Ha sonado el silbato de salida. Diez kilómetros me separan de la victoria.
Si gano la maratón, podré pagarle la quimio a mi hermano con el dinero del premio. No puedo perder. Si pierdo, él muere. Mi madre está en casa rezándole a la virgen de Guadalupe por mi victoria. Mi papá fue a rezarle a sus santos por lo mismo.
He cruzado los primeros dos mil metros.
Erik Golbert, el favorito me lleva la delantera. Para él este maratón es tan sólo otra victoria más para engrandecer su nombre. Tiene una gran cantidad de medallas a su espalda. La prensa lo adora, las mujeres lo adoran y los patrocinadores se pelean por él.
Mathew Connelly se ha tropezado con él. Es el segundo favorito. Es menos rubio y menos fotogénico que Erik pero también tiene su club de fans.
He sobrepasado los cuatro mil metros.
Dany O’ Malley está ahora a la cabeza. Él es el segundo latino participando en esta carrera aparte de mí. Él fue una gran sorpresa cuando ganó la media maratón de atletismo en las olimpiadas el año pasado. Todos esperaban que el ganador fuese Mathew pero él lo derrotó.
He atravesado los seis mil metros.
No creo que pueda lograrlo. Hay demasiado buenos corredores aquí. Corredores más jóvenes, con más prestigio y más energía que yo. Tengo treinta años, estoy desempleado y cuando fui atleta no gané ninguna medalla. ¿Cómo voy a derrotarlos a todos ellos? ¿Cómo fue que me atreví a soñar con ganar la carrera anual de Nueva York? ¿Cómo?
He alcanzado los nueve mil metros.
Me falta el aire en los pulmones. Creo que voy a desmayarme. Tal vez, sea algo psicológico. Muchos atletas tienen ataques de pánico en una competencia. Yo nunca los tuve pero siempre hay una primera vez para todo.
Me faltan sólo quinientos metros.
Estoy en tercer lugar. Dany O’ Malley ha pasado a segundo lugar después de que Erik tuviese una asombrosa recuperación en el último minuto y decidiese luchar por el título de campeón. A veces creo que ese maldito es un ciborg como dicen los blog de conspiración que he visto en internet.
Estoy a cincuenta metros de perder a mí hermano para siempre.
No sé lo que haré sin él. Hay tantas cosas importantes en las que ha estado presente a lo largo de mi vida y no sé qué será de mí cuando no esté. Somos gemelos. ¿Qué pasa cuando un gemelo pierde la mitad de su alma? ¿Cómo aprende a vivir sin su mejor amigo? ¿Sin la persona que ha estado allí cada día de su vida? ¿Podré mirarme de nuevo en el espejo después de éste día si fracaso?
Quedan sólo veinticinco metros.
Si no fuera un ateo profundamente convencido oraría a Dios, a Krisna, y a todos los dioses del mundo para que me concediesen la victoria; pero no creo en ellos. Creo en lo que podemos hacer nosotros mismos para garantizar nuestra supervivencia y espero que esa creencia baste y sobre para obtener la victoria.
Estoy a sólo diez metros de salvar a mi hermano.
He sobre pasado a O’Malley pero Golberg sigue a la cabeza y esos diez metros se sienten como cien kilómetros. Las piernas me pesan una tonelada y mi corazón ésta a punto de estallar.
Faltan tan sólo cinco metros.
Lo siento tanto Ale. No creo que pueda salvarte. No debiste depositar todas tus esperanzas en mí. Siempre te he fallado en todas las cosas que importan. Siempre fui el gemelo torpe del que todos se burlaban en el colegio. La gente aprendió a distinguirnos por eso. Tú fe en mí estaba equivocada.
Estamos a sólo cuatro metros.
Erik se ha quedado sin energía pero O’Malley lo ha sobrepasado y me ha alcanzado. Vamos cabeza a cabeza cada vez más cerca de la línea de meta. ¡Maldito sea!¡Me deshago del cyborg y ahora viene y me jode un campeón olímpico!
Estoy a sólo tres metros de la derrota más absoluta.
Me queda muy poca energía para seguir adelante. No sé qué va pasar en el próximo segundo.
Dos metros y puede que tenga suerte.
Un latido y un aliento nos separan de la línea de meta. Debo estar soñando. Por favor, fuerza del caos que no es Dios…haz que O’Malley se caiga en el último minuto y se rompa una pierna.
Un metro y alguien vive o muere.
Nadie dijo que correr contra la muerte era fácil. Nada te prepara contra ella, ya sea que venga por ti o por alguien que amas. Incluso si sabes que es inminente no existe ningún entrenamiento que te prepare para el dolor que está por llegar.
O’Malley y yo hemos cruzado la meta.
El silbato finalmente ha sonado.
Los jueces evalúan el video para ver quien fue el vencedor. Sólo unas décimas de segundo nos separaban cuando cruzamos la meta. No sé realmente quien ganó. Me da miedo saberlo. Deseo saberlo. Me aterra la respuesta final. ¿Cómo puede una victoria significar la diferencia entre la vida y la muerte, la esperanza o la salvación?
Los jueces están divididos. Lo veo en sus rostros. Tal vez tenga una oportunidad de salvar a mí hermano. Tal vez, no. Por favor, fuerza del caos que todo lo gobierna, si O’Malley gana haz que lo descalifiquen por consumo de esteroides o algo parecido. Ten piedad de mí.
El juez principal ha anunciado el veredicto, por medio milímetro ha declarado a O’Malley como el vencedor.
Y yo he regresado a casa para dar la cara, después de haber llorado durante dos horas en el camino. Joe mete la pata volvió a fallar…de nuevo. Pero nadie me reclama nada ni me mira con rabia o decepción…lo hacen con orgullo.
El primo Fred apostó porque alcanzaría al menos el segundo lugar con la gente de toda la cuadra. Nadie pensó que realmente lo lograría, pero lo hice y reuní sin saberlo el dinero para la quimioterapia.
Y Ale se salvó.
¡Gracias fuerza del caos!
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