Guardian de los sueños

Guardian de los sueños

Iluminó mi tránsito con la lúgubre luz del móvil, al crujir de las maderas se hacen gigantes mis pasos en la quietud de la noche.
La puerta de mi habitación está cerrada, la misma que fue nuestra habitación. Son las 3 am y el sueño no me vence, pero si venció al amor.
Se aburrió de esperarme, se aburrió de mi falta de afecto, se cansó de mi maldito insomnio,… se cansó de mí.
Ocupamos el mismo lecho, pero no la intimidad, para levantarnos como corteses desconocidos que se encuentran en el Buffet de un hotel y comparten un café con una que otra frase por compromiso. Precisamente así nos conocimos.
Este tránsito nocturno lo realicé tantas veces…
Después de estar escribiendo o leyendo o bien ocupando mi tiempo frente al ordenador. Y ella me decía: «mi amor, acuéstate pronto», Al principio me deshacía en disculpas, ya después con suerte hacía un gesto con la cabeza.
Y acabó el romance de la lechuza y el gorrión. Sin embargo compartíamos labores y responsabilidades, más la crianza de los niños que de nada se enteraban, disfrutaban más con la consola o sus tablets, y era mejor que fuera así.
Y una noche de madrugada, como muchas otras noches, despierto aun, en compañía de la soledad, siento a alguien tratando de forzar la puerta de mi casa. No alcanzo a llegar a ella cuando entra un par de tipos, me abalanzo sobre uno de ellos en la oscuridad sólo interrumpida por la luz de la pantalla del notebook, hay gritos, se rompen cosas, y siento el frío…primero en mis costillas, luego en mi estómago, arrancan.
Luego siento el calor mamando de mi interior, nuevamente el frío…Tú enciendes las luces, bajas corriendo las escalas, me miras horrorizada, te miro, Nos vemos…
Llegas hasta donde estoy.
Tus ojos se inundan en lágrimas.
Tanto tiempo que no te veía…
Tu imagen queda grabada en mis ojos hasta que una paz inmensa se apodera de mí…
Trato de abrir la puerta, pero siento que ni siquiera logro moverla. Sin embargo entró y te veo ahí, bañada por la luz de la luna que entra por el balcón. Estás ahí y te ves tan bella, tan profundamente dormida, cubierta sólo con la sabana, veo que te sobresaltas y tu cuerpo comienza a tiritar, se estremece por el frío, pero no hace frío… bueno, yo no lo siento.
Me acerco a tu lado, trato de cubrirte. Y no consigo más que asustarte y despiertas.
Te incorporas en la cama, y dices mi nombre… sé que lamentablemente no me ves, pero, valoró tanto que hayas notado mi presencia.
«Estoy aquí mi amor, sí, estoy aquí», frente a ti esperando a que me llames de vuelta.
Mencionas mi nombre nuevamente… lloras.
Que maldita costumbre mantengo incluso muerto de hacerte mal.
Vengo a despedirme, quisiera contarte que no pude irme tranquilo por la angustia de saber que abandonaba lo que más quería, pero aún no sé si me he ido.
¿Será un sueño?, ¿y si estoy ahora en una cama de hospital inconsciente y mi mente intranquila vino a verte?
Creo que esta pregunta ya me la hice en el pasado, creo saber la respuesta, pero hasta el momento me ha resultado evadir mi falta de vida, a lo menos en lo físico, porque estoy aquí lo sé, lo siento, sé que lo sientes.
No quiero perjudicarte, pero te hecho tanto de menos…
Me comí los minutos y los momentos como un perro callejero, ni el sabor le tome a lo importante, y ahora estas frente a mí, tan lejos, pero a la vez tan cerca.
Perversa dicotomía.
Y quería que supieras que te amo, y que te amé más que a nada en vida.
Pero fui un cobarde y me escondí en las letras, enterré mi cabeza en las palabras como el avestruz, tenía tanto miedo de reconocer que mi fuerza provenía de tu presencia y que no me bastaba más que saber que estabas para ser feliz.
Me regalaste dos motivos, dos emociones, dos pasajes al a inmortalidad y el destino quiso que se sostuvieran sólo en un pilar, ¡pero qué pilar!
Ojalá exista una segunda oportunidad.
Me retiro.
De vuelta sobre mis pasos a mi espalda siento el rechinar de una puerta, una pequeña sombra avanza en silecio al baño, no puedo evitar emocionarme… Martina…
Se gira sobre sus pies y me mira…
Mientras se escudriña el ojo con la otra mano me saluda y entra, cierra la puerta sin encender la luz.
¿Y ahora cómo me explico esto? Durante mi vida busqué cientos de explicaciones y me quedé con un millón de preguntas, otra vez analizo y no siento, me cuestiono,” si volví fue para sentir”.
Termina la jornada, se va el papá, se va el marido.
Las luces del alba me indican que mi periodo de «guardián de los sueños» ha concluido.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS