantó del suelo y se los llevó consigo a la cama. Eran estados de cuenta, tarjetas con crédito pre aprobado, los servicios a pagar, más estados de cuenta, todos llenos de publicidad; viajes, autos, casas, papel y más papel destinado a la basura. Lo de siempre, excepto por uno, en el sobre se leía “Religare. Salvación al alcance de todos”.

Por dentro dicho sobre era más que parecido a los otros. Postales prefabricadas de lugares exóticos, con personajes tipo, pastores protestantes de piel blanca o negra y dientes perfectos. Misteriosos oficiantes de ritos caribeños, sobrios monjes orientales, etc. Aún así el servicio que ofrecían intrigaba. Pertenecer a una iglesia, comunidad o congregación totalmente en línea. Y como toda empresa que comienza o se expande de mercado, una membresía gratis por treinta días.

Después de ducharse y cenar, la curiosidad lo llevó a visitar la web de Religare. Nuevamente no difería de una agencia de viaje así que se dispuso a ver el video promocional.   

“Sientes que Dios se ha olvidado de ti. O que te has olvidado de Dios. ¿La vida diaria te deja sin tiempo para ocuparte de tu felicidad y tus aspiraciones espirituales? !Tenemos la solución! Te ofrecemos un catálogo de más de cincuenta religiones, nosotros no discriminamos, tú no lo hagas. Cuando la duda te asalte, contamos con un vasto equipo de teólogos, filósofos, científicos, médicos y mucho más para responder a tus dudas desde la comodidad de tu casa o desde cualquier punto con acceso a Internet las veinticuatro horas del día. Ven y escoge cualquiera de nuestras opciones, todas personalizables a tu gusto y medida. Experimenta con varias y encuentra tu camino. Y sí aun no sabes cual escoger, prueba nuestro servicio automático que te creará un perfil ad hoc a tus necesidades y hábitos, mismo que podrás modificar en cualquier momento. ¡Ven ya y reencuéntrate con Dios!”   

Era el servicio más curioso que jamás había oído. Dentro del sobre estaba el código para gozar de un mes gratis de servicio. No lo dudó y se dedicó varios minutos en crear su cuenta y perfil, hasta que llegó el momento de escoger alguna confesión. En efecto eran mucho mas de una docena. Religare aseguraba que podía cambiar en cualquier momento, más una amplia gama de opciones a elegir para cada religión. Pero no estaba seguro.

Se decidió por el servicio automático. Esperaba tener que llenar un buen cuestionario donde incluso hubiera preguntas incomodas respecto a su sexualidad o sus ingresos. En su lugar solamente se encontró con dos preguntas. ¿Crees en Dios? Su respuesta fue un no. La siguiente. ¿Crees en el hombre? Esta le tomó un poco más de tiempo. ¿El hombre, puedo no creer en el hombre? Pensaba. Supongo que sí creo. Eso contestó. Y la creación de perfil continuaba.

“Para terminar de crear su perfil y para mejorar su experiencia y gozar de nuestros servicios al máximo le sugerimos nos permita sincronizar su cuenta Religare con el resto de sus servicios y cuentas de correo electrónico, redes sociales, navegadores de internet, etc (para ver las condiciones de privacidad dar click aquí) . Le recordamos que mientas más información nos proporcione, mejor servicio podremos ofrecerle.

Eso era mucha información. De hecho era casi todo lo que valía la pena saber de él. La extraña impresión de que Dios había tocado a su puerta lo acosaba, lo mismo que las dudas de siempre, encarnadas en las dos opciones que brillaban justo frente a él. Aceptar. O Rechazar.

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