Todas las noches escuchaba un cantar triste, un día decidí averiguar, quien era aquel que cantaba tan triste.

Mis padres me advirtieron, que nunca vaya a esa casa “No vayas allá, ahí habita un viejo loco” ¡Eso aumentó mi curiosidad! Traté de mirar algo pero habían unas rosas muy altas, me abrí paso entre ellas, logré ver una casa muy bonita, con un jardín hermoso, tenían sembrado muchas flores, definitivamente aquel quien cuidaba ese jardín, debía amar mucho las flores. En ese momento alguien me dijo “La curiosidad mato al gato” me provocó responder “Pero el gato murió sabiendo” Era un hombre muy viejo, de pelo blanco como la nieve, arrugas muy marcadas, vestía de poncho.

—Disculpe señor ¡Ya me retiro!

—No te asustes pequeño, solo era un refrán, cuéntame ¿Qué haces por aquí?

—Quería saber, quién era el que tocaba aquellas canciones tan tristes.

—¡Soy yo muchacho, pero hablemos de otra cosa!

—Mejor me retiro.

—Espera niño, ¿Quieres llevarle unas flores a tu madre?

—¡Muchas gracias señor! ¿Cuál es su nombre?

—Sathiri (Sembrador) y tú ¿Cómo te llamas?

—Patricio

—Ven, te voy enseñar mi jardín.

Recorrimos todo ese inmenso jardín ¡No hay palabras para describir tanta belleza!

—Cuéntame ¿Cómo es tu mamá?

—Mi mamá es muy independiente y solitaria.

—Entonces por lo que me dices ¡Te voy a regalar una orquídea! Las orquídeas son como tu mamá independientes ¡Ellas pueden crecer en una piedra, en un árbol, y no le piden favor a nadie! Algunas de ellas crecen en los lugares más inaccesibles.

¡Me regaló una orquídea! Cuando estaba por salir, pregunté algo que cambiaría todo.

¿Le gusta mucho las flores?

—¡Jamás me gustaron las flores!

—Si no le gustan ¿Porque les cuida tanto?

—¡Porque son el único recuerdo, de mi amada María!

—¿Ella era su esposa?

—Sí, era mi amada esposa.

—¿Dónde está ahora?

—Ella está en cada rincón de este jardín, en cada flor, en las notas de mi guitarra.

— ¡Usted debió amarla demasiado!

—Tus eres un niño muy preguntón y curioso, te recuerdo “La curiosidad mato al gato

—¡Pero el gato murió sabiendo!

Se reía mucho de lo que dije.

—Hace muchos años que nadie me hacía reír ¡Te voy a contar mi historia con mi amada María! Le conocí en Rusia, me ganaba la vida tocando la guitarra, un día estaba en las calles de Moscú, de pronto mire que una mujer hermosa, bailaba mi música, su pelo parecía el sol, sus ojos eran color cielo, su sonrisa resplandecía ¡Hablaba español! Me felicitó, y dijo conocer mi tierra Otavalo, que hace poco había estado allá ¡Aprendiendo el español! Le pregunté si quería seguir bailando, ella dijo “Otro día con mucho gusto” Desde aquel día fui a esa calle, a la misma hora, y ella también hacía lo mismo, ¡Después fuimos novios! A ella no le importo los prejuicios, ella me amó así, tal cual como soy, con rasgos indígenas, con sombrero y poncho. Su familia se opuso ¡Pero prevaleció el amor!

—Hay algo que no me explico, si usted la amó tanto ¿Porque toca esas melodías tan tristes?

— ¡Con ella murió mi alegría!

—Y los jardines ¿Porque les cuida tanto? Si antes no le gustaba.

— ¡Te voy a contar!

Cuando llegamos a vivir a Otavalo, yo pasé a ser integrante de una reconocida agrupación musical ¡Viajamos por todo el mundo! Había meses enteros que yo pasaba fuera de casa, y María se quedaba sola, cuando regresaba, el jardín era más grande, eso me molestaba, ella me decía “No te enojes amor mío, cada flor tiene un significado, un estado de ánimo, en cada flor estas tú” Ella siempre me comparaba con las flores, si estaba triste decía que soy un “Pensamiento” Si estaba alegre decía “Eres como la rosa” Si estaba solo en mi cuarto me decía “Donde esta mi orquídea solitaria” A mí no me gustaba esas comparaciones.

Ella una vez me dijo algo que me hizo cambiar. “Cuando viajas por el mundo, mi única companía son mis flores, yo les cuido, porque cada flor que cultivo, me recuerda a ti, y al gran amor que te tengo

—¿Hace cuánto murió?

—Hace muchos años. Y desde ese día, deje de sonreír.

—Si usted la amo tanto ¡Debería sonreír!

—Que dices muchacho ¡No ves que ella a muerto!

—Si hubiese sido al revés, y usted fallecía ¿Cómo le hubiera gustado que ella le recuerde?

—Me gustaría venir a verle, y mirarla sonreír.

—Se da cuenta, lo mismo quiere ella, cuando viene a verle.

—¿Tú crees que ella viene a verme?

—¡Por supuesto! Dios hizo nuestras almas inmortales, por lo tanto ella siempre viene, un día tal vez venga vestida de mariposa, pero siempre viene a verle.

—¡Ahora comprendo porque las mariposas siempre están en mi jardín! Gracias niño, tu inocencia me ha enseñado ¡Que ella nunca se fue! Debo recordar a mi amada con alegría, porque sé que a ella le gustaría verme feliz, gracias por venir a visitarme, tu inocencia me ha hecho ver la vida de forma diferente ¡Antes de que te vayas! Te voy a leer un poema que ella me escribió.

“Tu cantar parece el eco del aire,

Cuando se estrella en las faldas

Del Taita Imbabura.

Ese sonido reconforta mi alma,

Tus notas acarician mis sentidos.

¡Mis flores al escucharte!

Visten sus mejores galas.

Ellas saben cuando estas triste,

Cuando estas alegre,

Si tu canto es triste, ellas lloran

Si tu cantar es alegre,

Ellas visten de colores hermosos.

¡Cuando tú no estás!

Escucho el aire, estrellarse en la montaña ,

Yo les digo a mis flores,

¡Es el eco de mi amado!

Que en algún lugar del mundo,

me esta dedicando su cantar”

—Desgraciadamente es muy tarde y tengo que irme

—¡Si es mejor que te vayas! Tu madre debe estar buscándote, gato curioso jajajaja ¡Me has devuelto la alegría!

Vuelve pronto y te contaré, todas las historias que María y yo pasamos en Moscú.

«Señor Quinchi»

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