Normalmente los viajes que realizamos son reflejos premeditados por saciar el hambre de conocer otros lugares o culturas ya sea solos o de la mano de las personas con las que deseamos compartir esas increíbles experiencias.

Desafortunadamente ese no era el caso de Victoriano, un joven acendrado el cual tenía por mote «Nin» ya que cuando era pequeño su familia lo llamaba Victorianin pero claro, para los amigos de Nin era muy complicado y decidieron reducirlo.

El padre de Nin era dueño de la posada más afamada del pequeño poblado al que pertenecían, comunidad pesquera localizada a escasos kilómetros del poblado San Pancho en la Riviera de Nayarit, México. En ese entonces San Pancho era el mayor puerto de la época ya que era la ruta predilecta de los mercaderes norteamericanos para evitar la piratería que azotaba en aquellos tiempos el mar caribe, la desviación era grande pero valía la pena por ahorrarse malos tragos con los despiadados y desalmados piratas que abundaban aquellos fogosos mares.

Era un caluroso domingo de junio de 1856 y al igual que todos los domingo por la mañana Nin se disponía a acompañar a su padre al mercado del pueblo para conseguir todos los ingredientes de la tan afamada paella que preparaba en la posada, tal exquisitez gozaba de un tan específico y apetecible sabor que los aldeanos de los poblados vecinos se acercaban aquel día para degustar con gran placer el suculento manjar.

Nin se encontraba afuera de la posada en espera de que el atareado padre concluyera con las labores previas al mercado, cuando sin verlo venir se aproximó Miztli, nombre proveniente de la antigua lengua Nahuatl el cuál significa «puma». Nin y Miztli tenían una enemistad muy fuerte ya que apenas un par de días antes se había esparcido el rumor de que Nin se encontraba tonteando con María, la prometida de Miztli.

Al llegar Miztli encaró de forma premeditada a Nin y lo amenazó con un puñal apretujándolo en la garganta del joven, éste al sentir el frío y afilado acero en la piel no pudo contener un bramido que alertó a su padre de lo que sucedía el cuál salió sin hesitar con el hacha que utilizaba para arreglar los árboles frutales que tenía en la huerta, al ver la escena descargó su hacha con toda la furia posible y sin recelo en la cabeza de Miztli acabando de esa manera con la vida del agresor de su hijo.

De la nada apareció María envuelta en llanto al ver esa escena tan lamentable y ahí fue cuando Nin y su padre comenzaron a preocuparse ya que había por lo menos un testigo de lo ocurrido y por más que haya sido en defensa propia, las leyes del pueblo dictaminaban que bajo ninguna circunstancia se podía reprimir de la vida a nadie so pena de muerte.

No pasaron más de un par de minutos cuando comenzó a llegar la gente ya que tras escuchar los gritos de la riña y al ser un poblado muy pequeño todo se sabía, a la hora que llegó el alguacil para apresar al padre de Nin y confinarlo a su fatídico destino, Nin lo interceptó y acepto la culpa del homicidio para salvar la vida del padre, sin pensarlo dos veces el alguacil tomó preso a Nin.

Se encontraban ya a escasos metros de la plaza donde decapitaban a los malhechores cuando María interrumpió al alguacil, haciendo como si no estuviera enterada de la gravedad del problema cuestionó al alguacil sobre el paradero de su ganado, desaparecido un par de lunas atrás, en el momento que el alguacil levanto los ojos al cielo para pensar una respuesta congruente, María arremetió contra el alguacil con una pala que llevaba a cuestas causando que desfalleciera y de esa manera logró liberar a Nin.

Sin dudarlo salieron los dos corriendo lo más lejos posible y Nin tomo fuertemente de la mano a María llevándola en dirección a la playa para coger un pequeño bote pesquero y poder huir de ahí, esa era la única manera en la que Nin visualizaba su futuro vivo, libre y junto al amor de su vida. Al ver que lograron esquivar a los demás pescadores que los perseguían se hicieron a la mar sin un destino ni plan al que atenerse, únicamente sus sueños de libertad era lo que los guiaba.

Pasaron día y medio que llevaban navegando, sin nada que tomar y nada que comer sentían que la vida se les iba a cada suspiro y no veían ya tierra para poder desembarcar y salvarse, en ese momento los dos deseaban a instantes encontrarse en la pequeña aldea de donde provenían aunque eso significara la muerte, destino al que estaban encarando por el calor intenso que sufrían al no estar preparados para un viaje de ese estilo.

Nin comenzó a llorar y a disculparse por haber metido en aquel embrollo a María, cuando sentía que ya no podía más y se desmayaría, María comenzó a dar voces de júbilo diciendo «¡Veo tierra Nin! ¡Estamos salvados!». Nin se secó rápidamente las lagrimas que recorrían sus sonrojadas mejillas y vislumbró una pequeña isla en la lejanía, al ver que era la única posibilidad de salvación decidió remar arduamente hacia ella.

Cuando estaban a punto de llegar a la isla se dieron cuenta que se encontraba rodeada por un gran risco impenetrable pero al esperar un poco la marea bajo y vieron una cueva ¿La entrada secreta a una isla sería eso? Seguidos por un gran impulso los dos se metieron al mar y comenzaron a nadar como un par de locos hasta lograrar alcanzar la entrada, se sumergieron y entraron en la cueva sin saber que les deparaba del otro lado.

Al cruzar la cueva dieron con una inefable y monda playa en donde pasarían el resto de los tiempos, aquella playa escondida la nombrarían ¨La playa de los amantes¨ en el honor de las dos personas que la descubrieron.

SAYULITA NAYARIT, MÉXICO

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