Hace muchos años perdí mi móvil, lo busqué durante días pero fué inútil.
Lo encontró una joven que de camino a su casa estuvo husmeando en él. En el bloc de notas descubrió que esa tarde tenía una entrevista de trabajo a la que decidió presentarse. Le ofrecieron el puesto. Era un buen cargo en el extranjero.
En la lista de mis mensajes estaba un DNI que un amigo me había escaneado tiempo atrás. Con el abrió una cuenta corriente por internet donde la ingresarían la nómina.
Se trasladó días mas tarde a su destino. Allí conoció a un hombre con el que me relacionaba por las redes sociales, pero al que nunca había visto en persona.
Un año después se casaron en una ceremonia privada.
Por medio de mi lista de WhatsApp contactó con mis padres con los que tuvo conversaciones periódicas . Les mando fotos de su casa, de su despacho y por supuesto de su marido. Les contó su vida ,sus alegrías y sus penas.
Tuvo dos hijos a los que llamó Rubén y Gloria.
Mandaba fotos frecuentemente a mis padres contándoles todo lo relativo a su crecimiento.
Éllos la respondían orgullosos y les enviaban pequeños obsequios y un modesto sobre de dinero para su futuro. Cuando crecieron visitaron a sus abuelos. Ellos no pudieron evitar ver el parecido que tenían con su hija y les colmaron de besos.
Años después los abuelos murieron , uno por una repentina enfermedad y el otro de pena. Los dos fueron felices o al menos disfrutaron de buenos momentos. Se quisieron mucho y siempre sintieron haber hecho bien su trabajo.
A través de un abogado al que se le otorgaron poderes se gestionó la herencia. La casa único bien que mis padres consiguieron poseer a lo largo de su vida fue vendida. Los pequeños objetos personales fueron inventariados, embalados y enviados a su domicilio. Y con los recuerdos de toda una vida se cerró el círculo.
Yo sigo andando por la ciudad buscando un móvil que me de una vida. Aunque creo que para mi ya es tarde.
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