No se llega a Ausencinia, ella llega a ti. Al ir haciendo camino, al dar vuelta a un recodo, al decidir en una encrucijada, cuando menos lo esperas, Ausencinia aparece. Abre sus amuralladas puertas y eres absorbido a sus calles. Es una ciudad compacta, hecha de roca dura contra la que se estrellan todas las plegarias. Sus habitantes lánguidos, caminan en un continuo arrastrar de pies y lágrimas perpetuas.
Firmado:
El viajero constante
Dirigido a:
Sedentario Plof
C/ Mecedora S/N
42312 Reposo
España
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