Inmortal "La leyenda de la sangre"

Inmortal "La leyenda de la sangre"

Naiara Sánchez

13/10/2014

Introducción. 

Has conocido el dolor en lo corta que ha sido tu vida, conoces la desdicha pues en tus carnes la has vivido, has conocido el dolor de la guerra, el dolor de la mentira… Te has levantado por la mañana, sabiendo que hoy alguien buscaría tu muerte hasta sentir que esta hallaría. Y sin embargo, nunca has tenido el suficiente valor de rendirte…. Nunca has pedido un momento de piedad en tu vida gris…

El amanecer sale de nuevo, y no comprendes porque el sol se esconde entre las nubes, para ti es fácil luchar y mantenerte fuerte, porque es solo esa sensación la que has conocido… Guerrera, solo tú sabes lo que has sufrido… pero nunca sabrás lo que sufrirás. Para ti, solo hay dolor, y acostumbrada a esa sensación convives con personas alegres en un mundo en el que te toco vivir… No conoces el cariño, más que el que tú a ti misma te has otorgado… Poca gente conoce tu sonrisa de felicidad, y muchos son aquellos que han visto tus lágrimas derramar…

Nadie se paró a preguntarte porque estabas triste, pero tu arma se alzó en el campo de batalla en el que siempre estuviste, te hiciste paso contra la maleza, luchando, acabando… con aquellos que te querían ver muerta. Eras una gran heroína, no reconocida… un peón en el juego que lucha por sobrevivir, olvidada en el silencio.

Pero ahora pequeña guerrera, tienes que afrontar tu destino, buscar aquello que nunca has sentido y vívelo… Descubrir el mundo desde otro punto de vista, conocer la felicidad y odiar el miedo. Porque eso es lo que ahora será tú vida… todo aquello que hasta ahora no habías vivido. 

Capitulo 1: Muertos en vida. 

Su ojo azulado no perdían ningún detalle de lo que estaba pasando, su mirada no decía absolutamente nada de sus sentimientos, escuchaba el llanto de sus amigas, sus hermanas, el llanto de aquella madre histérica, el dolor de todas las personas a su alrededor, ese dolor tan espeso que se podía respirar.

Miraba aquella tumba sin decir nada, sin sentir nada…

No la importaba quien está muerta, no la importaba que hubiera muerto, aquella que una vez considero hermana, algo mas que uña y carne, algo mas importante que su vida… 

Bajo la mirada al suelo, suspiro con parsimonia, y comenzó a andar para alejarse de allí.

Una mano fina de piel blanquecina, la paró en seco. Subió la mirada para ver aquella mujer, la líder del ejército en el que ella estaba. Sus ojos verdes intensos, recorrían todo su cuerpo, sin embargo, ella no había cambiando ni un ápice su rostro, seguía igual de impasible, completamente estática y en silencio. 

La mujer de cuerpo exuberante, marco a la chica que la siguiese, ella lo hizo. Atravesaron aquel cementerio, donde se hallaban un montón de mujeres soldado muertas. Miró una a una las lápidas que se cruzaban en su camino, todas tenían nombres, todas tuvieron algún destino, una historia que merecía la pena ser contada. Pensaba con rabia, el motivo que las habría llevado allí…

Quizás la edad, quizás una batalla perdida, quizás un amor de locos, quizás defender a alguien…

Su rostro se alzó dejándola libre de sus pensamientos. Miró donde la había llevado aquella mujer. Era el campo de entrenamiento donde solía ir con su batallón. Aun estaban las flechas clavadas en aquellos maniquís, algunas armas tiradas por el suelo, la arena de aquel lugar estaba levantada y había grandes surcos, que a luz del amanecer se hacían bastantes notables. El campo de entrenamiento, parecía desértico, como si nadie hubiese estado allí, después de una gran guerra. 

-¿Qué pasa, Eyucine? 

-Pandora. Ha muerto tu mejor amiga. Todo el mundo llora su perdida. ¿Por qué tú no?- La chica subió la mirada al cielo anaranjado, mientras mostraba una sonrisa irónica en sus labios perfectos. 

-Por qué para mí, murió en vida, hace ya mucho tiempo. 

-A una hermana no se la olvida, Pandora, es lo que te hemos enseñando desde que eras pequeña.- La guerrera se enojo, la miraba irritada, no querían que hablasen cuando no conocían nada.

-Yo no llamo hermana a aquella que traiciona y lo hace por la espalda. Esas que lloran falsamente su partida, son sus hermanas, a mí me perdió. – No deseaba escuchar nada más, la ponía histérica que la preguntasen que pasó entre aquella chica y ella. No lo iba a decir, era algo que sólo sus pensamientos podrían saber. No había nada más que hablar. Se alejo de allí, ante la vista de la Líder. 

Pandora era considerada una de las mujeres más fuertes del campamento, y como tal una de las más odiadas por sus iguales. Todas luchaban cara a cara en la batalla, y sé podía decir, que eran solo una. Pero cuando se daban la vuelta, todo eran rencores para ella. Para aquella niña, que sola estaba en un mundo de gente arrogante que la despreciaba. Desde pequeña, todo lo que tenía se lo tuvo que ganar a base de fuerza. Nunca nadie la regalo nada, al contrarío que a muchas de las que estaban allí. Ella siempre había sido, aquella persona que la sociedad quería ocultar por miedo a que fuese mejor que las demás.

Una mujer de curvas bastante provocativas, que portaba una pequeña tela que se ceñía como vestido de color negro, sujeta por un cinturón blanco debajo de sus senos, apareció al lado de Eyucine. Su pelo rubio recogido en dos trenzas caía por encima de sus senos, sus ojos marrones se posaron dulcemente en la líder, y está sonrío con una belleza exultante a la llegada. 

-Me gustaría saber que le pasa por la cabeza.- Murmuró 

-Querida mía, eso es solo algo que ella sabe, yo como la Reina de esta ciudad y lo que conlleva, sólo te puedo decir una cosa. Esa chica, será la clave para nosotras algún día. 

-Realmente, tengo miedo de que se cumpla lo que dices, nunca ha sido una chica en la que se pueda echar una gran confianza. En cuanto algo no la gusta, se va. Lo único que la mantiene aquí, es su edad. En cuanto tenga lo suficiente, se irá de aquí, sino vienen antes a por ella. 

-Ves, Eyucine, tú piensas racionalmente sobré cosas que a lo mejor no comprendes. Yo, escuchó el alma de las personas. Esa chica, vino aquí solo al poco de nacer. No conoce a sus padres, ni a sus hermanos. Sólo se tiene a ella sola en la vida, y busca encontrar aquello que la llene. Sin embargo, ella, daría todo lo que tiene por la gente de nuestra ciudad. Es una guerrera, que tiene un destino bastante marcado, pero que nunca se echará atrás. 

-Realmente, no creo que eso sea cierto. Desprecia a todas las demás de su edad, desprecia a sus compañeras, a su pelotón. El día que vengan a contratarla, intentara matar a quien la contrate. 

-Pero sólo, porque ella odia también. Escucha hija mía, para conocer a esa muchacha, sólo tienes que hacer una cosa. Y es… olvidarte de lo que parece, y conocerla por dentro. Sólo así descubrirás, que nunca ha querido ningún mal para nadie, sólo busca una manera de evadirse de aquella maldad que recibe, y sí… es cierto cuando se la otorgué la oportunidad de irse de aquí se marchará. 

Capitulo 2: Elecciones del poder. 

Pasaron varios meses después de aquel día… Y como cada día de su fatídica vida, se levantaba al toque de la sirena del alba. Llevaba toda su vida escuchando ese sonido agudo, que no solo la incordiaba sino que la sacaba de su ansiada paz. Como cada día, cogió su armadura  y la apretó fuertemente en su cuerpo, sus dos espadas entrecruzadas ocuparon rápidamente su posición de reposo, justo debajo de aquel arco que ocupaba su espalda.  Su pelo perfectamente liso, fue recogido con avidez en una coleta alta, dejando dos mechones sueltos al lado de su cara, que junto con su flequillo provocaba que se la viese completamente inocente, haciendo que su ojo derecho se escondiese. Bajo aquella armadura, se encontraban debajo de sus pantalones negros y una daga perfecta para el cuerpo a cuerpo, que apretada a su muslo por un agarre hacía que fuese su última defensa en caso de combate.

Fue directa al campo de entrenamiento, tras haber salido de los barracones donde dormían todas las muchachas guerreras de aquel campamento. Hoy había salido un sol radiante, a pesar del día gris que se formaba en la lejanía, todo el verde campo que cubría la ciudad se venía completamente esplendido, los animales como cada día justo después el amanecer surcaban el cielo, deseando ver algo que llevarse a la boca.

Pandora se mordía el labio mientras corría hacía el lugar de entrenamiento donde la tocaba formar, había escuchado ya el pitido agudo de la segunda llamada, y nunca la había gustado las represarías de aquel castigo. Hoy, a pesar de que todo había amanecido como otro día cualquiera de su desidia era algo distinto, solo que ella aun no sabía que aquel día marcaría el resto que le quedaba de vida.

Cuando llego a la formación sus ojos resplandecieron iluminados ante la atenta mirada de un hombre. Sus facciones varoniles no pasaron por alto, aquellos ojos azules brillantes, su pelo rubio perfectamente recogido en una coleta, sus labios perfectamente delineados, sus cuerpo perfectamente estructurado, su daga encajada a la perfección en uno de sus costados, sus orejas puntiagudas no pasaron desapercibidas. Sin embargo, a pesar de su similitud, sus ojos no se pudieron detener en observar más a aquel hombre, su maestra, estaba hablando con Eyucine. Con ellas estaban a su lado un hombre tosco, de constitución ruda, su barba negra tiznada como el carbón, su pelo alborotado poseía la misma tonalidad, sus ojos no sé quedaban muy atrás, poseían un color marrón realmente llamativo oscuro.  Otro hombre, de menos tamaño, más pequeño de lo que se podía imaginar estaba con ellos,era pequeño, minucioso, apenas pasaba del medio metro, sus ojos de un morado exagerado se veían realmente preciosos a lo lejos. Tenía dos pequeñas armas a los lados, y vestía una armadura que provocaba la risa de las compañeras de la formación, aunque lo silenciaban lo otorgaban en aquellas miradas cómplices que se otorgaban las unas a las otras. Por supuesto, ella estaba ajena de todo cuchicheo que se formaba a su alrededor.

-Que pintas mas graciosas.- Escucharon sus oídos en una de sus compañeras.

-Es horrible.-Río otra levemente.

Todas se quedaron en silencio profundo y formaron al unisonó cuando Eyucine se puso delante de ellas. El hombre rubio, se acerco a su lado.

-¡Levantaros! -Ordeno, y al unisonó todas formaron en la posición que había ordenado – Estos hombres que están aquí, han venido por un motivo aun más mayor, durante años la guerra se ha estado realizando, sólo algunas de vosotras, partirán para descubrir que hay más allá de estos muros. Quiero que a quien nombre de un paso adelante. 

La formación de aquellas diez chicas, se tensó, tragaron todas saliva, y cogieron aire, alzando su hermoso pecho. Sabían que siempre ha habido mercaderes que las habían contratado para la guerra, vivían en un pueblo que comerciaba y las entrenaba así, como mera mercancía.

-Elenia, Tiria, Bedruna, Pandora- Todas las guerreras dieron un paso hacia delante. El hombre pequeño, se acerco a donde estaba el hombre rubio. Pandora pudo ver como sus labios se movían, diciendo algunas frases que no llego a escuchar a pesar de la poca distancia que había. Sus pasos la habían alejado de la formación, y la habían acercado a aquellos líderes. 

-Ellas son mis mejores guerreras.- Dijo la líder del batallón, mientras miraba a cada una de ellas. Pandora se extraño de aquellas palabras, ella misma sabía que esa mujer no la quería en su equipo.

Aquel hombre tan pequeño de la raza de los gnomos, se acerco a la primera de la fila. Elenia era una mujer de cabello verdoso, poseía unas orejas puntiagudas, y unas facciones realmente de su etnia. Pasó de largo de las otras dos sin tan si quiera mirarlas, sin embargo, llegó a Pandora y paró en seco. Les llamó la atención la energía que desprendía la chica. El humano se cruzó de brazos y el elfo se acercó a donde estaba el gnomo. Ambos la miraron, ella dirigió su vista hacía ellos con total indiferencia. 

-¿Cómo te llamas, guerrera?- La pregunto el elfo. Ella sonrío de lado. 

-Si exiges mi nombre, primero dime el tuyo.- Contestó tan fuerte como siempre, decidida y sin miedo a las represarías. 

-¡Pandora!- La bramó su capitana- Haz el favor de comportarte, estás hablando con uno de los enviados de la ciudad de Miridan. 

-Yo no soy la que tiene que aprender la cortesía. Preséntate.- El chico sonrío, y la miró de arriba abajo con sus ojos azules. 

-Me llamo Ezherion, encantado- Cogió la mano firme y blanquecina de la muchacha, con sus guantes negros, y besó levemente su mano. Provocando la mirada de todas sus compañeras y el odio que se reafirmaba en ellas. 

-Me llamo Pandora, encantada.- Contestó ella su saludo, apartando su mano con cierta rapidez. 

-Me gustaría saber tu nombre, no tu apodo. 

-Ese es mi nombre.- Él sonrío. 

-Dígame… ¿Cuántas primaveras posee?-Preguntó con cierto tono de seriedad, sabía a lo que había venido solo tanteaba el terreno con gentileza. 

-Menos que tú, eso se lo aseguro.- Contestó ella irónicamente, y antes de que su capitana volviese a decir algo, le contesto evitando la reprimenda- tan solo dieciséis… 

Entonces el hombre moreno, que estaba atrás de todos ellos se acercó hasta la posición. 

-Dime mujer, ¿Qué armas usas con maestría? 

-El arco, la daga y dos espadas.- Contestó sin vacilar. 

-Quiero verte en combate, tienes la actitud necesaria para ello, buen temperamento y rigidez  pero quiero ver realmente tu maestría. Ezherion, comienza.- Y sin previo aviso, la espada del humano, acabo en manos de su contrincante inesperado. Se agacho esquivando el ataque, y dio varios saltos hacía la derecha, alejándose de la formación. Esquivo de nuevo un sutil y ágil movimiento que intento chocar contra su pecho, guío sus dos manos atrás de su espalda, rodeando su cadera. Saltó hacía atrás empuñando sus armas, apretó fuertemente el pie en el suelo, obteniendo la fuerza necesaria para abalanzarse sobre su enemigo. El hombre rápidamente hizo que el acero chocase, produciendo una batalla infinita en ese instante, donde el filo de la espada, chocaba incesantemente contra el otro arma. Ambos bramaron, y se echaron hacía atrás. Pandora comenzó a correr hacia su izquierda, pegó varios saltos, para esquivar a  su enemigo, el cual rápidamente aparecía donde ella estaba. La espada de Ezherion, rozó su larga y hermosa coleta, rápidamente, su boca se entreabrió cogiendo su arma, y con la mano recientemente desocupada, golpeo el estomago del rubio, este cogió su mano apretándola fuertemente y tiro de ella hacía abajo golpeando su espalda con la empuñadura de la espada, Pandora quedo indefensa, tirada en el suelo, pero se intentó defender, pegando una patada al elfo, este esquivo el golpe, pero calló encima de ella, poniendo a su vez la espada en el blanquecino cuello de la chica. En esos instantes, el humano detuvo la pelea. 

-Movimientos limpios, gran carácter, perfecta estructura corporal, gran dominio del terreno.- Enumero el gnomo.- No es mi campo, pero diría que esta mujer lo hace estupendamente.-Pasó desapercibido para todos aquella sonrisa pícara que le dedicaba a su compañero.

-Concuerdo contigo- Pronunció seco el humano.- Ezherion…- Iba a hablar cuando todos se fijaron en lo que estaba pasando entre los dos elfos. Él la miraba completamente alucinado, como si fuera la primera que veía la belleza de los ojos de aquella raza que todo el mundo hablo pero nadie vio, ella tenía el flequillo hacía atrás por culpa de la mano de aquel hombre, sus ojos azules relucían asombrados ante lo que veía. Ella bajo la mirada, y le golpeó.

brutalmente la mano del rubio. Se levanto del suelo con rapidez, mientras volvía la colocarse el pelo. Él también se incorporo. 

-Vuelve a hacer eso, y te mataré- Bramó enfadada y él aun en su asombro habló. 

-Eres una elfa de Sangre.- Todos aquellos miraron asombrados ante tal confesión. Ella era la típica chica que todo el mundo odiaba, pasaba desapercibida, y nadie le importaba su existencia. Ni siquiera ninguna de las personas allí presentes, ninguna de sus compañeras, ninguna de sus jefas, sabía que eso era así. 

-¿Y qué?- Bramó hastiada. 

-Existen pocos elfos de Natura.- Dijo él sonriendo, mientras que la miraba anonadado. Ella chistó mientras que bajaba la mirada, y su pelo cubría su ojo derecho. Nunca la había gustado que la gente mirase sus ojos de color azul, porque solo tenía uno de ese color. Su otro ojo era perfectamente verde, un verde precioso, un verde esmeralda, y ella lo detestaba. Tapaba su ojo con el color rubio de su pelo, y solo dejaba a la vista su ojo azul. Como el que esconde dos caras con miedo a ser descubierto.

-Esos elfos dominan el don de la batalla es una cualidad nata en ellos. Sus facciones son hermosas, y poseen los ojos de distinto color, existen muy pocos, porque otros seres se aprovecharon de ellos usándolos en su guerra. Todos los que quedaron en pie, se retiraron y vivieron sus vidas apartados de todos los demás seres. Cuanta la leyenda que todos ellos poseen un idioma que solo conocen los de su sangre, y no solo eso, además se pueden comunicar con cualquier criatura de la madre tierra.- Comentó aquel hombre moreno en alto, para que todos los oyesen.-También cuenta la leyenda que aún queda en pie una ciudad y que espera con fervor la llegada de su heredera. 

-¡Pandora no puede ser eso! ¡Pandora es una mujer egocéntrica y estúpida! ¡Ni siquiera sabe luchar decentemente! ¡Ni siquiera sabe defenderse! ¡Es estúpida! ¡¿Como ella va a ser de la raza mas épica de nuestros días, si ni siquiera sus padres la quieren!?¡Tanto a ella como a su hermano los abandonaron! ¡Y no me extraña, quien se atreve a tener una hija tan estúpida!- Gritaba Elenia enojada, cuando una flecha, se estampo justo entre sus pies. Pandora al otro lado, fijaba su vista en ella completamente enfadada e irritada.

-Mira mocosa.-Chistó enojada- Mis padres tienen más honra que los tuyos, porque a pesar de que ellos viven no te quieren ni ver. Y si vuelves a mencionar en tu sucia boca  a mi hermano de mi carcaj saldrá una flecha directa a la parte más vital de tu sucio cuerpo, y morirás, ten en cuenta que soy mas rápida que tú y lo sabes.- Amenazó con fuerza, mientras que su arco se tensaba. Ezherion sujeto su muñeca.

-Cálmate, no merece la pena que las almas de aquellos que odian te acechen por la noche lamentando su muerte. Esta noche partiremos al anochecer- La entregó un papel con la mano que tenía libre- Búscanos si aceptas venirte con nosotros 

Capitulo 3: En busca del Nuevo ser. 

Entró en la casa del chaman de la cuidad  sin llamar a la puerta, una vez allí saludo con alegría a la reina, y besó las mejillas de ésta, se sentó a la mesa. La comida estaba recién hecha y todo pintaba apetecible. El viejo chaman, contrastaba brutalmente con aquella mujer que denominaba esposa, él era pequeño, barbudo, tenía la cabeza rapada, y era de un porte bruto.  En aquella mesa de madera se sentaron los tres, comieron en silencio al principio. Más tarde aquella mujer comenzó a contar sus hazañas de hoy, y su marido reía emocionado. Pandora mostraba su sonrisa complaciente, como si mereciese la pena escuchar las palabras de aquella mujer. Sin embargo, a pesar de sus intentos en busca de parecer cómoda en aquella comida, las dudas la invadían la cabeza.

-Tengo una pregunta que haceros… ¿Sois vosotros quien habló de mí a aquellos hombres?- Pregunto mirando detenidamente su comida.

-La verdad es que sí, hija mía, llevas mucho tiempo aquí. Ni tú caes bien al pueblo, ni tú le quieres. Es hora de que partas, hija mía, aquí solo aumentas tu desdicha. Son compradores, ya sabes la política de los campos de entrenamiento, las personas que viven aquí no tienen dinero apenas y entrenamos a los hombres y mujeres con la certeza de que algún día abandonareis esta ciudad para convertiros en grandes soldados y así sobreviváis a la necesidad del dinero.

-Pero mi señora, fuiste tú la que me acogió en el pueblo… ¿Cómo es que ahora quieres que me vaya?

-Pandora, a nosotros tú nos consideras las únicas personas que merecemos tu atención, y te lo agradecemos, pero aquí, pequeña, no tienes nada que hacer, no te gusta la gente, te desaniman, te pasas todo el día en el bosque, y te sientes sola. Pandora, tienes que irte de aquí, porque no te dejan vivir, porque no eres feliz. Pequeña mía, yo junto con mi mujer, te hemos criado desde que tus padres murieron, y hemos sufrido contigo la muerte de tu hermano, y por ello, hemos creído, que deberías buscar nuevos horizontes, buscar algo donde sentirte feliz.- Dijo aquel hombre sabio, y ella calló mirando su plato. Sabía que en aquel lugar no era feliz, pero tenía pavor a buscar nuevos lugares, sabía que la gente era mala…. Y no quería descubrir a más gente así. Pero cerró sus ojos, y aceptó lo que aquellas personas la habían dicho, pues han sido los únicos que han conseguido sacarla una sonrisa. 

Capitulo 4: Sentimientos a flor de piel. 

No sabía cómo sentirse cuando se subió a lomos de aquel corcel blanco, y para qué pegarlo, tampoco supo que sentir cuando se despidió de los que la acogieron en la ciudad. A pesar de que eran dos personas, se encogió su áspero corazón, y sintió verdadero terror, cuando se alejó montada en aquel animal. Pero lo que más la asustaba era todo lo que podía pasar, no estaba acostumbrada a no saber que podía pasarla, pero era una sensación que comenzaba a gustarla según iba pasando el tiempo. Montaba en un corcel completamente blanco, su pelo rubio, estaba recogido en una trenza que caía elegantemente por su espalda, hasta llegar a más de la mitad de esta. Su carcaj estaba en la posición más adecuada, y como todos los arqueros contaba con las flechas idum, las cuales hacían que  se multiplicasen una y otra vez, dando por resultado munición infinita, gracias por supuesto a la tecnología y a la energía que habitaba en el mundo. Llevaba sus dos espadas a cada costado, en vez de llevarlas en el bajo de la espalda, por comodidad principalmente a la hora de montar. No la gustaba hacerlo y menos cuando tenía que compartirlo con otra persona. En cambio, aquel hombre estaba tranquilo, y mostraba su parsimonia. Pandora se agarraba a la cintura de éste, llevaba los ojos cerrados, y la cabeza apoyada en su espalda. Él sonreía ante este gesto. 

-Pandora…- La llamó 

-¿Sí?- Pregunto ella. Minutos atrás mientras abandonaba la ciudad… Entendió que ya no era Pandora… una más entre miles de chicas. Ahora era, una guerrera elegida para la batalla, que debía respeto a sus superiores, y que nada sería como fuese antes. 

-Deberías tener los ojos abiertos, nunca sabes que te puedes encontrar. Cuando menos mires el propio viento será tu enemigo, y eso puede resultar fatal. 

-Sólo cuando cierro los ojos la naturaleza me habla, siempre estoy alerta.- Se separó de él, sin soltarle la cintura- ¿Por qué me habéis reclutado?-Preguntó la duda carcomía su cabeza. 

-Es raro que aceptases sin preguntar nada.- Sonrío esperando desde hace tiempo esa pregunta. 

-Lo sé, pero ahora quiero conocer cuál será mi destino. 

-Verás nosotros somos de una ciudad algo lejana aquí, Miridan. Luchamos por mantener la paz entre los dos mundos quebrados por la avaricia de hombres locos por el poder, y para ello buscamos gente excepcional. Nos pusimos en contacto con la reina de vuestro pueblo, y ella nos hablo de ti, pero lo que  menos esperábamos es que fueses un elfo de sangre. 

-Es raro ver a uno…-Reconoció. Realmente ella dudaba que hubiese otros… mas allá de aquella ciudad. 

-Sobretodo tan puro como tú, estoy casi seguro, de que cuando duermes puedes observar el futuro de aquellos que te rodean, como si fueras un druida o un chaman viendo la vida. 

-Me gustaría, pero yo no hago esas cosas… Mi mayor logro, es poder hablar con la naturaleza.

-Hueles igual que un amanecer, la misma frescura de la mañana, tu sangre es pura y bella, se nota solo con mirarte a los ojos- Comentó él, provocando un sonrojo en su piel completamente blanquecina. Ella sonrío dulcemente, a pesar de que nadie la veía. 

-Supongo… Más tarde quiero que me cuentes, si no es mucha molestia, el por qué de todo… En nuestro pueblo, había mucha información inconclusa. 

-Está bien, te contaré todo cuando descansemos. 

Pandora suspiró y miró como el humano llevaba con elegancia las riendas de una yegua hermosa, parecía completamente despreocupado, y no le molestaba nada al gnomo detrás de él, que iba jugando con un aparato completamente extraño para ella. Suspiro tranquilamente mientras que se dejaba mecer por el trotar del corcel. No sabía que sería de ella, y tampoco la preocupaba. Había decidido ser un alma libre, vivir aventuras, buscar algo que la hiciese feliz. Dejaba un hogar donde solo dos personas la habían amado… Ahora buscaba uno, donde una persona la quisiese tanto, como ella se merecía. Nunca fue difícil ser como ella era… Distinta a los demás, se ocultaba en sí misma, ponía caparazones, escondía sus emociones… Ya la habían hecho mucho daño.

Los animales pararon de golpe, y se tuvo que sujetar brutalmente a la cintura de Ezherion. Ante sus ojos habían aparecido más de cuatro personas. Se fijo en esas personas, bandidos, de distintas razas. Juraría que eran dos orcos, un kesuke… y una pequeña bestia. El chico bajo rápidamente de caballo, justo a sus tres compañeros, Pandora tropezó intentando bajar, pero no llego a caerse.

Miró donde se encontraba como hacía antes de aquella batalla, lo único que sus ojos avistaron a ver fueron arboles, árboles frondosos llenos de hojas verde oscuro a su alrededor, su corteza marrón, y el poco sol que entraba entre las hojas, el camino era arenoso y estaba lleno de piedras. El gnomo se acercó a ella con rapidez. 

-Usa esto si tienes problemas.- La dijo dándola un pequeño artefacto. Lo cogió entre sus finas manos, y lo miró con una ceja levantada. Ezherion sonrío a la vez que aquel humano. 

-Tendrá problemas.- Susurró el elfo, y su compañero hizo un amague de risa. Ambos desenfundaron sus armas. Las posiciones cambiaron, colocándose el gnomo delante de él rubio, y éste atrás del todo, Pandora estaba a su lado.  Los bandidos no dijeron ni una sola palabra, en seguida se abalanzaron sobre ellos. Aquel hombre moreno, movió su arma en una perfecta sincronía con su cuerpo, y esquivando el ataque de su enemigo, pronto golpeo limpiamente en su estómago, sin embargo, el enemigo se resistió, y moviéndose hacía un lado intento atacarle en su flanco derecho, levanto el hacha, y justo cuando le iba a dar, una flecha se clavó en el hueco de su armadura, golpeando justo en el cuello. Él sonrío agradecido al rubio. Cuando Pandora se quiso dar cuenta el gnomo, acababa de cortar brutalmente el cuello al kesuke, al parecer, se dio cuenta de que el gnomo era un asesino, sus dos pequeñas dagas atravesaran perfectamente el cuerpo de un enemigo tantas veces como el quisiese. Pandora emitió un chillido, cuando noto que fugazmente el lobo se abalanzaba sobre ella, ¿Cuándo había llegado hasta allí? Se preguntó, lo único que tenía en la mano era el instrumento que le había dado aquel hombrecillo, intento accionarlo, pero no encontraba el botón, cada vez el lobo estaba más cerca de ella, lo volvió a intentar… Nada, el lobo salto encima de ella. Metió aquel aparatado en la boca del Lobo, cuando cayó al suelo por el peso de aquel animal. Mordió y devoro aquella molestia de artefacto, su color blanco definía que era una perfecta máquina de matar, un ser creado solo para la destrucción. Los cachos de aquel inventó cayeron al suelo, Pandora intento buscar su arma, pero no la encontraba, levanto la pierna derecha intentando buscar su daga, y justo cuando la encontró, la boca del lobo se acercó rápidamente a su cabeza, justo en ese momento, una flecha impacto contra el lomo del animal, provocando un gran gruñido en él. El elfo salto encima del lobo, quitándole de encima de ella. Pandora suspiro aliviada, y busco con sus ojos donde estaba el orco, sin embargo, puedo encontrarle en el suelo, con más de una flecha clavada en su espalda. Su respiración entrecortada, la decía claramente “Espabila, ya no estás en el campamento” sus ojos aun llenos de inocencia pudieron ver como aquel muchacho que tan buena impresión la había dado, degollaba y mataba sin pestañear a aquel animal que minutos antes podría haber sentenciado su muerte. 

-No es por ofender, pequeña, pero…. deberías tener cuidado- Bramó seriamente el humano, mientras limpiaba sus arma en las ropas de sus enemigos. Ezherion sonrío mirándola, tenía la cara machada de sangre, al igual que las manos. 

-Perdónale, ya conocerás a Hercles, es un poquito borde, pero es un genial compañero- Sonrío claramente, y se acercó a ella, que intentaba calmar su corazón que aun seguía dando botes. Se acercó hasta su oído, y la susurró levemente- Deberías tener más cuidado, odio mancharme la cara.- Pandora abrió los ojos impresionada. La frialdad y la dulzura con la que lo había dicho, la había dejado anonadada. 

-¡Oh, vamos! No seáis cruel con la chica, no fue su culpa no saber usar mi inventó. 

-¡Pero si no funcionó!- Bramo ella. 

-Oye, mis inventos funcionan siempre, bonita- dijo acercándose a ella. Llego a donde estaba.- Eres tú muy mala.- Declaró haciéndose el ofendido. Pandora le cogió por la malla y le alzó. 

-¡Fue tu culpa!- El gnomo comenzó a darla patadas en el estómago. 

-¡Eh, suéltame, arpía rubia!

-¡Reconoce que fue tu culpa! 

-¡Ha sido tuya, arpía, bájame!- La gritó dándola con más fuerza. Ella lo soltó haciendo que se cayese de culo. 

-Esta te la guardo… – Dijo el gnomo alejándose de ella, mientras tocaba su trasero ahora herido. Pandora se río entre dientes, aquello había sido demasiado peligroso, mas allá de las pruebas a las que había sido sometida. 

Capitulo 5: Entrenamientos al alba. 

-Vamos despierta- La llamaba Ezherion, nada más salir el amanecer. – Vamos, vamos… 

-Déjame cinco minutos más, por favor- Se quejó mientras intentaba darse la vuelta ignorando al rubio, este cansando, la cogió del cuello de la camiseta, y la arrastró un rato por la fría hierba. Pandora pego un salto levantándose brutalmente. 

-¿Pero qué haces?-Le pregunto malhumorada. 

-Vamos, no tengo tiempo que perder contigo.- Dijo fríamente. Pandora trago saliva, y cogiendo sus armas se acerco hasta su posición. Comenzó a seguirlo campo a través hasta llegar a una pequeña llanura donde el sol daba con bastante precisión, los arboles colindantes contrastaban con el verde oscuro de los interiores, su corteza era más blanquecina, y resplandecían con mas belleza que los anteriores, un precioso río se colaba por algunas rocas, contrastando con aquella luz radiante que emitía el sol, volviendo sus aguas cristalinas. Sin previo aviso el elfo se abalanzo sobre ella con su daga que a pesar de serlo, era bastante larga. La atacó por el flanco derecho, y ella esquivo torpemente, saltando hacía atrás, él la siguió, aprovechando un descuido de ella, cogió con más detenimiento el arma en su mano derecha, volvió a atacarla, provocando que ella tropezase y cayese al suelo. 

-¿Qué pasa?- Preguntó ella cuando aterrizó. 

-Pasa que no te sabes defender de improvisto… ¿Por qué en el campamento sí?  

-Me lo esperaba- Contestó ella mientras se levantaba del suelo, cogió sus dos armas, y esta vez fue ella quien se abalanzó sobre Ezherion, este sonrío cuando vio que aquella espada le rozó un mechón del pelo, saltó hacía atrás y se agachó, extendió su pie, y la golpeo justo en la espinilla. Pandora bramó de dolor, y saltó por encima de él. Una habilidad completamente de los elfos, era su gran capacidad para saltar y esquivar. Al caer, se encontró como él apareció en su espalda con la daga rozándola el cuello. Pandora sujeto su muñeca, soltando sus dos armas, y arañó con fuerza el brazo de este hasta que consiguió que soltase el arma. 

-Estas hecha toda una gata- Río el elfo cuando se levantó y vio su brazo, completamente desnudo llenó de heridas.- Optaré por ponerme la próxima vez la armadura.- Reflexiono mientras se acercaba al río, a lavarse la herida.- Ese acto no te hubiese servido de nada, si fuera tu enemigo, ahora mismo estarías muerta. 

-Lo sé- Contesto ella mientras se acercaba al río con él. – Espera, déjame curarte eso, nunca se sabe la de enfermedades que se pueden coger en heridas pequeñas.- Dijo y tocó la fina piel de Ezherion, sus ojos se concentraron en las heridas, pero su mano no podía dejar de acariciar a aquella piel blanquecina tan suave, cogió un poco de agua, y limpio la herida profundamente con una pequeña tela. 

-¿Eras médico? 

-Digamos que es lo único que aprendí, después de años de formación.- Sonrío a duras penas, mientras miraba los ojos azulados del rubio, se quedo evadida en ellos,  por un momento olvido todo lo que existía, su corazón dio varios vuelcos, y en un abrir y cerrar de ojos volvió a la realidad que la rodeaba. 

-Está bien, pequeña tigresa, córtate esas uñas, y prepárate esta noche llegaremos a tu nuevo hogar- Contestó con una sonrisa de lado, completamente propia en él, y se alejó. Pandora le miró marchar mientras aun calmaba su corazón. Suspiro buscando un motivo a tal aceleramiento, era cierto que aquel hombre le parecía, totalmente guapo, pero no entraba en su razonamiento aquello que podía haber provocado aquel contacto físico, y pensó que fue por culpa de aquel despertar tan brusco que había tenido. 

Mientras ella miraba el río. Ezherion se acercaba a donde habían pasado la noche. Nada más llegar el hombre moreno, le miró con una ceja levantada y una expresión picara en la cara.

-Es guapa- Dijo seriamente, a pesar de que estaba provocando a su mejor amigo.

-¡Oh, ya ves, qué mujer!- Contestó el gnomo. 

-No está a tú altura, enano- Contestó con una sonrisa el rubio mientras soltaba las riendas de los cabellos. 

-Menos bromitas ¡Eh, elfo!- Se quejó odiaba que hablasen de su estatura. 

-Lo que tu digas, pequeño- Río, mientras que acariciaba el lomo al animal.- ¿Necesitas que te aupé?- Preguntó con ironía cuando el gnomo se acercó al corcel. 

-¡Ja, Ja, Ja!- Ironizo imitando una risa,- Pisaré tu tumba…-Le amenazó siguiéndole la broma. 

-No podrás estará demasiado alta- Contesto con una sonrisa. Hercles se acercó a ellos, el elfo le pasó las riendas de su animal.

-Ocúpate de la chica, debe de llegar viva, si es una elfa de sangre, no sólo conseguirá ser fuerte, sino que tendremos una buen líder para las tropas. Todos los muchachos buscaran su aprobación. 

-Buscaran sus curvas, no te mientas… 

-Lo sé, son hombres, Pero Minison, cualquier mujer será suficiente para levantar el ánimo. 

-No la trates como un objeto, esta chica, cambiará la vida del campamento.- Comento el rubio, subiéndose al caballo. 

-¿Y en qué te basas para decir eso?-Preguntó cruzando sus brazos a la altura del pecho.

-En nada importante… El rey quiere una elfa de sangre y nosotros se la llevamos, la única que habrá en toda la ciudad… Revolucionara a todos y no solo eso… Será una reina.

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