Final Feliz: Novela negra sobre Mafia China y corruptos.

Final Feliz: Novela negra sobre Mafia China y corruptos.

“Un cuento chino”

(Una novela que nunca se publicará).

DEDICADO: a mis tres mujeres.

PREFACIO

Todo se congeló: eran las 5:34 de la madrugada. Los dos periodistas, auténticos mercenarios de la noticia estaban apalancados detrás del contenedor de basura.Los dos plumillas tragaban píldoras rojas con cazalla para mantenerse alertas. Escondido en puerto de Calusa. Junto a la entrada  supuestamente vigilada por la  madera portuaria. Ni piso franco de apoyo,  ni gaitas. Los teólogos tienen razón: nos convertimos en aquello que detestamos. Él nunca había querido ser periodista. Pero aquí me tienes, pensó:”Las cinco y media de la mañana y pelado de frío tras unos narcos de mierda”. Al final todo se resolvía con seguimiento «a zapato». Los dos reporteros parecían flipados, cara de zombis, con labios azulados por el frío.

Detectaron el coche de Picoletolandia, que iba sin camuflar, con  tres agentes dentro.Uno de ellos con pajarita de sarga.

Les habían dado el soplo: traerán de madrugada un gran alijo.Hay cosas que esperas toda la vida. Concreta la  gestalt.  Novedad: Tres meses antes les habían desaparecido seis toneladas de cocaína en las mismas narices de la Policía. La droga, procedente de Boyacá, Colombia estaba depositada para su destrucción en un almacén seis calles más abajo de la  cementera donde iba a ser destruida. Un  trabajo interno. Sin riesgos y con mucho dinero de por medio.  Refuerzo del chantaje: el topo había hablado.  Infalible, como la pitonisa délfica del onfalos de Grecia: Nueva redada. Droga china traída de un barco panameño de bandera de conveniencia. El número del negrito: nadie sabía nada. Estaban depositados  como decomiso del Servicio de Vigilancia Aduanera  y resguardados en una de las naves adyacentes a la dársena del muelle de la Aduana. Se habían guardado allí temporalmente porque la cámara acorazada estaba ya llena de droga decomisada y, sencillamente, no había espacio para más. Unos Verbrechers (unos delincuentes no filiados a partido político alguno) ,  con la inestimable ayuda de algún topo dentro del sistema de la Autoridad Portuaria. Golpe limpio. A tiro hecho. Dar el golpe. La metafísica del callejón sin salida de un topo que necesita dinero y canta la Traviata. Había costado hacerle creer que el Periódico pagaría, pero tragó el anzuelo. Se le dieron seiscientos mortadelos de adelanto y la promesa de 12.000 más si la información cuajaba en exclusiva. Uno de los periodistas acumulaba odio.  Era su séptima noche esperando escondido la llegada del nuevo alijo. Nervios de punta. Podía oler la testosterona derramándose por sus poros. Retrataría a su Jefe de Redacción como un depredador despiadado. Siete días  haciendo guardia todas las noches para confirmar el soplo. Su gestalt cambiaba cada hora, pelado de frío y con la humedad de la noche entrando en sus huesos.  Vio el coche, puso los ojos en blanco y dio gracias al Dios de los Periodistas: acertaron, de paso, dio un codazo y despertó al fotógrafo, adormilado por la pizza y la cerveza.

Los agentes de la Benemérita traían un nuevo alijo y esta vez, los chicos de la prensa, hush-hush, estaban sobre la pista. Nuevo cargamento recién decomisado. Los plumillas están radiantes: ha valido la pena el madrugón: Foto. Foto y Foto. Llevaba treinta y dos años llevando sucesos. Siempre buscando la Gran Exclusiva y ganas tenía ya de dar la campanada y el retiro más que merecido. Regar las petunias, pasear, beber vino y visitar todos los Vermeer del mundo. Pasan cinco tensos minutos.  Se esconden detrás de un macizo de hortensias: estudia cinco años para luego darte barrigazos detrás de un contenedor, buscando una exclusiva. Todo se congeló y adquirió forma de constelación. Pocos minutos después, claxon y más mogollón de coches policiales, siempre a la estela de los Picoletos. Pirulos azules por doquier. Anota, plumilla: Lo has conseguido. La exclusiva. Pero sé humilde, que tus grandes reportaje de de hoy envolverán el pescado de mañana.

El fotógrafo logra varias instantáneas más del vehículo: big NO-NO. Flash y suspense. Autarquía y cojones: Pero no le detectan los civilones.

-Cincuenta segundos y nos vamos,

Están entretenido a la entrada del Muelle número dos: almacén de Estupas. Están identificándose y dialogando con el soñoliento policía portuario. Son tres guardias. Con unas pintas de espanto. Cara de sueño, adormilados y con barba de dos días.  Parecen una pandilla de narcos sin afeitar. Pero se les ve contentos: han pillado cacho.

-“Seguro son de la EADA”, musita el  Periodista 1 al Periodista  fotógrafo 2,  que le responde con un silencio sonoro, valga el oxímoron. Hace demasiado frío bajo la  tenue  luz del Aldebarán nocturno. Los dos, de liturgia: se meten una pequeña explosión nuclear  a base de ginebra Tanqueray y ron agitado con un palillo Rumaki. Anota, hermano: quita el frío y la sangre vuelve a fluir por las venas. Mejor que el brandy Tres Torres como saltaparapetos en el frente de Kolpino».

Rápidamente abandonan la zona, antes que las cohortes de maderos los detecten.

Tumulto a las seis de la mañana. Razón: Hay un centro de adictos que trata a los  heroinómanos del Puerto de Akraleuka, en donde se congrega la peña a las 7 de la mañana para, entre palmeo y alharacas, jolgorio y cachondeo. Esperan  su diaria ración de brown sugar, que Papá Estado les suministra Gratis Total, mientras el currante normal, que no prueba las drogas se deja los cuernos trabajando como un Hijo de barragana. Para que los demás, los que son adictos a la heroína puedan cojer Air Jaco. Paga Papá Estado Español. Gratis Total. Marchando otra de gambas, Manolo.!  Ángeles adictos a la Metadona versus agentes del CPN de paisano. De vez en cuando los Policías dan una batida en la zona.  Anota.Motivo:  Hay  droga a barra libre. Y los  Policías saben que, tarde o temprano, cuando el mono achuche, los que tienen cuentas pendientes con la Justicia se darán un garbeo por el supermercado. Traducción para los que no hicieron la ESO: que  hay un centro para dependientes, y todos los seguidores del jaco, los adictos a la Metadona  hacen cola esperando a que abran el centro para drogodependientes.  Cadáveres flambeados con el  alcaloide de Sertürner.Ojos radioactivos por la sustancia marrón que se meten  en vena. Los tiñalpas están ya en cola dos horas antes de que les abran el Supermercado de la droga legal de las botellitas de plástico, entre desperdicios . Los vapores de  Efedrina china  low cost  que trae Huang y su Banda de Chinitos impregnan los matorrales de gris maligno.

El tumulto hace que  ni la madera ni los zumbados no detecten a los dos periodistas, que se largan en su coche aparcado dos manzanas más adelante, sin que les tatúen la espalda con plomo. Incursión a pijo sacao para llegar a tiempo para la edición de la mañana. Los linotipistas, con las manos de color sepia se quejan y asientes. Meter la noticia a tiempo de la edición de mañana: DOSCIENTOS SESENTA KILOS DE COCAINA DECOMISADOS.

Se habla de un tal Huang, un nuevo señor de la Guerra. Huang el Chino, el dragón devorador. Su marketing: envuélvete en una nube atómica de marijuana: Deconstruye tu dilema.

La Santísima Trinidad, versión mafia china: dólar, yen, euro.

Los periodistas salen de su escondite. Se van contentos con las fotos realizadas. Detrás dejan un gran prisma anfetamínico  cubriendo una pequeña franja del cielo. Su contacto (eufemismo de su jefe: “es un informador pagado”)  luego les confirma que hoy han trajinado a dos tipos orientales que llevaban  59 condones en el intestinos llenos de Mefedrona. La nueva droga: se vende como si fuera abono para las plantas y te deja el cerebro como pulpa de guacamole. Un noventa por ciento de pureza  y recién traída de la República Checa.  Chequia.  La meca de las anfetas.  Sólo el año pasado se descubrieron 459 laboratorios.¿Quién está detrás de éste bisnes? Su primer pensamiento: traición instantánea.

Además de las pirulas, también pillan diez bolsas de flores femeninas de afgano de primera calidad a unas dos libras por bolsa. Y además hay diez tabletas de la Cofradía de la Virgen Blanca de Boyacá, Colombia.Noventa y cinco por ciento de pureza. Las tabletas, bien prietas y comprimidas, forradas de plástico tienen un palmo longitud, y pesan entre 900  gramos y un kilo. Pablo Escobar  insistía en que todas pesasen lo mismo. Van marcadas con  motivo en forma de estrella de cinco puntas. Los muleros están socarrats y con la piel desvencijada. Logo del Señor Huang, el Nuevo Puto Amo. Sorprende que un oriental traiga la coca de Colombia, pero y sólo de momento, los chinos no logran cultivar el arbusto con eficacia. El Lord Amarillo. El chino de los cojones saca todos los meses  veinte bolsas del corte inglés llenas de billetes de 50 euros. La leyenda urbana de billetes de 500 es falsa, los billetes de 50 son más fáciles de  falsificar.Y  más fáciles de hacerlos circular sin despertar sospechas. Bussines is Business.

Luego, ya en el Redacción, los plumillas se atizan dos cafés desinfectados con Baccardí y entran en calor. Su topo les confirma  que hay dos mendas  detenidos. Redadas triviales. Los dos detenidos son orientales, uno es un armario ropero de uno setenta, una  montaña de huesos, tendones y le faltan dos dedos de su mano izquierda, pero compensa  esta merma con  y ciento seis kilos, no de grasa; Cuerpo  lleno de tatuajes. El  otro  chinito es el otro más  delgado,  lleva unas Rayban, camisa de seda  y el pelo color naranja. Última moda en Hong Kong. No es que se  nieguen a declarar: es que no tienen ni  idea de español. Pista amigo: tatuajes ceremoniales y mutilaciones rituales. Saca tus  propias conclusiones, hermano mercenario de la Pluma: Triadas o Yakizas. Haz tu apuesta.

Los dos periodistas son los notarios del reino. Si no fuera por ellos el Zampolit del Gau soltaría las cuatro trolas habituales. Las que se traga la población, tonta y sorda. Con los oídos llenos de fútbol. En la Redacción llegan más detalles sobre la movida nocturna. Agitación en las esquinas de las calles. La policía tapa el tema diciendo que es otra reyerta entre los julays heroinómanos que todas las mañanas reciben su dosis gratis en  las dependencias de Drogodependientes entra La Ciénaga y Ensamche, que están a menos de 300 metros de donde está el nuevo alijo. Desviación informativa. Tu intuición periodística la camufla el Director de Prensa del Ministerio de Sanidad. Uno que, en su lápida pondrán, “se murió de puro tonto”. Desinformación. Pone su cara habitual de «Oh, mierda, he visto a  Jesús», cuando le haces una pregunta en la Rueda de Prensa, Ni confirma , ni desmiente,La profecía revelada. Los dos periodistas saben que en la Rueda de Prensa, eufemismo para designar un breve discurso de treinta segundos, el Delegado lo negará todo.  «Existe un mudo que no podemos ver. Existe separadamente del mundo real». El macarra funcionario les dará todas las pistas desinformativas falsas.  Leerá un informe falso y  luego detendrá  a los sospechosos habituales. Nombres, fechas y lugares. Conferencias de prensa tipo Corea del Norte. Su primera  suposición: bomba de gas para ocultar pruebas y choque psíquico simulado. Nunca digas la verdad.

CENTRALITA COLAPSADA CON RUMORES DELIBERADAMENTE FALSOS. SÓLO LOS DOS PERIODISTAS SABEN, POR SU TOPO, LA VERDAD. HAY UN NUEVO MACHO ALFA. UN CHINO DESCONOCIDO. HUANG.

Ataque de risa de los que no creen. Abandonan la Conferencia de Prensa. Salid como mensajeros y difundid la Buena Nueva: Zona Huang. Largaos, sudacas. Territorio Prohibido.Verboten. El  darwinismo oriental ha triunfado. Nuevo nicho ecológico: camello ecuatoriano, mulero colombiano, bolivarianos de medio pelo, apartaos: ha llegado Huang. Es estricto y no hay sitio para  todos: salid con disimulo de la Zona Amarilla. Compraos Alka setzer. Huid y viviréis. Firmado: Huang. Celebradlo con Martini  de menta y largaos. Difundid la Buena Nueva: La Mafia China,  vulgo triadas,ya está aquí. 

Sayonara, Colombia. Bienvenido El  Puto Amo Amarillo.

CAPITULO I

Montllor apuró su bebida, sin ganas. Vermú de garrafón, con el gusto amargo del tanino  falsificado en la venta Vargas.

-No sé por dónde empezar.

-Por el principio. Con método, responde displicente Camarasa, mirando filosóficamente su vaso lleno hasta los tres cuartos de brandy Torres. Entrar en  Nirvana. Calor.

-Esta es la grandeza escopofílica de éste trabajo, señala su  binomio, licenciado en alcoholes y glicoles. Mira  el vaso  lleno de  huellas y lamparones de grasa adherida de dedos de cien camareros;  bebe un  mai-tai masivo. “Lo que tenemos que hacer es  ir con el guión en la mano. Sin prisas y sin pausa”.

El Jefe  les había dado el mismo sermón de la montaña cientos, miles de veces. La misma cantinela que  repetía con gesto hosco con sus grandes manos y cara colorada y apoplética: Hay que ir con mé-to-do. Señores. Mé-to-do.

Monllor ya no estaría para muchas discusiones dentro de unos minutos cuando las pirulas le hiciesen efecto. Mataría a las neuronas de la lucha contra la autoridad y admitiría seráfica la  semántica del Jefe: se limitaba asentir y a cumplir órdenes. Medía casi uno noventa y tres, pero siempre iba poco erguido y casi con miedo de imponer su autoridad a base de estatura. Hoy vestía unos mugrientos jeans con lamparones, una camisa beige mal abotonada y botas tipo Coronel Tapioca, como si fuese de excursión a la selva a ver indios motilones, tócame los cojones.  Se comió una de las cerezas del marrasquino del  vaso de un cliente previo. Le importaban un huevo el SIDA. “Que, por cierto,  no se coge bebiendo en vasos usados por otros , además me da igual: Total: yo tengo ya la Hepatitis C.”. Dijo, mientras se apuraba el culo del vaso del licor del anterior cliente. Eructó.

Camarasa, mucho más bajo, escasamente uno sesenta, y sudando como un puerco dentro de bareto: acercándose/ apoyándose  en él:

-¿Podrías  aclararme un poco eso?

-«Todos estos casos terminan enmierdándose». Hacía calor.  Lloverían penalizaciones. Sigue el manual de Buen Policía  y no protestes. Proverbio mongol: “Al amanecer no alces tu mirada jactanciosa a los estratocúmulos y la hermosa salida de sol: mira abajo no pises mierda de yak”. No discutamos y sigamos las instrucciones/ tonterías que el Jefe con su cara de cura refroqué y sus ademanes de sheriff desfasado nos manda hacer, pero no te plantees la  lógica en éstos casos: sólo somos material fungible.

Cumple sus órdenes. Ya sabes: al que se mueva, le quitan la red  protectora. En pelotas y sin derecho a cobrar Paro.”, respondió socrático, cínico y empezando a colocarse del aroma de Hash que impregna el cubil donde están. Camarasa, tiene ya empapados sus sobacos y gruesas perlas de sudor caían por su frente, manchándole los crisstales de  las gafas metálicas. El estar medio bolinga hace que el vaso de bebida caiga al suelo, aumentando la entropía del local y convirtiéndose en metralla de cristal.

Su compañero mira a cámara lenta. Brotes y vaharadas de etanol le salen por los oídos, mezclándose con  el olor a azufre de un descenso a los infiernos, pero sin Virgilio de acompañante: eres un madero perdedor, no lo olvides.

Su colega lo cogió por la pechera de la camisa, antes de que se cayera. Los botones de la camisa salieron disparados dándole en la cara de un selecto parroquiano, apalancado como un Studebaker sin baterías  en la barra que defecó verbalmente  en sus muertos más recientes, eso sí, por lo bajini, que el olor a brotes de bardana amarga y a Maderolandia llegaban a los extremos de la barra. Camarasa tartamudeó y blasfemó, gozoso. Camarasa, en medio del atronante sonido de los bafles a toda machaca del bar. Camarasa, ebrio y hepático. Sabe que les ha caído un caso complicado. Ya veremos, dijo un ciego.

  Habían salido cariacontecidos del despacho del Jefe, escocido por las palabras duras y certeras del Comisario-Jefe.  El Baranda, con su metro setenta y su pelo negro azabache, parecía uno de esos mamelucos que Goya pintaba, rostro cetrino, mala eche por arrobas que compensaban su talla chaparra. Después de la reunión y el chorreo correspondiente, habían salido de la oficina del  comisario Jefe  el dueto  Camarasa ,panzudo y bajito y Montllor, gigante esquelético con aspecto apergaminado y piel reseca.

Se  habían tirado de cabeza al primer cuchitril, lleno de mierda kármika, mugre por arrobas. En la puerta del bar bucearon en la Laguna Estigia para ahogar en marrasquino y etanol sus penas, que eran muchas y variadas. Habían aparcado su  buga, un viejo Renault 14  pintado de negro, con dos dados colgando del espejo retrovisor, en un  zafio intento de ser los Starsky y Hutch españoles, con la tapicería imitación de  piel de imitación de leopardo descolorido de los asientos del sedán. Estaban en medio del distrito lumpen . Intersección de La Ciénaga y Casco Viejo. Nido de yonkarras. Casa de paletos reciclados muy a su pesar en la Gran Urbe. “Es  un  Crisol de culturas”, había  dicho  un afeminado  politiquillo del quince, concejal de la cultura popular, ahora reciclado al capitalismo atroz. Había soltado con sus santos huevos, semejante jilipollez en plena campaña electora intentando arañar votos esquivos a los iluminados soplagaitas de la “multiculturidad”- La Santa Cofradía de los Urbanitas Descalzos. Campo de batalla donde el jamelgo se vende por  kilos. Muchachos con marcas de estigmas en cada esquina. Noventa niños volviéndose locos cada fin de semana con  Metanfetamina cortada con  talco  Ausonia y cal de enyesar.  Un  tiñalpa vestido de Jesucristo cantando ópera rock los fines de semana en el  Ensamble, recaudando fondos para luchar contra la droga. La Coral cristiana de Ekaterimburgo desfilando en procesión pidiendo viviendas dignas. Hay un cutre-bar que vivía de los noctámbulos que pululaban las salas de Bingo y los dos locales de estriptis y peeping Toms donde bailan ucranianas pasadas de rosca y drogadas por la Mafia de Markus, letón y matón de la zona golfa.

En el camino hacía el bar el dúo Sancho/ Quijote se había encontrado con uno de sus soplones habituales. “Informadores a sueldo”, según la jerga oficial de Catarla. Un sudaca de filiación androgénica dudosa que había sido detenido por follarse frenéticamente a una compay mexicana en el dintel de un lupanar. Se le habían retirado los cargos en un raptus ideatorio  obscenamente perverso de Caturla, empeñado en  crearse una corte de chivatos y que iniciaba así su descenso a los infiernos acuciado por la falta de resultados en muchas investigaciones criminales. Necesitaba una buena red de canarios para darle vidilla a los casos empantanados sin cerrar.

El folla-mexicas les dio un silencio resbaladizo y titilante al reconocerles.

“Sóplanos toda la mierda de información que tengas sobre chinos, adorador de estatuillas” le había dicho, de entrada el rechoncho Camarasa, salpicándole de sudor y babas al hablar, hecho que le recordó al soplón que la vida es dura en el lumpen. Ese policía bajito y  con gafas metálicas que le salpicaba de saliva al hablar le recordaba a un cura que tuvo de jovencito en el colegio de religiosos. ¿Cómo se me torció tanto mi vida? , pensó el  moreno, de repente aquí me veo de chivato a sueldo de la pasma y recibiendo saliva de un gordo…. Debía de haberle hecho caso a mi mamá y no abandonar la escuela”, musitaba para su coleto.

Montllor era mucho más alto que el de Michoacán, parecía una de esas figuras espectrales de las películas de serie B del “Hundimiento de la Casa Usher”, de Edgar Allan Poe, pues su  cara alargada, rígida y semi cadavérica le hacían parecer un doble de Bela Lugosi en sus buenos tiempos. Contrastaba el larguirucho Montllor con la figura panzuda y pequeñita de Camarasa.

Y en medio de los dos maderos, el mexicano. El supuesto informador. El tiñalpa descendiente de Monctezuma con odio atávico a los conquistadores.

Mientras tanto los dos policías le largaban un discurso xenófobo del quince, a capella y a paloseco al chivato, deseosos de quitarse de encima su frustración y el cabreo contenido del que habían recibido ellos mismos pocos minutos antes de su Jefe. La vida es dura en la ciudad. Insecto grande se come al chico.

“Si no fuera por Hernán Cortés y sus descendientes, ahora estarías en tu puto país destripando el corazón a gentes encima de una pirámide”. Le dijo, con dulzura y simpatía el más bajito, Camarasa. Nueva oleada de salivazos. Al hablar apresurado Camarasa suelta baba y odio en su bárbaro discurso xenófobo: Malecón de Veracruz, olas rompiendo. El mexica recibe más babas, impertérrito. Ni parpadea. Parece una de esas estatuas de Chichen Itzá. “¿De qué lado masca la iguana?” El pequeño resiste firme el acoso/interrogatorio/vapuleo sin perder control de sus esfínteres.

El mexica/chivato/ pequeño pero bravío, finalmente se revuelve como un perrito ésos del norte de su país, un chihuahua peleón y enrabietado. Olfatea el peligro y se engalla, incluso sabedor de que tiene todas las de perder, al menos suelta su ladridito. “Debería haber escuchado más a mi madre y no haber abandonado el colegio religiosos, a los 14 años”, suspiró para su coleto. Pero, ya enrabietado, se sobrepone y grita:

Ah, pendejoooss. Chingaos a vuestra madre, gachupines. Dijo mientras sus pies golpeaban el asfalto, salía corriendo y cagando leches. Sin volver la vista atrás, les dijo: “Nada sé de chinitos acá. Hijos de  la gran chingada”.

Camarasa ya iba a echar mano del calentador. Se abre la chaqueta negra como un zombie enfadado de películas serie B.  Terminar por la vía rápida con el corricolari que le está chuleando y caracoleando, citándole como los mozos de Pamplona a los morlacos. La mente del madero Camarasa está engrifada. Le iba a regalar una estola de armiño negro a la Parca para que le diera una vuelta de carrusel al mexica cetrino y pequeñito, pero su compañero le detiene la mano que ya se dirigía a la cartuchera en el tobillo. Camarasa va muy cargado. Houston llamando a Camarasa, orbitando a ochenta kilómetros en un espacio negro. Subidón atropínico a base de vergueros de datura y estramonio. Baila alegremente en el jardín de las Hespérides. Naranjas mirtiformes multicoloreadas rociadas de ácido. ¿Qué importa un cetrino mexica más o menos? Tenemos muchos más ahogándose en vida en los centros de detección de Extranjería. Montllor,  priáprico y apaciguado, intenta disipar los efluvios de metanol de bajo octanaje del otro. Imposible. Camarasa ve convoyes de cucarachas subiéndoseles por las piernas. Va a liquidarlas también con su calentador del 9 largo. Montllor ganó el premio “pasma del mes” , hace unos días. Va siempre hecho un desastre, calcetines de diferente color, con su mente aterrizando en los cráteres de Plutón, en lugar de ser competitivo y pelota: Perdedor. Es mi nombre de pila.

Camarasa se atraganta y vomita. Muerde las cucarachas que le suben por las piernas. Se hace una pulpa sanguinolenta y se abre las carnes. Dentro de su cerebro un rumrum como un  motor de 8 cilindros en uve, la de fórmula uno dentro de su cerebro le obliga a tragarse los trocitos de carne. Se atraganta y vuelve a toser, escupiendo sangre y trocitos semidigeridos de sus propias entrañas. Está con los ojos muy abiertos y totalmente en blanco. Montllor está realmente asustado. No veía un colocón tal desde que hacía la Secundaria y botelleaba todos los fines de semana. Poco a poco logra hacerle volver a la realidad y a que se calme.

-Ni se te ocurra, compañero. Imagina titulares de periódicos de mañana “Inmigrante mexicano tiroteado”, o “Pólvora en su espalda mojada”. Tragó saliva: asesinato. Suspensión de cargos y prebendas. ¿Tío, que te pasa? ¿un viaje salvaje, eh paisano?

Camarasa, colocadísimo, se echa a reír y se abalanza sobre él. Le agarra del grasiento cabello de Montllor y entra en trance en un rapto de elogio a la amistad: eres mi mejor amigo, atiende a balbucear elogios a la amistad: Seguí gente, vulneré la ley, pinché teléfonos. Sólo tú eres mi amigoooooo!!!, dice mientras restos de sangre le caen como dos  carreteras hacia el barboquejo manchándole el cuello de la camisa.

Montllor se echa a reír, se abalanza sobre el asfalto y suelta esfínteres. Su compañero le hace los coros. Momento álgido de exaltación de la amistad. Vomita bilis húmeda, viscosa y como la gelatina de las películas de zombis o de Mars Attack. Ambos se echan a reír. Se golpean amistosamente  haciéndose crujir las costillas, en pleno subidón. Empujan el émbolo de la risa tonta. Camarasa le pellizca el cuello, torpemente y reclama loción antibichos, Montllor saca una porra de esas retráctiles y le golpea en los huevos a su compañero, que ameriza de su viaje intergaláctico de forma cruel. Se desploma en el suelo. La barriga panza arriba y la voz entrecortada del neófito que murmura: “Te perdono tus pecados, porque he estado en la cima de la montaña”.

·  Uff. Estoy colocadísimo…esta mierda es de buena calidad.

·  Abrámonos antes de que vengan nuestros colegas de placa, le dice Montllor, distópico.

·  Te juro que …

·  Si, si, ya sé que no eres yonqui de aguja. Sólo has tenido un  viaje  chungo. Ya, ya, Campeón. Cuéntamelo todo, cuando quieras. Ahora nos largamos antes de que vengan los gorilas autonómicos.

 

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