Hay etapas de mucha soledad en la vida de un hombre que siempre está acostumbrado a estar rodeado de mujeres y en algún momento termina su fortuna. Intenté concentrarme varios días para que sucediera algo, como cuando era niño. Varias veces sucedió: la vez que una pandilla iba a golpearme, tuve tanto miedo que cerré los ojos, ellos venían planeando cómo acorralarme; de repente empezó un aguacero que aunque abrieras los ojos, tus pestañas eran vencidas por las espesas gotas de aquella lluvia atemporal, lo cual hizo dispersarse a la pandilla facinerosa.Otra fue cuando desee tener una amante polaca y sucedió. Cuando me concentré en eyacular sobre un hermoso culo de una francesa mientras veía la Torre Eiffel. Sucedió. Ahora espero que suceda algo, no sé exactamente qué. Tal vez suceda.

Abrí mi e-mail, no tenía mucho que se había puesto de moda esta putería; había un correo extraño en inglés. “Irina quiere conocerte” decía en el asunto, explicaba que era una chica de bajos recursos, había encontrado mis datos en una página web y le gustaría conocerme más.

Le contesté que no había problema que podíamos escribirnos y además practicar nuestro inglés. Todo lo hice con la sospecha de que en realidad era una especie de gancho para que le dieras algunos datos u obtener dinero, de hecho le contesté el correo para poner a prueba si era o no una persona real, si era real iba a ser coherente con las respuestas que le pedía: sobre sus gustos musicales, literarios, oficio, hobbies, etc., si no, sólo iba a mandar un correo inverosímil donde hablara de su deseo irrefrenable por conocer mi país.

Su contestación fue puntual en lo que le preguntaba, sólo que ahora me cuestionó sobre si podría visitarme, antes me había enviado varios correos muy amables y donde me contaba su vida cotidiana, trabajaba en una agencia de viajes en Moscú, le gustaba la literatura, sobre todo Chéjov, pero aún no acababa de creerlo.

Aunque había escuchado leyendas urbanas de que muchas parejas se habían conocido por internet, tenía un mal presentimiento.

Al cuarto correo me pidió que le enviara una foto mía porque quería conocerme. Le envié la mejor de mí, posando en un ring de box, guardia arriba y mirada apanicante. Ella envió también las suyas, era impresionante, escultural, hermosa, imposible, ni en Televisa había mujeres así, me di una oportunidad de creer que a mí me pasaba, ¡por qué no!

Había tenido recientemente dos mujeres europeas hermosas, aunque claro, no tanto, siempre habría que mejorar, el único peligro era que me aplicara la huída cubana, que al llegar aquí me abandonara por otro, pero aprovecharía esos días al máximo para destruirla al menos cuatro veces al día, lo normal con mujeres como esas.Además la economía rusa provocaba el mismo fenómeno isleño, las mejores mujeres se ofrecían por sobras, yo tenía sobras de más en todos los rincones de mi vida.

Así nos escribimos unas dos semanas, platicándonos sobre nuestros trabajos, gustos, deseos, lugares que habíamos visitado en el extranjero, lo que pensábamos sobre la vida, el amor, la felicidad, menos sobre sexo, nunca se planteó la posibilidad, a pesar de que algunas fotos enviadas por ella eran muy cachondas, sumando que yo era un cerdo profesional, evite cualquier error en nuestra relación epistolar.

Hasta que un día me preguntó que si me gustaría que me visitara, me pareció una petición de mucho tacto, uno nunca debe visitar a alguien sin saber en realidad quién era. No entré varios días a internet, no sabía qué decir, pensaba que era un juego. Ese cuerpo perfecto, su rubia cabellera y su marea de carne en bikini, la imaginé caminando descalza en mi cuarto de azotea,  aunque tenía ahorros, podría rentar al menos por medio año un buen departamento, no soportaría a alguien más tiempo, sabía que ella iba a irse, no le faltarían oportunidades de ser modelo o la acompañante de algún empresario poderoso, nos usaríamos estaba claro, sin piedad.

Después de reflexionar, le contesté que estaba bien que viniera, sin denotar emoción alguna, le dije que tendría un buen alojamiento, comida y compañía sin condiciones. Ella sí contestó emocionada, con todos los recursos que le podía dar un teclado de computadora ruso: “GREAT, I´AM FUCKING HAPPY, I WANNA MEET YOU AND TALKING PERSONALLY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! YEAH! SEE YOU SOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON!!!!”

Bueno, había que pensar en dónde gastaría los pocos ahorros que tenía, valdría la pena. Tendría que hacer un itinerario de lugares cercanos a la ciudad que le provocaran cierta satisfacción turística y claro para regresar a dormir a casa, tampoco pensaba gastar tanto, siempre la austeridad por delante, ya era un lujo rentar un departamento y aparentar cierto nivel social, había que mentir un poco en cuanto a la estabilidad económica para que un culo ruso así se pedorreara en tu cama.

Empecé a buscar en Aviso Oportuno  algunos departamentos de dos recámaras, al fin y al cabo, sabía que después de follar con la bolchevique iba a querer salir corriendo a abrazar a mi soledad; no iba a salir barato este capricho, pero seguro a los dos nos favorecería, tanto irme después de la cópula como el que ella saliera de su país de mierda.

Anduve comparando precio y preparando algunos trámites para intentar el arrendamiento, mientras tanto, Irina preparaba las maletas, seguro metía tres tangas Hanes que intercambiaría en la semana, quise advertirle que acostumbraba limpiarme la verga con la ropa interior de mis amantes, no me atreví y hubiera sido un buen consejo para que metiera más calzoncitos, pero no quise cometer errores, toda marchaba como debería de ser, al fin mi recompensa por ser un buen muchacho, al fin y otra vez mi poder mental fluía en el universo.

Irina me preguntó si podría llegar con dólares americanos, ya que en su país no había pesos rancheros, le dije que no había problema y hasta podríamos usarlos en dado caso que fuéramos a Cancún a broncearnos. Me imaginé acostado leyendo un libro, podría ser uno de Dostoievsky, El Idiota, mientras Irina jugueteaba en tanga en la azules olas de ese precioso mar caribeño, sus ojos parecían albergar la estúpida razón de ser, de los peces amarillos, rojos, verdes y multicolores que habitaban la profundidad de esa claridad inmensa.

Irina me avisó la hora, el vuelo y que llegaba en KLM y se mostraba ansiosa por llegar, hasta me emocionaba su entusiasmo, lo cual empezaba a oler mal.

Faltaban dos días para que llegara, no asistí a la cita con el arrendador una semana antes, estuvo llamando y me dejó un mensaje de voz en el que me avisaba que rentaría el departamento a unos extranjeros, pero que estaba a mis órdenes.

Empezó a darme un poco de miedo, tanta suerte era un poco pesado de digerir, me estaba dando un poco de náusea la prospectiva de ser guía de turistas, hablar mal inglés, fingir buen humor, disposición a la aventura, me estaba dando un poco de hueva yo mismo, era un farsante, debería de decirle que cancelara su vuelo, pero seguramente estaba dormida.

Un día antes de que llegara, abrí mi mail para ver cuáles eran las novedades. Irina me había mandado varios correos con asunto de URGENT, ojalá avisara de la cancelación o el retraso de su viaje, pensándolo bien, ¿qué iba a hacer con una mujer así? Era tiempo de lluvia y sólo tenía mi Kawasaki Ninja, seguro no iba con el glamour que esperaba la muy cerda interesada.

Había tres mensajes, abrí el último, lo leí varias veces, no era nivel avanzado e inglés versión escuela rusa, entendí que ella estaba en problemas y necesitaba urgentemente  500 dólares para algunos pagos migratorios que le obligaban a hacer, ya había gastado todo su efectivo en el boleto de avión, me daba un número de cuenta y aclaraba que debido a la cercanía que teníamos se atrevió a pedirme tal favor; 500 dólares al tipo de cambio del año 2000, serían unos 5 mil pesos, no era mucho, le contesté muy amablemente que de inmediato los depositaría y de hecho iba saliendo al banco, revisé la hora, las dos de la mañana. Recibí inmediatamente un mail de agradecimiento.

Apagué la computadora y me dediqué a pensar en Irina jugueteando en el mar, quería soñar con ella antes de que llegara y sus ojos se diluyeran en el mar cibernético, pero no pude concentrarme más que en el título del libro que tenía en mis manos. Ella estaba cerca, cada vez más cerca.

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