Miguel tenía unos amigos…!!!

Miguel tenía unos amigos…!!!

Los protagonistas de la historia que contaba mi abuela…

Era un hermoso día de primavera. Un sábado por la tarde y la familia salió a pasear.

Mi abuela Ana estaba apurada por llegar a la plaza del pueblo porque iba a encontrarse con su amiga Nemita. Hacía tiempo que no se veían. Nemita había tenido su primer hijo, y el cuidado del niño que nació enfermo le demandaba mucho tiempo. Ana, por su parte siempre al cuidado de sus dos «monitos», como ella les decía a sus hijos: Salvador y Luis.

Mi abuelo Miguel, que en ese entonces era policía del territorio Nacional, poco estaba en la casa para ayudarla. Ana se sentía muy sola y agobiada por las tareas diarias. Ella estaba tan feliz de salir a pasear en familia ese sábado…

Los chicos iban jugando y correteando delante de ellos cuando pasaron por la tienda de ramos generales del turco Adán.

Mientras Ana miraba unas telas en la vidriera, Miguel bajo de la vereda porque le llamó la atención un hermoso caballo que estaba atado al palenque. “¡Mire que bien montado anda este criollo!”, dijo mientras acariciaba el cuello del hermoso animal. Miguel era conocedor de caballo porque de muy joven había trabajado en una estancia de la localidad de Eduardo Castex en la Provincia de La Pampa.

“¡Deje tranquilo a ese animal!” le dijo Ana. “Mire si el dueño se enoja al verlo molestar a su caballo…!!!”.

Miguel iba a responderle que ningún criollo se enojaría si alguien le admirara el caballo, justo cuando vio por la vidriera un rostro familiar. El hombre, muy sonriente, le guiñó un ojo. Un frío corrió por su espalda en la fracción de segundo que le tomó entender lo que estaba sucediendo. Sus hijos seguían jugando en la vereda. Miguel subió de un salto, y bruscamente tomó a Luis en brazos y al Salvador de la mano. Comenzó a caminar rápidamente, casi corriendo. “¡Ana, volvemos a casa!” dijo Miguel en tono cortante. Ana perpleja no entendía qué pasaba, su amiga la esperaba en la plaza…. “¡Miguel! ¿Qué le pasa?, todavía es temprano y Nemita me espera en la plaza…”

“¡¡¡Ana, por favor!!!….Después le cuento.” dijo Miguel, y Ana noto temor y alarma en su voz. Solo por eso lo siguió rápidamente sin continuar con sus quejas.

Cuando faltaban pocos metros para llegar a su casa escucharon varios disparos. “¿Qué está pasando, Miguel?”, preguntó Ana asustada. Miguel la miró preocupado y una vez dentro de la casa le dijo: “El caballo que yo estaba acariciando es de Juan Bautista Bairoletto. Mientras usted miraba la vidriera, él estaba adentro y me guiño un ojo desde la vidriera. Supuse que estaba robando en el almacén, y por los disparos que escuchamos ya no me quedan dudas.” “Eramos amigos, Ana. Yo era peón de campo en la estancia del padre de Juan Bautista. Teníamos más o menos la misma edad, 12 o 13 años, y nos hicimos amigos. Pero el pobre se enamoró de una chica del burdel, y un día por defenderla, mató a un policía. Tuvo que escapar y desde entonces es bandolero. Pero era mi amigo… y hoy, yo acariciaba su caballo mientras él, desde la vidriera, admiraba a mi familia. Por eso me advirtió con un guiño. Él sabe que soy policía…Sabe que tendré que perseguirlo, pero no quiso poner a mi familia en riesgo”

En ese momento se escucharon caballos y golpearon a la puerta. Era el turco Roca y otros hombres del pueblo que venían a buscar a Miguel para perseguir a Bairoletto. Contó el turco que Bairoletto compró mucha mercadería, tantas cosas que el turco tuvo que envolver todo en una frazada y cuando estuvo todo listo, ató la frazada al caballo. Cuando Bairoletto le preguntó: “¿Cuánto le debo, amigo?”, el turco le dijo que setenta pesos. “Se va a tener que quedar con el vuelto”, le dijo Juan Bautista apoyándole el revólver en la cabeza. Al parecer un ayudante del almacén le disparó a Bairoletto y se armó un tiroteo en el que murió el ayudante del turco.

Mientras Miguel preparaba su caballo y sus armas para la persecución, llegaron al galope los otros policías que ayudarían en la búsqueda, pero pese a los esfuerzos, no lo encontraron…

«¡¡¡Miguel tenía unos amigos….!!!», …y así empezaba mi abuela el relato del día que se cruzaron con Bairoletto y ella no llegó a la plaza.

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