Al nacer, ni siquiera tenía nombre. No era nadie. Le llamaron Zutano. Vivió en el seno de una humilde familia, pero de gran corazón. El hogar lo componían, un matrimonio y tres hijos. Zutano era el mayor de los hermanos.

Transcurrieron los años y cuando Zutano cumplió los veinte años, se dispuso a ayudar a su familia y buscó trabajo. Lo encontró de vigilante en la biblioteca del pueblo.

El dueño de la biblioteca le daba comida y una confortable habitación a cambio de que cuidara día y noche del local. Sus principales materiales de trabajo eran un ordenador portátil y un ebook para leer libros en horas de descanso.

Los Domingos la biblioteca permanecía cerraba por descanso, era el día que Zutano aprovechaba para dedicarlo a su familia.

Zutano amaba los libros,  todas las noches cuando los lectores abandonaban el lugar, él abría su ebook y leía libros. 

Así, pasaron varios años. Zutano no sabía hacer otra cosa que proteger ese lugar que tanto adoraba y donde se encontraba feliz.

Una noche de frío invierno, antes de leer, se preparó un vaso de leche caliente. Cogió su vaso de leche y se marchó a su habitación.

Se sentó en un sillón tapizado de color naranja con franjas marrones, depositó el vaso sobre una pequeña mesa de roble situada justo al lado del sillón. Abrió el libro y se preparó para leer largo rato.

Al agarrar el vaso de leche, esté se derramó y fue a caer encima del ebook. El libro se mojó. Empezaron a flotar todas sus letras. No le dio tiempo de coger nada para poder secarlo.

De pronto le surgió la genial idea de coger su ordenador último modelo para buscar el manuscrito y así facilitarle el trabajo, en varias ocasiones había conseguido gracias a estas avanzadas tecnologías hacer cosas que jamás podría haber imaginado.

Así, transcurrieron varias horas, encontró el libro en internet, se dispuso a comenzar  su trabajo.

Cuando abrió el libro, en el potente ordenador. Observó con gran sorpresa, que se podía leer:- Este libro tiene una palabra oculta.

Zutano desconcertado, determinó buscar de nuevo el libro en su máquina. Pasó largo tiempo sin conseguir ningún resultado.

Ya amanecía, tenía que volver  al trabajo. Dejó el ordenador encendido para no interrumpir el proceso de búsqueda, cerró de manera rápida y segura la puerta para que no se pudiera entrar nadie. Lo volvería a intentar por la noche cuando regresara.

Pasó el día intranquilo, nervioso, deseaba con gran intriga resolver el misterio del libro.

Al anochecer, volvió a abrir su portátil, pero esta vez, quedó atónito, solo veía una palabra: – Cera.

Lo intentó de nuevo, cada vez más nervioso y asustado, en esta ocasión apareció: -Dirígete.

Zutano, no comprendía nada, no sabía que querían decir esas palabras que el libro le mostraba,  reflexiono, solo podía tratarse del Dios tecnológico que habitaba en ese pequeño aparato llamado ordenador y que le estaba invitando a desvelar ese enigma.

Probó de nuevo y vio la palabra: – Museo.

Las palabras clave eran: – Cera – Dirígete – Museo.

Tras meditar sobre ello, de pronto, se le encendió una luz y dijo: – ¡¡Ya lo tengo!! Dirígete al museo de cera. En ese preciso instante, la computadora ordeno el libro y quedó en su forma original. Había conseguido tener de nuevo el libro ordenado, pero estaba seguro que el ordenador le había desafiado, tenía que acudir al museo, esas palabras seguro que tenían otro significado y estaba dispuesto a averiguarlo.  

Zutano estaba deseoso de que llegará el domingo, su día libre para poder acercarse al museo de cera tras comer con su familia como acostumbraba.

Cuando llegó el gran día, después de visitar a su familia, se dirigió hacía el museo.

Entró en el museo y nada más hacerlo, enseguida, se identificó con una figura de cera.

La figura era una bella joven, se encontraba subida en un pedestal, su mirada era tierna y hermosa.

Zutano, no pudo avanzar más, se quedó contemplando la estatua que tenía delante de sus ojos. Quedó tan prendado de la dama de no quiso moverse de allí para ver más cosas del museo.

Todos los domingos, regresaba al museo para pasar largos ratos con su amada. Pasaron varios meses, cuando un día, tan enamorado estaba, que decidió hablar con el dueño del museo. Le propuso que le hiciera una figura de cera a él  y la colocara al lado de esa mujer, quería permanecer toda la vida con ella. El propietario del museo accedió.

Al siguiente Domingo, cuando se proponía a marcharse del museo, la bella dama le guiño un ojo, levantó su mano y señaló un bolsillo de su vestido. El joven pasó su mano dentro del bolso y notó un papel, lo deslizó muy despacio hacia arriba, lo abrió y leyó: – Si sabes interpretar mi mirada, no necesitas mis palabras.

Zutano, se encontró ante otro gran dilema que resolver, no sabía que podía significar esa frase.

Se disponía a marchar, cuando la figura de cera le tiró un beso con sus labios. Él estaba emocionado.

Por el camino, fue muy pensativo, cuando llegó a la biblioteca,  cogió de nuevo su ordenador, con bastante nerviosismo introdujo la frase escrita en el papel de la bella dama y apretó el botón intro, el resultado fue: – Ella estaba también enamorada de él.

Zutano no daba crédito a lo que leían sus ojos.

Así, pasó Zutano año tras año, yendo y viniendo de la biblioteca al museo y del museo a la biblioteca, acompañado siempre por su ordenador.

Cierto día, se encontraba leyendo un libro en su ebook, cuando de forma repentina, entró en un profundo sueño.

Cuando despertó, se encontró subido en un pedestal, noto que alguien le agarraba de la mano, cuando miro hacia arriba, vio a su amada que rodeandole entre sus brazos, le susurró al oído: – Gracias por creer en la Tecnología.

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