No dejo de asombrarme ante los cambios acontecidos en los últimos años. El avance de la tecnología es indudablemente prodigioso: nos ubica, nos conecta, nos permite una comunicación constante con personas, nos permite obtener información al instante de todo cuanto se nos pueda pasar por la cabeza; preguntas absurdas, curiosidades, datos técnicos… Sin embargo no puedo evitar analizar la lucha de poder que se impone ante ello: la pérdida de la humanidad en el sentido más sencillo y puro como puedan ser las palabras en una conversación del tú a tú, en el que la expresión no se concede solo con ellas sino con los ojos, los gestos, el tono… El chat, los mensajes de móvil… tienen su doble cara, ya que nos permiten conversaciones con personas que a veces ni siquiera conocemos, y en la soledad que nos ofrece la tecnología con su obsesión por la misma, las consolas y los frikis, se hace imprescindible no perder del todo el contacto, pero a su vez ya no es necesario un acercamiento físico con los demás y el entorno. Toda la información, visual incluida, la poseo en un portátil, ¿para qué entonces buscar esos lugares, sonidos…? Se pierde pues la experiencia sensorial, la experiencia del ser humano, de reír y oler, y tocar y recordar cuanto has experimentado. Existe un resurgimiento importante de la búsqueda del yo perdido. Ante la avalancha de medios que recibimos constantemente por tantas vías, nos encontramos perdidos, confusos y vacíos sin remedio. Nuevas técnicas, tipo autoayuda, intentan acercarnos a ese mundo puro que se encuentra dentro de nosotros, aquel compartir con la realidad de cuanto nos rodea, con la tierra y sus paisajes, el silencio de la montaña, la meditación junto a un río… ¿Cómo unir entonces estos dos mundos tan opuestos, con sus fanáticos seguidores y sus contrarios? Pienso que no debería ser tan difícil encontrar el equilibrio. Lo mejor de ambos en beneficio nuestro, del hombre. No permitir nunca los excesos, ni dejar que unas máquinas nos sustituyan. Aprovechar las ventajas que se nos ofrece para crecer como seres maravillosos que somos, para que la sociedad se vea beneficiada de todos los adelantos llevados a cabo. Aceptar ese avance sin dejarnos llevar por el pánico, a todos nos gusta tener calefacción, teléfono, frigorífico, televisión… seamos sinceros. Los cuerpos marchitos, enfermos, gastados, ya cuentan con soluciones, pruebas y diagnósticos para prevenir llegar a ese estado…maravilloso. Mi pregunta es, si se nos ayuda a tener una vida más cómoda, ¿porqué entonces no se encuentra el tiempo para aquellos que amamos?
Solo ruego que no venza la soledad de tantos obsesionados ante una fría pantalla con la que pretenden llenar su vida mientras el reloj, implacable, no le recordará el tiempo perdido y sin vivir. Ausencia de recuerdos, de sonrisas y fracasos. Horas en consolas, amigos perdidos, novias no conocidas… Tanta juventud lastimada por no saber entender que ambos mundos pueden ser tan solo uno… Aprovéchalo. El tiempo es tuyo, las oportunidades, infinitas… Que el dios no sea la tecnología, sino un medio para alcanzarlo.
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