Nicias el filósofo de Folleco

Nicias el filósofo de Folleco

WALTER MONDRAGÓN

20/02/2020

¿Existe una familia unicelular? Bueno, tal vez, me enteré por el censo poblacional que yo constituía una familia unicelular, lo cual significa que soy sujeto de obligaciones, que igual debía pagar por existir, mejor dicho. A mí, en realidad, me da igual, total no pago impuestos, no tengo entidad financiera, no soy sujeto de bancos, vivo escondido en mi chiribitil al que le han cortado la luz y el agua y sin embargo existo todavía, a mis noventa años.

Fui sastre hasta hace una década mejor dicho hasta cuando…malhaya mis pesadas tijeras! me cayeron de punta sobre el dedo gordo de un pie, siendo tal el guarapazo que al reaccionar, el asiento donde estaba se fue hacia atrás y hube de caer de espaldas al suelo, hollando el piso con mi occipucio, y ahí fue troya: debieron recogerme del suelo, privado, y llevarme al nosocomio de Folleco, un lugar donde me curaron la herida del pie, pero afortunadamente no del golpe en la cabeza, puesto que desde eso me puse a pensar en lo vano de mi vida apenas sí sobreviviendo de las costuras que me traían los vecinos, solo, abandonado de mis hijos, muerta mi mujer, pagando los servicios públicos, que puntualmente llegan a este rancho. De hecho, ahora en febrero no demoran en llegar con el recibo de rentas municipales para que pague catastro… Qué catástrofe! Ese golpe me hizo recapacitar, me dio luces sobre la miseria de vida que había venido llevando en mis últimos años. Bien sé que uno no se muere en la víspera sino en el día pero, me dí cuenta que tengo los días contados y debo hacer algo digno de la memoria y creo que esta rebelión solitaria que he emprendido en contra de la rutina y el establecimiento ha de dar sus frutos porque desde aquello, salí de mi anonimato; los primeros en notar mi situación fueron los vecinos que muy conmovidos vinieron a ofrecerme su ayuda, que vea don Nicias le dejo esta platica para que pague esto y lo otro… que le traje esta comidita para que coma o estas frutas para que disfrute y yo nada más acostado leyendo la revista Selecciones, de la colección que jamás toqué, recostado en mi camastro, lo cual me causa mucho placer aunque no pueda leer sino de día. Adrede he dejado la puerta abierta para que la gente pueda pasar a verme. La pregunta es si estoy enfermo y yo respondo con una sonrisa. La verdad no quiero entregarles un mensaje deformado por las palabras, quiero estar tendido aquí en mi lecho, pensando en las vidas anteriores que viví, dejándome llevar por mis recuerdos, olvidado de mí, haciéndome el muerto para los vivos y el vivo para mis muertos. El otro día vinieron los de compañía de luz, a ofrecerme un plan para volver a conectar la energía a la casa y yo me limité a voltearme a mirar contra la pared, hasta que se fueron, y en desfile llegaron los de la tesorería de Folleco, a ver cómo era que íbamos a hacer para que yo pagara el impuesto predial advirtiéndome que este rancho podía a parar en manos del Lazareto municipal, y yo me limité a decir ¡Qué vaina, no! E incluso hasta los bomberos han venido, ¡tan gentiles ellos! a ver que necesito, procediendo a bañarme con la gruesa manguera de apagar incendios. Yo los dejo; la policía vino a requisarme la morada por ver si es que estoy escondiendo algo porque aquí vienen algunos muchachos de la universidad a verme y hablar conmigo, a conversar de los tiempos que corren y del correr del tiempo y yo me animo a pararme y hasta les enseñó a coser. No falta el que viene y trae algo para comer y el otro que trae vino para compartir y pasar las tardes en el goce de la amistad. Waldir me pregunto un día si yo creía estar loco, como dicen por ahí, y yo le dije que sí, que durante ochenta años anduve loco, haciendo sólo lo que los demás esperaban de mí, y que es apenas ahora que he recuperado la cordura porque empecé a ser yo mismo, y soy libre, en cuanto hago sólo mi voluntad, lo cual causó el aplauso atronador de todos los circunstantes. Desde entonces Waldir y su gallada no faltaban a visitarme un par de días en la semana, a preguntarme sobre el ser y la nada, el tiempo, el devenir, la historia, acerca del valor de rebelarse y de revelarse también, hasta el día en que me mamé de andar pensando tanto y a la siguiente pregunta les contesté con dos piedras en la mano, que no jodieran tanto con su preguntadera, que yo no era dios, y por supuesto, salieron corriendo creyendo que efecto, ahora sí, me había vuelto la locura y no volvieron a aparecerse por acá, hasta ahora que a Lucas Mancera el periodista del pueblo, le dio porque tenía que hacerme esta entrevista, y yo de cabezón me he puesto a contarle esto que les digo, habiéndome hecho famoso a tal punto que son romerías enteras las que vienen acá a conocerme y a elevar sus preces ante mí, que soy agnóstico, porque este pendejo me ha elevado a la categoría de santo, y quién puede ahora bajarme de ese pedestal, si hasta me obligaron a aceptar que pagaran los recibos atrasados de luz y agua, y me remodelaron la casa como un templo, aún viendo que yo no digo ni mú. Ahora temo que me lleven a la fuerza a presentarme como un santo vivo, en las procesiones de Semana Santa, cuando lo único que he querido yo, es que la gente vea cuán aburrido es estar haciendo lo que la gente quiere que uno haga.

Pero, ahora debo volver a ser el otro; es difícil resistirse cuando vuelven los hijos y aparecen los parientes admirados de tu fama gratuita y ya no puedes ser una familia unicelular.

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