No me mires mas con esa cara de estatua griega recién terminada. Yo soy mas maduro que tú para estas cosas. Siempre me haces lo mismo. No te parece poco moral robarme la mermelada de fresa que le ponen al yogurt por encima? Cuando te lo doy a probar es porque pienso que en una cucharada uno barre con una buena cantidad de blanco y una puntita de rojo. Eso es lo que hago yo. Y creo que tu también lo haces así  en la soledad. Pero parece que cuando te doy algo gratis te transformas. Yo no se, a mi no me dan nada gratis. Pero me acuerdo que con 8 años, un día, yendo al colegio pasé justo al lado de una estación de autobús  en el momento en el que una mujer perdía el nº9 que te dejaba en el centro. Lo vi todo como si fuera una obra de teatro. Único espectador, con un frío terrible. Césped con escarcha, tubo de escape hirviendo. Y la mujer de unos treintaitantos gritando que pare. El conductor ni caso. Otro ejemplo de crueldad absoluta, porque estoy casi seguro en este recuerdo borroso de haber visto la cabecita lejana del chófer mirando al retrovisor de su derecha. Y seguro viendo el reflejo de la chica corriendo. No paró enseguida, la hizo correr como treinta metros, Con medio brazo en el bolso, la pobre, buscando la cartera. Y en plena carrera se le resbala de las manos y montones monedas rodando por toda la calle. La chica al borde del llanto, insultando hasta su propia madre. Cogió unas cuantas del suelo y volvió a perseguir al autobús que ya estaba iniciando marcha otra vez. Ni un coche ni una persona. Increible, me da la sensación que tiene que haber al menos alguien mirándome desde alguna ventana de las casas de al lado de la estación, pero ya estoy en el medio de la calle mirando lo que deben ser por lo ménos veinte euros de hoy en día en monedas doradas. Es demasiado, ni en tres meses me daban eso mis papás. Las cojo de a una, y a la quinta me paro. Miro, no hay nadie. Estoy rojo del calor que tengo. ¿Que estoy haciendo? Se me ocurre que la chica puede volver a aparecer a reclamar lo que es suyo y me va a encontrar agarrando las monedas como un animal desesperado. Que alivio cuando me paro y comienzo a caminar. Seguro que si ubieras estado tu conmigo, en ese momento, los dos niños hubiéramos arrasado con las monedas en pocos segundos. Un empacho de caramelos a base de pura fortuna. 

No sé quien me estaba juzgando al levantar las monedas del suelo y el que te mira comer un yogurt a solas.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus