Aquel día inesperado, un llamado a las 13: 20 hs… _¡Hola!… ¿sí?
_Hablo del Juzgado de Menores. Usted se encuentra inscrita en el registro de adopción. Hay una niña de dos años y cinco meses que necesita una familia, le damos treinta minutos para pensar si desea incorporar a la criatura a su familia. Es color mate cocido y de contextura pequeña.
_¡Ah!…claro… ¿Cuándo podemos viajar? , vivimos en Ushuaia y para llegar a aquella provincia necesitamos dos días por el traslado…
_¡Si!, piénselo con su marido y se comunica con nosotros.
En un cerrar de ojos, mi esposo y yo, llamamos a todos nuestros parientes y amigos para llevarles la gran noticia…Íbamos a ser padres de una niña después de quince años de espera.
Pasados dos días, llegamos ansiosos a aquella provincia. Bajamos del micro, casi corrimos al Juzgado, y en unos minutos nos encontramos detrás de aquella puerta robusta a punto de concretar el sueño tan esperado. Dirigimos nuestros pasos hacia la oficina de la Jueza. Oímos una voz tenue decir…-¡Pasen!.
Al sentarnos frente a su Señoría…comenzó a relatarnos todos los episodios de nuestra niña. A los minutos sentimos un llanto casi ininterrumpido. Era ella, Abigail, con ceño fruncido y una carita llena de lágrimas dirigiéndose hacia nosotros.
La más hermosa de las criaturas se encontraba frente a nuestras almas. Casi sin palabras, con miles de pensamientos entrecruzados la llevamos a nuestros brazos.
Exaltados, después de innumerables trámites, partimos de aquel edificio encriptado hacia una aventura insuperable, e imaginable para comenzar a escribir una nueva historia juntos.
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