Hallazgo sorprendente

Últimas noticias: en el asentamiento de Dree-sel-oxu se acaban de descubrir mediante recientes excavaciones unos asombrosos restos  que tal vez pudiesen constituir el eslabón perdido entre el Homo Sapiens Sapiens y el Hom@ Evolutionatus que conocemos en la actualidad.

Estos restos podrían avalar la teoría que se viene barajando en los últimos lustros-luz, de la existencia de una nueva especie humana desconocida hasta la fecha.

Se exhumaron en un  primer tiempo  dos esqueletos, muy similares entre sí, aunque también con algunas curiosas especificidades, como distinto tamaño de las caderas y distinto grado de rigidez ósea.

Son de pequeña estatura, con un cráneo voluminoso pero al parecer, según las reconstrucciones de ADN complementadas con la técnica del carbono 69, ocupado por una masa cerebral más bien inerte y cuyas funciones eran al parecer muy limitadas.

Sus piernas aparecen dobladas en ángulo recto, lo que hace pensar que esos seres primitivos permanecían la mayor parte del tiempo en posición sentada, sobre algún artefacto o soporte cuyo diseño probablemente formaba asimismo un ángulo de noventa grados.

Al intentar enderezar los huesos y devolverlos a lo que debió ser su original forma recta, se han desmoronado completamente, revelando que se trataba de apéndices apenas utilizados por esos primates que, según opinan los arqueoantropólogos, habitaron el planeta unos cuantos siglos después del Homo Sapiens Sapiens.

De inmediato se iniciaron excavaciones más profundas y minuciosas en la zona, apareciendo hasta treinta y dos ejemplares en un estado sorprendente de conservación.

En todos ellos se observa en una de las extremidades superiores (casi siempre la derecha, algunas veces la izquierda) una prominencia dura y almohadillada en su dedo índice, como si hubiese desarrollado una importantísima función consistente en presionar repetidamente un botón o algo similar. Coincide siempre en esa misma mano una forma ahuecada de los huesos, como causada por un muy frecuente uso de algún pequeño artilugio de forma semiesférica o similar. El hombro correspondiente a la mano de mayor tamaño siempre aparece igualmente hipertrofiado, seguramente debido a la reiteración de movimientos repetitivos y limitados del propio brazo.

Las  reconstrucciones  también demuestran,  por  la  configuración  de las cuencas de  los ojos, que estos órganos tenían muy limitada su movilidad, como si nuestro humanoide hubiese dedicado larguísimas horas  de su vida  a mirar fijamente al  frente,  queda por descubrir el qué.

Salvo el uso de esa mano deforme, parece que este asombroso primate no hubiese ejercido fuerza o destreza alguna para las tareas fundamentales de la vida, tales como prensar un limón para extraer su zumo, batir un huevo, accionar un molinillo de pimienta o acariciar a alguno de sus congéneres.

Por otra parte, la pelvis extremadamente frágil nos revela que esos individuos no  practicaban en absoluto las artes amatorias, ya que al intentar estudiarla se ha pulverizado al igual que los miembros inferiores. Es la prueba de que ningún ejercicio la fortalecía, flexibilizaba o calcificaba.

Tampoco parece que su lengua y labios los utilizaran apenas en los menesteres del amor, ya que estaban completamente atrofiados. Posiblemente no los utilizaban siquiera para funciones de locución, tal vez por estar tan pendientes de ese objeto que miraban fijamente casi todo el tiempo –sería tal vez…….. ¿alguna de aquellas arcaicas  pantallas?

En cuanto a las seudo-manos de dedos agarrotados y almohadillas durísimas, está claro que debían ser del todo impropias para cualquier tipo de caricia o estimulación sexual.

Ahora podemos deducir sin género de dudas las razones que hicieron que esa especie se extinguiera y desapareciera del planeta hace alrededor de veinte micromillones de años.

Por el gran interés del hallazgo, se han ampliado los análisis y estudios del terreno, en busca de objetos que pudieran proporcionar más pistas sobre la vida cotidiana de esos humanoides, pero únicamente se han hallado algunos restos de elementos metálicos tales como litio, cadmio, tungsteno y coltán, substancias todas ellas que quedaron obsoletas tiempo atrás y que fueron desechadas en su casi totalidad debido a su alta toxicidad.

Igualmente se ha intentado extrapolar los escasos datos existentes tratando de indagar si aquellos seres poseían o no espiritualidad: parece ser que eran monoteístas, y que rendían un alto tributo mediante ritos de inmovilidad prolongada ante artilugios que aún quedan por determinar, a un dios o diosa cuyo nombre los científicos han deducido gracias a nuestras perfectamente desarrolladas herramientas telepático-temporales:  “Tecnología” o algo similar.

Por ello, la comunidad científica ha llegado al acuerdo de bautizar a esa especie humanoide que hoy tenemos la fortuna de añadir a nuestros objetos de estudio, y cuyo examen y categorización se prolongará sin duda a lo largo de los próximos meses-luz,  como “Homo Tecnologicus”.

(febrero 2013)

MARIA JOSÉ GARCÍA RIPOLL.

D.N.I.: 37.290.437-P

TEL.: 638 31 24 42

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