Te prometí que nos volveríamos a ver, sé que he tardado mucho tiempo, lo siento… He estado ocupado trabajando, cuidando de tus nietos, de Lucía. Ya sé, no me lo digas, «sólo me quiere por mi dinero», sabes que no es así papá yo la quiero y es tu nuera, te guste o no. Tenía muchas ganas de volver a verte, te he echado tanto de menos… Disculpa estás lágrimillas, pero ya sabes que soy una vorágine de sentimientos y más cuando te veo.
Visité nuestra antigua finca donde prácticamente pasé toda mi infancia y adolescencia. Ha cambiado un montón, está preciosa igual, pero me gustaba más como estaba antes con ese azul resplandeciente que tú mismo pintaste. Que recuerdos, mamá siempre me dice que de pequeño quería ser como tú, que me me veía por el pasillo en camiseta de tirantes y me preguntaba..
«-¿Qué haces así? ¡Ponte algo que vas a coger frío!»
Y yo le respondía..
«-¡No! ¡Yo soy un hombre como papá!»
Cada vez que me lo cuenta le sale esa sonrisa boba, y yo la verdad que también me echó a reír a su compás. También recuerdo como dormía entre vosotros dos, o cuando me decías
«-¡Campeón! ¿Vas a la cama a calentarme el sitio?».
Y yo claro, iba corriendo hasta que toda la cama estuviese a tu gusto.
Tampoco puedo olvidar los pellizcos que me dabas en el costado con esa sonrisa que me hacía sacar una reluciente y flamante sonrisa a mí, cómo me escondía cada vez que venías de trabajar y te daba una «sorpresa». Los donuts que me traías para desayunar, embadurnados de azúcar glass que sabías perfectamente que me volvían loco.
Tantas cosas viví en esa casa.. y no puedo olvidar las parrilladas que hacíamos en ese inmenso prado que tiene la casa. ¡Por dios! Cómo voy a olvidar todas esas tardes que pasamos con la cantidad de perros que hemos tenido, gracias a eso tengo este amor tan inmenso por los animales. Cómo voy a olvidar al griterío de todos los familiares que se juntaban comiendo y bebiendo, entre música, risas y baile. Aún me acuerdo de tú buen amigo Pedro «el vasco» tocando alegremente su acordeón. ¡Que buenos tiempos y como los echo de menos! Ahí sí que era feliz de verdad.
Y ahora… Aquí estoy hablando sólo, con la esperanza de que me estés escuchando. Me es imposible no llorar cada vez que vengo aquí, todos esos 15 de noviembre se me hacen eternos. No he salido nunca en navidades, no quiero dejar sola a mamá. Cada vez que se acercan estás fechas se pone extremadamente triste y tengo que estar a su lado sí o sí. Desde el día que te fuiste prometí que la iba a cuidar por ti. No sé si sabes lo duro que fue darte ese último beso, no sé si sabrás lo duro que fue ir a esa misma casa, subir las escaleras ir a tu habitación y no verte acostado en la cama para darte tu beso matutino. No sé si sabes lo duro que ha sido y es, pasar todo los días sin ti. Pasa el tiempo y sigo sin acostumbrarme a estar sin ti. Me gustaría besarte y abrazarte, pero estás detrás de esa fría e impasible lápida de mármol. No sabes la rabia que tengo al ver que no has conocido a tus nietos, que no has visto los logros que estoy haciendo a lo largo de mi vida. Me siento impotente, porque sé que muchas cosas no hubiesen sucedido si tú hubieses estado aquí. Te echo de menos papá, te sigo echando de menos como el primer día. Ojalá pudiera verte una vez más, sólo una vez más. Volver a escucharte, verte y quererte. Es verdad que ya no lloro tantos mares como antes, pero sé que jamás dejaré de llorar.
Me tengo que ir papá, espero que estés orgulloso de mí. Y sé que tengo que esperar, pero dentro de muchos años te volveré a ver y estaremos juntos como antes. Adiós papá, te quiero.
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