Fausto con el tenedor a la altura de sus ojos miraba absorto una albóndiga. A su lado Eurídice comía y hojeaba un catálogo.

– Fausto ¿qué te pasa? Le haces más caso a esa albóndiga asquerosa que a mí
– Nada. Bueno, sí, que te mandé un “guasap” y no me contestaste
– No lo habré recibido
– Hizo el doble check

Fausto dejó la albóndiga de lado y la miró inquisidor. Eurídice, cerrando parsimoniosamente el catálogo, levantó la mirada entre harta y glacial.
– ¿Y bien?
– ¡Qué leíste el mensaje y no me contestaste! Mira, al “guasap” de las 22:13 hiciste doble check a las y 14. Pase que no me contestes ¡pero que encima me mientas!
– Me estás empezando a tocar la pleura. Llegué a casa, desconecté el móvil, me hice unas acelgas insulsas y me fui a la cama. No vi tu mensaje y no veo a qué tanto follón.
– ¿A dormir? Pues tu última conexión fue a las 5:33 ¿con quién andabas chateando? Déjame ver tu móvil, ya verás como el mensaje te llegó.
– ¿Quieres cotillearme el móvil? ¡Esto es lo último! Mira, eres más aburrido que una morsa, un celoso patológico y encima ni estás bueno. Es feo plantarte en Ikea pero tengo las llaves del coche y tú no. No veo mejor oportunidad.

Eurídice arrampló con el catálogo mientras Fausto decidía si salir corriendo tras ella o asegurar primero la bolsa azul con los cojines por los que casi mata a una señora bajita de tupé cardado. Cuando llegó a las escaleras de camino a las cajas Eurídice ya había desaparecido.

Fausto llamó a Euridice y no se puso. Le mandó un guasap, hizo doble check y no contestó. La buscó en Twitter pero lo había bloqueado. Para cuando llegó a casa desesperado, ya no era su amiga en Facebook. Esto no podía estar pasándole a él, pensó mientras su glotis se contraía como la de un pescado en la cubierta de un barco mugriento.

Empezó a ducharse menos de lo que solía porque tenía que escanear la actividad de Euridice en Twitter, insistir en sus llamadas rechazadas, vigilar su actividad en el guasap, ver si actualizaba su blog. Ante el acoso, Eurídice decidió dar de baja su móvil.

Limpiando su spam Fausto se topó con los servicios de Mefisto, LLC: “Si cree que el amor le es esquivo o que nadie comprende su valía, si quiere ser eternamente joven, famoso, rico e ignorante, o simplemente político corrupto e impune, llámenos al teléfono gratuito 900 666 666. Sus problemas tienen solución. Sus deseos son órdenes para nosotros”.

Fausto llamó. No le entretuvieron, le trataron cortésmente y le citaron para la tarde siguiente.

Llegada la hora, Fausto entró en el edificio de Mefisto LLC.  Dio su nombre en recepción a una señorita de una seriedad impecable que, tras verificar la cita, le facilitó una tarjeta y unas indicaciones. En la planta 13, su clon le guió a una enorme sala de juntas en donde, antes de que pudiera reaccionar, Rachael le estaba tendiendo la mano y sentándose a su lado. Con gesto profesional  la mujer se dirigió a él:

– Fausto ¿verdad? Me informan de que está usted buscando nuestros servicios de consultoría estratégica en la fidelización de pareja. Veamos – dijo la mujer mientras desenrollaba una tablet de grafeno táctil- Eurídice es el target y parece que está manifestando una actitud un tanto hostil hacia usted. No se preocupe, estamos acostumbrados a este tipo de comportamiento. Nuestros servicios son de último recurso, altamente especializados, quirúrgicos, eficientes, caros

Al oír la palabra caro, Fausto se puso en alerta.

– No hace falta que diga nada. Lo sabemos todo de usted: el nombre que le puso a su primer Geiperman, sus deseos, parafilias, mezquindades, su relación homosexual con su primo de Sagrillas … 

Fausto tenía la boca como la lija ¡Sagrillas! ¡Su primo “el rubio”! ¿Quién coño era esa mujer?

– Creo que me he equivocado, yo sólo quería recuperar a Eurídice ¿Cómo pueden saber lo de Sagrillas?

– Lo sabemos todo, como Google. En cuanto a Euridice, nuestro CEO, el Sr. Mefisto, le ofrece un contrato con obligación de resultado y, a cambio de un intangible de dudoso uso como el alma, le entregará aquello que más desee

– Está de coña ¿Me dice que me compra el alma a cambio de recuperar a Eurídice?

– O a cambio de lo que quiera. Somos los mejores pero requerimos precisión. Ya se imaginará que tenemos a todos los abogados y banqueros en nómina

Posando la pantalla de grafeno en la mesa, y tras dos toques en la pantalla, la mujer hizo aparecer un texto infinito en Time Romans cuerpo 8.

– Estas son nuestras condiciones de contratación que habrá de aceptar junto con las condiciones particulares de los servicios contratados.

– ¿Tengo que leerme todo eso?

– Debería. No admitimos reclamaciones, como usted comprenderá.

– No lo necesito

– Bueno, alguien podría objetar que ceder el alma a nuestra entidad es un trato peligroso, por aquello de la condenación eterna. Fíjese, sin embargo, en nuestras instalaciones. Steve Jobs nos lleva la imagen corporativa y ha inventado esta tableta flexible. Bonita ¿verdad?  Por lo demás, piense que actualmente no parece que esté haciendo mucho uso de su alma. Todo ventajas

–  Yo sólo quiero tener a Eurídice

– Como le digo, va a tener el servicio que contrate. Somos de una seriedad contrastada ¿Cuál es su deseo?

– Quiero que cuando llame al 655 888 999 o le mande un guasap me conteste de inmediato con amor, deseo y sumisión.

Rachael tecleó palabra por palabra lo dicho por Fausto en la casilla correspondiente y le tendió la tableta. Fausto le dio a “aceptar” y “continuar” a todas las pantallas que aparecieron sin excepción. Cuando acabó, la mujer enroscó la tableta y le acompañó a la puerta

– Un placer hacer negocios con usted, Fausto. Esta señorita le acompañará a la salida. Nuestros servicios se han empezado a prestar ya. Disfrute de ellos

Ya en la calle Fausto tecleó un mensaje en el guasap. Hizo doble check. Y recibió por primera vez en semanas una contestación. Pasó toda la noche tecleando su amor y su deseo y fue correspondido más allá de lo que nunca imaginó. Pablo, titular de la linea, le contestaba desde el otro lado.

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