Esta  noche no  ha podido  conciliar el sueño. Esa ansiedad es la misma  que había sentido hace muchos años, cuando tuvo que tomar la decisión de abandonar Puerto Escondido. La primera vez que tuvo que huir. Piensa  que las circunstancias ahora  son diferentes. Los hijos ya están crecidos. Tienen su profesión y se defienden solos, pero de su  decisión  volverá  a depender la seguridad de toda la familia. .Eso es lo que le preocupa .No su propio destino.

Es  una mujer que ha vivido lo indecible en este mundo .Y precisamente por eso, no ha vivido. Se considera una sobreviviente. No sabe si en medio de todo lo que le ha pasado, ha contado con suerte o Dios la ha protegido .En algunos momentos de su vida ha sido creyente, en otros no. Pero como dicen, a todos nos llega la hora. Puede ser fiel a sus ideas y llevar a cabo los planes que tiene dispuestos. Lo malo es la incertidumbre de lo que les pueda pasar a sus seres queridos.

El amanecer con el cantico de los pájaros y el canto del gallo, la encontró despierta. A pesar de sus  temores, ya había tomado una determinación. Aceptaría su postulación a la candidatura  al senado por el nuevo partido de renovación. Toma una  ducha con agua fría y se  arregla. Se sienta frente al espejo y observa las ojeras por la noche de desvelo. Se coloca los aretes que le regaló Eladio .Fue su  último regalo antes de su muerte  .Han pasado ya casi  treinta años, pero siempre que tiene un acontecimiento importante los usa. Considera que es una forma de recordarlo .Es como una especie de amuleto .Después de su muerte tuvo otras dos parejas. Pero  ahora considera que Eladio ha sido el hombre de su vida .Además, de ser el padre de sus  hijos.

  La muerte de Eladio estuvo relacionada con sus aspiraciones a ser alcalde  de Puerto Escondido .Esa es la razón por la  que sus hijos no se cansan de insistirle,  que eso de aspirar a cargos públicos es de mal agüero en la familia. Siempre que alguien de la familia ha participado como candidato a unas elecciones, ha terminado en tragedia. Igual que a Eladio, lo mismo le ocurrió a Luís, el tío  de Carmen.

Ese  día, habían llegado de la finca y Eladio bajó los bultos de plátanos  y las cantinas de leche de la camioneta. Ella llegó a la cocina  a preparar el almuerzo. Los niños estaban con Lucía, la mamá de Carmen. Ella vivía con ellos desde su matrimonio con Eladio, ya que Carmen era su única hija y siempre tuvieron una relación entrañable. El  almorzó con los niños y luego se recostó un rato en la hamaca .Se despidió de Carmen y le comentó que se reuniría  con los compañeros de la lista del concejo y esa fue la última vez que lo vio con vida. Le dijo que la amaba y le dio un beso de despedida  antes de subirse a la motocicleta.

Eladio, al igual que su padre  pertenecía al partido conservador  por tradición familiar, pero era un hombre en su forma de ser y en algunas ideas bastante liberal.  Tal vez, por eso, fue el primero del comité municipal del partido en tomar en cuenta el ofrecimiento de una alianza electoral con la Unión patriótica .No valieron los argumentos de los más recalcitrantes conservadores que se opusieron hasta el final.

-Hombre, Eladio van a decir  que nosotros estamos de acuerdo con la guerrilla. Tú sabes que en esta zona la cosa está caliente y no  nos podemos exponer a estos señalamientos. Decían con vehemencia  algunos miembros de la lista.

El aducía que contrario a lo que ellos pensaban, era la oportunidad de taparle la boca a los violentos y permitirles participar en la democracia .A la vez, que ya no tendrían argumentos los paramilitares para continuar efectuando sus acciones de amedrentamiento y muerte en la región.

Fueron varias horas de acalorada discusión .Hasta que se llevó a cabo la votación. Se tomó la decisión de realizar la alianza con la Unión Patriótica con un reñido conteo de siete votos contra cinco. Una vez, se firmaron las  actas respectivas, salieron y se despidieron en la puerta de la oficina. Eladio  alcanzó a avanzar unos cincuenta metros en la motocicleta, cuando la moto de los sicarios lo alcanzó y se escucharon dos detonaciones.

Los dos compañeros que aún permanecían en la sede, corrieron hasta el sitio y encontraron a Eladio caído a un lado de la moto en medio de un charco de sangre. Con ayuda de unos vecinos lo subieron en una camioneta y lo trasladaron al centro de salud. Cuando el médico rural realizaba maniobras de reanimación de una manera bastante improvisada y con escasos recursos tecnológicos, Eladio falleció.

Carmen estaba  bañando a Jorge el hijo menor, cuando Ezequiel el mejor amigo y compadre de Eladio llegó con la noticia del atentado. Cuando oyó el tono de  voz de Ezequiel presintió lo peor.

Dejó al niño en el cuarto con Lucía y salió a hablar con Ezequiel .El corazón le latía a mil por hora.  Cuando el compadre le dijo que lo sentía, que nada se había podido hacer y que esos hijos de puta habían matado por la espalda  a Eladio, sintió que se moría .No recuerda bien el resto .Se tiró al suelo y sus gritos de dolor se escucharon en toda la cuadra. Lucía le dio un agua de valeriana  y cuando  se encontraba un poco más calmada se dirigieron al centro de salud.

Eladio estaba cubierto con una sábana blanca en el improvisado salón, donde se realizaría el levantamiento del cadáver. En el centro de salud no había sede de medicina legal y las necropsias las hacía el médico rural en el mismo centro de salud. Carmen solicitó ver a Eladio antes de la necropsia.

Al levantar la sabana, exclamó  – ¡Negro, negro! ¿Por qué me has dejado sola?  . Ahora cómo voy a vivir sin ti ¡Ayúdame Dios mío!

Luego vinieron los trámites de rigor de medicina  legal y los interrogatorios policiales a ella y a los testigos del hecho. Como siempre el comandante de policía le dijo que se realizarían exhaustivas investigaciones hasta capturar a los responsables.

El entierro de Eladio fue muy concurrido  .Vinieron delegaciones de los pueblos vecinos y asistieron trabajadores de todas las fincas del municipio. Concurrieron a la ceremonia fúnebre representantes departamentales del partido conservador. Aunque, la versión más aceptada de la muerte de Eladio  era una retaliación de la ultraderecha del partido y de los paramilitares, por  su interés en realizar alianzas electorales con un grupo de izquierda como era la Unión patriótica ,circulaba otra , en la cual se decía que era porque Eladio no le quiso dar unas reses al grupo de autodefensas de la región, como una cuota o vacuna obligada que ellos exigen a todos los finqueros  .De todos modos , fuera la razón que fuera ,esta acción cumplía con un objetivo primordial. Atemorizar a la población y advertir que se castigaría cualquier señal de apoyo o aproximación con grupos que aceptaran  la elección de representantes de la izquierda en la región.

Carmen luego del novenario  de Eladio, se enfrentó a la realidad de su nueva vida. Una mujer joven de veintiocho  años con tres niños de ocho  años, la mayor y cinco meses el menor.

Sentía que con Eladio había terminado su vida. Pero miraba a sus hijos y en medio de su dolor, una fuerza interior  le decía que debía luchar por sacar adelante a estos niños .Al otro día se levantó muy temprano  y sin desayunar se encaminó hacia la finca en la camioneta. Aunque ella siempre se había dedicado más a las labores de la casa, en ocasiones acompañaba a Eladio a la finca, en especial cuando era día de pago a los trabajadores. Afortunadamente, había un hombre de confianza, que llevaba de capataz de la finca  diez años, ese era Miguel Polo. Se sentaron en el rancho y Carmen le manifestó su decisión  de continuar manejando la finca en reemplazo de Eladio. Le dijo que ella reconocía que  era inexperta en este campo, pero quería saber si contaba  con el apoyo de Miguel.

Él le dijo – Doña Carmen, yo tengo un compromiso muy grande con su familia .Don Eladio me permitió trabajar acá en momentos en que yo estaba muy mal .Como usted sabe yo venía como dicen con una mano adelante y otra atrás .Eso nunca lo podré olvidar, así que cuente con todo mi apoyo y colaboración para sacar adelante  esta finca .Yo tengo una deuda de gratitud muy grande con su esposo y ahora usted lo representa.

-Le agradezco su deferencia Miguel, usted será mi mano derecha de ahora en adelante.

Miguel había llegado a Puerto Escondido, como desplazado de la masacre de Pueblo Nuevo, que fue el inicio de las incursiones de los grupos paramilitares en Cesar y a través de un familiar que  vivía en el pueblo, se decidió venir, conoció y comenzó a trabajar con Eladio. Por su honestidad y experiencia con el manejo del ganado, Eladio lo  nombró capataz al poco tiempo de su arribo al pueblo.

  Carmen se tenía que multiplicar. Salía bien temprano para la finca y a pesar de que Lucía le ayudaba en el cuidado a los niños, ella quería estar a la hora del almuerzo para estar con ellos y además, porque aún estaba lactando a Jorgito el más pequeño. En el transcurso del día no estaba un minuto quieta .Probablemente, esta también era una forma de no pensar en Eladio y mitigar su dolor. En la noche, sola en su cuarto, lloraba quedito para que los niños y Lucía no lo notaran. Sentía un vacío inmenso cuando se acostaba en la cama, que compartió con el padre de sus tres hijos. El cansancio  al fin la llevaba al sueño, abrazando la almohada que usaba Eladio.

Transcurrieron tres meses y cada día se habituaba mejor a la rutina de finquera, y a la vez, ama de casa .En las elecciones a la alcaldía ganó el candidato opositor a Eladio, el de un nuevo movimiento, del que se decía era patrocinado por los nuevos grandes propietarios de tierras .Un domingo en la noche asesinaron a las afueras del pueblo a Germán Tinoco un concejal de la Unión patriótica, amigo de Eladio. Era un hombre tranquilo, que tenía un pequeño predio en la vereda donde quedaba la finca de Eladio.

Este hecho volvió a atemorizar a los pobladores de Puerto Escondido. Se rumoraba además, que cada día era más frecuente la presencia de forasteros del interior, la mayoría con acento antioqueño , que ofrecían compra de predios e iban acompañados de hombres fuertemente armados, en camionetas último modelo, que nunca se habían visto en el pueblo .Algunos vecinos de la finca habían vendido intimidados o porque en realidad necesitaban el dinero.

Al mes siguiente asesinaron a los otros dos concejales de la unión patriótica y comenzaron a circular amenazas contra los campesinos de pequeños predios que no habían querido vender sus parcelas.

Carmen continuaba su rutina diaria con el convencimiento que ya había pagado su cuota de sacrificio y dolor con la muerte de su esposo.

Esa mañana llegó a la finca muy temprano, a la hora del ordeño.

Estaban con Miguel y dos trabajadores alistando las cantinas, para depositar la leche, cuando llegaron ocho hombres fuertemente armados, que descendieron de una camioneta con vidrios polarizados.

El que parecía el comandante del grupo, un hombre alto, moreno y de ojos verdes, se dirigió a la entrada del ordeñadero.

-Doña Carmen, Buenos días

-Buenos días señor, ¿Qué se les ofrece?

-Usted sabe mi señora, que estamos en guerra frontal con la guerrilla, que tanto daño ha hecho a los finqueros de la región, por lo tanto necesitamos su colaboración para la causa.

-¿A qué tipo de colaboración  se refiere?

-Es sencillo y es lo que estamos pidiendo a todos, es una donación de diez reses.

-¿Diez  reses y eso  cada cuanto?

-No lo sabemos exactamente señora .Puede que sea cada seis meses .Usted sabe que aunque hemos dados buenos golpes, aún no está exterminada esa plaga, por lo que todo depende de cómo nos vaya en nuestra tarea.

-Entiendo.

-Pero, doña Carmen no lo tome como una perdida, tómelo más bien como una donación por una buena causa.

-Mi situación en este momento no es fácil .Acabo de quedar viuda.

Carmen hubiera querido decirle en la cara al comandante, que ellos habían matado a su marido, pero se contuvo.

-Lo siento mucho, pero la colaboración es igual para todos.

-Bueno, si así son las condiciones  tocará cumplirlas .¿Cuándo pasarían por las reses?

-En tres días pasarán los muchachos por ellas .Gracias doña Carmen por su apoyo .Con permiso.

Una vez arrancó la camioneta de los paramilitares, la entereza de Carmen se desvaneció. Comenzó  a temblar y a llorar.

¡Desgraciados, me matan al marido y ahora, quieren dejarme sin ganado!  ¡Esto es el colmo!

Miguel que había estado atento a la conversación, la ayudó a sentar en una butaca y le acercó un vaso con  agua.

-Esa gente es muy peligrosa, patrona.

-Sí lo sé Miguel, pero yo no voy a colaborarle a esos asesinos. Eladio no me lo perdonaría.

-¿Y entonces, qué vamos a hacer señora Carmen?

-Mañana trasladamos el ganado al potrero del compadre Félix .Yo hablo con él hoy en la tarde.  Ustedes dejan cerrado el rancho y no vuelven  a la finca hasta nueva orden.

-Si esa es su decisión, así se hará mi señora .Pero sobra advertirle que esa gente no se anda con cuentos.

-Sí Miguel. Nadie más que yo, lo ha vivido recientemente. No crea que no me da miedo. Pero la rabia y la memoria de Eladio pueden más que el temor a esa gente.

Tal y como se planeó las reses fueron llevadas  en su totalidad al predio de Félix Valderrama, otro  compadre de Eladio. Carmen acordó un pago por el uso de los potreros y el cuidado de las reses, mientras se resolvía la situación.

El sábado siguiente  Carmen salió en la mañana con los tres niños a la casa de Flor, su cuñada. Se celebraría una fiesta infantil para celebrar el cumpleaños de Lina su sobrinita.

Los dos hombres vestidos de paisano descendieron de la moto y tocaron en la puerta .Lucía se asomó por la ventana contigua y les preguntó qué se les ofrecía.

-Buenos días, doña, ¿Está la señora Carmen?

-No señores ella no está. ¿Cómo para qué sería?

-Es para un negocito que tenemos pendiente.

-Ella salió, pero no sé a qué horas vuelva. ¿Quieren  dejarle la razón?

-No señora, nosotros volvemos más tarde. Hasta luego.

Lucía observó a los dos hombres dirigirse a la motocicleta. Pudo distinguir las pistolas que portaban en la parte posterior del pantalón, dejando ver su empuñadura más claramente, al subirse a la moto.

Lucía cerró la casa y salió rápidamente a buscar a Carmen en casa de Flor.

-Está claro .Ahora vienen también por mí, dijo Carmen, mientras se cubría la cara con las dos manos.

¿Y qué vamos a hacer, mija?

-No hay otra salida mamá. Nos toca abandonar el pueblo.

-¿No se podrá hacer otra cosa, por ejemplo avisarle a la policía?

-Ay mamá, no sea ingenua. Eladio tenía supuestamente protección de la policía y mire lo que pasó.

-Sí, tiene razón Carmen.

-Además, puede que ellos vengan por mí, pero yo no puedo poner en peligro a los niños y a usted mamá.

Flor intervino: cuenten conmigo para lo que necesiten.

-Gracias cuñada. Yo creo que nos toca salir esta misma noche. Sería que ustedes dos fueran con mamá y sacaran  lo indispensable y luego de aquí salimos para el terminal de transporte.

¿Y a donde se piensan ir?

-Yo creo que sería a San Bernardo, ¿no es cierto mamá?

-Sí mija, allá vivimos muchos años hasta la muerte de Matías ,allá naciste  y además están mis dos hermanos, agregó Lucía.

En la tarde Lucía, Flor y Rubén, el esposo  de Flor, pasaron por la casa de Carmen y recogieron rápidamente la ropa y los artículos indispensables para ellas y los niños. Se turnaron en la vigilancia de la puerta de entrada y cuando salieron ya de noche en la camioneta de Rubén, dieron varias vueltas para estar seguros  que no los habían seguido.

Rubén fue a comprar los tiquetes del bus que salía a las ocho de la noche para Montería y así permitir que Carmen, Lucía y los niños llegaran justo al momento de abordar el bus. La idea era dejarse ver lo menos posible.

En la casa de Flor, Carmen les dio instrucciones para que ni ella, ni Rubén se acercaran más a la casa del pueblo o fueran a la finca. Lo único que les  recomendó, fue que le avisaran a Miguel y a los demás trabajadores que pasaran a recoger lo que les quedaba en la finca y dejaran bien cerrado el predio. Ella después arreglaría con don Félix lo que quedara faltando de lo de las  reses .Más adelante decidiría si las podía tener o si se iban vendiendo.

El bus salió  a las ocho como estaba previsto .Tenían que llegar a Montería y de ahí transbordar y tomar otro bus hasta San Bernardo. No sabían cuánto tendrían que esperar en la estación de buses de Montería  .Los niños afortunadamente se durmieron, apenas arrancó el bus.

Carmen le dijo a Lucía – Esperemos que no vayan a hacer retenes durante el viaje los paramilitares. Sería terrible si alguno de ellos nos reconoce.

Al cabo de una hora de viaje, el bus paró. Subieron dos hombres armados con fusiles y uniforme camuflado. No se identificaron como pertenecientes al ejército. Tampoco dijeron a qué grupo pertenecían. Hicieron descender del bus sólo a los hombres. Les pidieron papeles de identificación y les preguntaron, donde vivían, para dónde iban, en qué trabajaban .

Carmen y Lucía se tomaron las manos y rezaron varios padrenuestros y avemarías .El grupo era de unos diez hombres fuertemente armados y con radios de comunicación. Retuvieron a dos muchachos de unos veinte años .A los demás pasajeros los dejaron subir y el bus continuó su camino.

-Esos eran paramilitares  mamá, dijo Carmen.

-Sí  mija, gracias a Dios que no nos conocieron y no les dio por hacernos preguntas.

Llegaron a Montería casi a la medianoche. Carmen llevaba alzado a Jorgito el más pequeño, todavía dormido. Las dos niñas las despertó Lucía y el ayudante del bus les ayudó a bajar las dos maletas .Se instalaron en una de las bancas de la terminal. Iba a ser una noche larga. El bus hacia San Bernardo salía hasta las cinco de la mañana. Juntaron dos bancas y acomodaron allí los niños, que a pesar del calor pronto volvieron a dormirse. Carmen y Lucía se turnaron para descansar por ratos, mientras una cuidaba a los niños y las maletas

Carmen pensó en ese instante, cómo le había cambiado la vida en unos pocos meses. De tener un buen esposo, una parcela que les daba para vivir, una casa en el pueblo, y se pudiera decir, que una vida tranquila y feliz, ahora todo se había desmoronado .Era una viuda joven, con tres hijos pequeños, sin poder regresar no sabe en cuánto tiempo a su casa y a su  finca .En esas divagaciones se encontraba cuando anunciaron la salida del bus hacia San Bernardo.

A pesar de que creció cerca  de sus tíos y les tenía un gran afecto, no le atraía la idea de tener que vivir como arrimada y además con tres bocas más que alimentar .Pero reflexiona y sabe que no hay otra salida. Era escapar o perder la vida .Esa gente no le había dejado alternativa.

Llegaron cerca de las ocho de la mañana a San Bernardo. Carmen recordó el recorrido  del colegio de Santa Gertrudis hasta su casa materna. No notó un cambio significativo en las fachadas de las casas del pueblo, salvo algunos nuevos negocios nuevos.

Los tíos Luis y Javier  los recibieron con un desayuno, que les dijeron que era, como Dios manda: huevos, patacón, bollo de yuca. Los tíos se turnaban para alzar y jugar con los niños. Luego vino el momento de relatar con detalle los sucesos y pormenores de la inesperada escapatoria de Puerto Escondido.

-Oye Carmen, pero ¿Cómo puede quedar la finca abandonada?, tenemos que hacer algo, dijo Luís.

-Tío creo que hay que esperar un tiempo, a ver si las cosas se  calman. Yo pensé que con la muerte de Eladio había sido suficiente para ellos .Pero no, esa gente no tiene límite en su sevicia y ánimo de poseer todo.

-¿Y será que la justicia no les pondrá freno?, preguntó Javier.

-No hijo, eso todos están amangualados, esa gente ha comprado todos los estamentos y los jueces están entre esos. Fíjate la investigación del asesinato de Eladio no va en nada. No hay sospechosos detenidos, no hay interés, intervino Lucía.

-Bueno, por lo menos aquí esos grupos no han entrado al pueblo .Se sabe de algunas incursiones en dos veredas, pero en la cabecera municipal, aún no, dijo Luis.

-Esa gente ha cogido mucho vuelo por toda la zona de Puerto Escondido .No hay en este momento actividad económica o política en la que ellos no intervengan, agregó Carmen.

-Qué tristeza que regiones tan prósperas se vean dominadas por estos grupos de bárbaros y la gente trabajadora tenga que salir corriendo. -Yo creo que ellos deben tener el apoyo de más arriba, desde la gobernación y la presidencia, porque no se explica que puedan actuar tan tranquilamente, concluyó  Luis.

-Sí debe ser tío .De otra forma no se explica que por ejemplo en Puerto Escondido teniendo una base del ejército a menos de diez minutos, ellos permitan que los paras anden amenazando y matando y ellos no intervengan.

-Bueno mama y sobrina, ustedes saben que para nosotros es un gusto poderlas recibir junto con los niños .Esta será su nueva casa a partir de hoy .Ya hemos hablado con Javier y convenimos que se queden aquí en mi casa .Hay más espacio y el patio está adecuado para que los niños jueguen, puntualizó Luis.

-A mí lo que me da es pena tenerlos que incomodar tío. Pero trataremos de no ser una carga tan pesada. Yo aspiro conseguir un empleo y poder arrendar una casa. Todo dependerá como dije antes, de  cómo sigan las cosas en Puerto Escondido, dijo Carmen.

La casa de Luis tenía cinco cuartos amplios y una cocina que daba al patio que al final tenía palos de mango, limón y naranja. Julia su mujer tenía una tienda en el plaza principal y él era profesor de secundaria en el colegio municipal .Tenían dos hijos de veinte y diecinueve años, que estudiaban en la universidad en Medellín. Por eso la casa se veía muy amplia sin los muchachos decía Luis.

Javier era técnico agropecuario y vivía con Teresa en una casa pequeña en las afueras del pueblo, no tenían hijos.

Ambos desde el colegio tuvieron militancia política en las juventudes comunistas y ahora eran simpatizantes de la Unión patriótica .Asistían a reuniones políticas, pero por ahora no habían aspirado a ser candidatos a corporaciones públicas.

  Pasaron seis  meses y las noticias que llegaban de Puerto Escondido eran poco alentadoras. Rubén venía a San Bernardo una vez al mes y traía información y dinero. Habían llegado a un acuerdo con Don Félix, respecto a que él se encargara de sacrificar las reses de Carmen y enviarle lo recaudado con Rubén. Los paramilitares estaban invadiendo las fincas abandonadas argumentando con testaferros que originalmente eran de ellos y con la complicidad de registrador y notario, creaban escrituras falsas y se iban apropiando de los terrenos .Muchos propietarios de pequeñas parcelas habían optado por venderlas por lo que les ofrecieran, pues ya sabían que de todos modos los iban a desplazar. Tenían que escoger entre la vida o la tierra.

En el pueblo imperaba la ley del terror y continuaban los asesinatos de opositores políticos al alcalde o de periodistas que se atrevieran a publicar columnas o emitir comentarios contrarios a los paramilitares. Los indigentes o los asaltantes menores eran desaparecidos y aparecían, cuando aparecían, muertos cerca del río .Era común ver en establecimientos públicos convoyes, donde se encontraban oficiales del ejército con hombres con uniformes similares, pero que portaban insignias que decían AUC.

El panorama era desalentador y no propicio para el regreso de Carmen a Puerto Escondido. La estancia que había considerado transitoria, ahora parecía ser indefinida. Estaba ayudando en el negocio de Julia y con lo que llegaba de las reses, contribuía al sostenimiento de la casa.

Pasado un año en San Bernardo, Carmen decidió que iba a terminar el bachillerato. Se matriculó en el curso nocturno del colegio de Santa Gertrudis, donde había estudiado hasta cuarto de bachillerato, antes de casarse con Eladio.

Las aulas del colegio no habían  cambiado y los patios donde jugaba con sus compañeras eran los mismos. Se entusiasmó mucho desde el inicio de las clases. Le costó, eso sí, adquirir de nuevo la costumbre de leer  textos, luego de tantos años  de labores de ama de casa y de ayudante de finca. En la jornada de la noche casi todos los que estaban terminando el bachillerato  eran trabajadores de las bananeras, la mayoría de Chiquita  Brands, la antigua Unit Fruit Company, famosa por la masacre de las bananeras de 1928.

Mientras tanto en Puerto Escondido, la situación se había agravado. Por los reportes de Flor y de Rubén la finca de Eladio, prácticamente se había convertido en centro de entrenamiento de los grupos paramilitares de la región. Llevaban reses robadas a finqueros de la región, para que sirvieran  de alimento a las tropas en entrenamiento. Había una petición de Don Félix, para que le permitiera vender las reses, que aún tenía de Carmen en su finca, ante la inminencia de que los paras  llegaran a robarlas. Carmen le mando decir  que sí .Preferible negociarlas más baratas, que dejárselas a esos desgraciados, les dijo.

Rocío la niña mayor  de Carmen, ya había entrado al colegio. Ambas se divertían diciendo que estudiaban en el mismo colegio. Una por la mañana y otra por la noche.  Carmen estaba pensando en la posibilidad de vender la casa del pueblo en Puerto Escondido. El tener esto en mente le causaba mucha tristeza. No quería abandonar ese sitio, que era como un símbolo de la vida compartida con Eladio, donde nacieron sus hijos, donde fueron felices hasta que llegó la plaga que acabó con todo lo construido.

Pero había que ser realistas. No había perspectiva respecto a que el dominio paramilitar en esa región terminara .Todo lo contrario. Eso significaba que era nula la posibilidad de retornar al pueblo .De otra parte, a pesar de la hospitalidad de su tío, ya era hora de independizarse y tener su propia casita en San Bernardo. Cada vez más lo niños necesitarían más espacios, al igual, que ella misma.

Dentro de grupo  de compañeros de estudio en el colegio, se destacaba Aníbal Mendoza, un moreno alto de unos treinta años. Había nacido en Apartado, le había tocado dejar el estudio por la muerte de su padre y  trabajaba desde hace  casi diez años en la industria bananera .Hace cuatro años con Chiquita Brands ,donde formaba parte de la directiva sindical desde hacía dos años .Le gustaba leer sobre todo de política y estaba con Carmen en el grupo de estudio y algunas veces se reunían por fuera del colegio cuando les tocaba presentar trabajos colectivos

Aníbal la invitó a que observara las reuniones sindicales que realizaban los sábados cada quince días y Carmen comenzó a asistir.

Carmen empezó a interesarse por las luchas políticas realizadas por los trabajadores bananeros desde los años veinte y toda la represión que habían sufrido durante los diferentes gobiernos. A la par de leer la documentación sindical y política que Aníbal le facilitaba, comenzó a leer Cien Años de Soledad de García Márquez. En clase de literatura la profesora había mencionado que el realismo mágico en esa novela, tenía mucho que ver con lo que ocurrió realmente en la época de la matanza de las bananeras ocurrida en 1928. A Carmen le impactó el pasaje donde se hace referencia a la masacre, “En tres cocinas donde se detuvo José Arcadio Segundo antes de llegar a la casa le dijeron lo mismo «no hubo muertos.». Pasó por la plazoleta de la estación y vio las mesas de fritanga amontonadas una encima de otra y tampoco allí encontró rastro alguno de la masacre.»

Pensó en Aníbal y sus compañeros y anheló que la historia no se volviera a repetir

Al verla con este inesperado interés, el tío Luis, quién también era líder sindical del magisterio, le proporcionó  abundante material sobre historia política y lucha sindical en Colombia .Entonces, hubo un cambio en los hábitos de Carmen, entre semana  estudiaba los libros de las tareas escolares y cuando tenía un tiempo libre se dedicaba a leer los  libros y materiales sobre política y diversos temas sociales que Aníbal y Luis le habían facilitado. En la noche una vez llegaba del colegio, revisaba las tareas de ellos y los acostaba, ya no acompañaba a Lucía y a Julia a ver las novelas o los noticieros de televisión, se iba al patio trasero donde había una mesa de estudio y dos hamacas y allí duraba por lo menos hasta medianoche leyendo y terminando sus propias  tareas.

En San Bernardo se iniciaba por esas épocas los movimientos y preparativos  para el proceso electoral para elegir alcalde y concejales que se efectuaría en el año siguiente. Luís estaba en una lista preliminar para el concejo por parte de la Unión patriótica. Lucía estaba preocupada y cada vez que podía le decía con insistencia:

–  ¿Y tú, para que te vas a meter en esas cosas? Ya tú  tienes tu estabilidad. Además, con lo ocurrido  con Eladio ya tuvimos bastante, ¿no te parece?

–  Hermana, hay que tener conciencia política. No podemos dejar que se nos metan al pueblo los bandidos esos, que quieren tomarse todo a la fuerza. Si les dejamos el espacio libre, ellos se lo van a tomar, le respondía Luis.

  En las reuniones sindicales de los trabajadores bananeros, el tema electoral estaba también el orden del día .En el sindicato mayoritario, al cual pertenecía Aníbal era claro el apoyo a la izquierda representada en la Unión Patriótica. Existía otro sindicato minoritario, patronalista, el cual apoyaba al candidato que surgiera de la alianza de conservadores y liberales, y al cual también apoyaban los directivos de la empresa.

Carmen a medida que asistía a las reuniones sindicales y  leía los materiales políticos que Luis y Aníbal le proporcionaban ,entendía mucho mejor la situación de dominio de esas fuerzas oscuras ,que ya tenían todo el poder coaptado en municipios como Puerto Escondido y que intentaban lograrlo en todo el departamento y la región  .Era evidente que ellos no actuaban solos .Para lograr sus objetivos tenían el beneplácito por acción o por omisión del gobierno central y departamental .Además ,de las fuerzas militares y los entes de control . De otro modo, no se explicaba su expansión acelerada y todas las muertes, atropellos y desplazamientos en las tierras donde ellos operaban  con una  total impunidad.

En las clases de Sociales, Carmen discutía con el profesor sobre el contenido de la Constitución. Por ejemplo en el artículo que dice, “El estado garantizará el derecho a la vida y honra de todos los colombianos”.

Esto suena muy bonito profesor .En el papel está muy bien, vaya a ver si eso se está cumpliendo en la realidad. Si eso fuera verdad yo no sería viuda, ni estaría desplazada de mi pueblo profesor, como muchas otras mujeres y familias de la región, concluía.

Lucía, había notado el cambio ocurrido en  Carmen desde hacía un año, en su forma de pensar y actuar. Además, conocía de sus alcances y lo voluntariosa que era cuando se le metía una idea en la cabeza.

– Mija, está bien que lea y estudie para superarse, pero no se meta en esos temas de política .Eso es más cuestión de hombres. A nosotras nos ha tocado siempre  el estar pendiente de la casa y los hijos .En la familia ya es suficiente con que a Luis, ahora le haya dado por ser candidato al concejo, ¿no le parece? , agregaba Lucía.

-No mamá .Yo respeto su posición, pero no estoy de acuerdo. Precisamente yo creo que todos debemos participar, mujeres y hombres, para que esto cambie. Yo no quiero que a mis hijos les toque vivir en el futuro, lo que ahora nos pasado a nosotras. Yo quiero que vivan en un país donde de verdad haya libertad, paz y seguridad. Donde se respete la vida y la propiedad de las personas, recalcaba Carmen.

-Ay mija, si Eladio la oyera hablando así, no la reconocería.

-La vida nos va haciendo cambiar, a golpes todos vamos cambiando, mamá.

La relación  con Aníbal, cada día se hacía más estrecha. A medida que Carmen conocía más la problemática de los trabajadores bananeros, entendía el poder omnímodo de las compañías extranjeras en este caso el de Chiquita Brands. El poder económico de esta compañía que llevaba un siglo en el país  y fue la misma que protagonizó  la masacre de las bananeras de 1928 , solo que en esa época se llamaba la United Fruit Company , ha podido desviar las investigaciones y ha mantenido durante todos estos años  la impunidad de los asesinatos de tantos trabajadores , mujeres y niños que fueron sacrificados por soldados colombianos, o sea el mismo pueblo matando al pueblo , pero obligados por sus superiores a defender los intereses de  una compañía extranjera .

Todo esto le hacía  tener claridad de la arrogancia y egoísmo de los poderosos, que no les importaba pasar encima de seres humanos, con tal de preservar sus jugosas ganancias económicas. Sentía solidaridad con todo ese sufrimiento acumulado  de la población. Antes pensaba que su dolor y desarraigo al ser desplazada por los paramilitares, era algo muy personal .Ahora se daba cuenta que mucha gente había sufrido y ahora sufría, al igual que ella, la arbitrariedad y despotismo de los que tenían el poder militar y económico en el país.

Luís se encontraba muy activo en reuniones con el magisterio y con el grupo intersindical que venía funcionando desde hace un año en el pueblo. Empezaba la campaña para el concejo municipal de San Bernardo .El pensaba que ya era un buen momento en el país, para que se permitiera a los sectores de izquierda llegar al poder por la vía electoral .No estaba de acuerdo en la estrategia de las diferentes formas de lucha. Para él la lucha armada no llevaba a ninguna parte y ya habían sido suficientes treinta años de guerra, que había ocasionado un desangre innecesario a la población.

Llegaban rumores  a San Bernardo de la organización de nuevos  grupos financiados por los dueños de grandes extensiones de tierra que según ellos, habían conformado para luchar contra la guerrilla. Decían estar cansados de las extorsiones, vacunas y secuestros a que eran sometidos por los grupos alzados en armas. Querían tener su propio ejército, porque no se sentían del todo protegidos  por las propias fuerzas armadas .Decían que uno de los líderes de este movimiento era de apellido Castaño, provenía de una acaudalada familia antioqueña y que él, al igual que toda la familia quería venganza, porque la guerrilla había matado al papá hace unos años.

Rubén consiguió vender la casa de Carmen en Puerto Escondido y con ese dinero y algo más que sobró  de la venta de las reses que quedaban donde Don Félix, Carmen pudo comprar una  casa pequeña a dos cuadras de donde vivía Luis. Las dos niñas mayores están ya muy adaptadas en el colegio .Carlitos el menor es el único que durante el día sigue siendo cuidado por Lucía.

Corrían las versiones sobre los autores de las masacres en el departamento de Córdoba en ese año . Las cuales habían ocurrido en las veredas denominadas  La mejor esquina y El tomate . En la primera fueron asesinados veintisiete campesinos, incluidos menores de edad.. Se decía que esta acción la había cometido un grupo que se autodenominaba los Magníficos,como una serie de televisión norteamericana ,que estaba de moda en esa momento. La vereda El Tomate acababa de salir de una fuerte temporada invernal ,por los desbordamientos de los ríos Sinú ,San Jorge y  Canalete ,cuando irrumpieron en la localidad treinta hombres vestido de camuflado ,fuertemente armados que se desplazaban en camionetas último modelo .Sin importarles la presencia de mujeres ,ancianos y niños iniciaron una lluvia de balas y arrojaron granadas ,para luego quemar varias viviendas .

 

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