Si no lo hacía, perdería la oportunidad de conocerle. Y aunque sabía que no era correcto lo que iba a hacer, dio un paso más hacía su nueva vida.
Levantó la vista del billete que tenía entre sus manos y se echó a temblar. Ya solo quedaban unas pocas personas frente a Lena, que entregaban sus billetes para subir a un avión, con destino a Noruega.

Si subía, su relación con Edward habría terminado para siempre y sería libre para poder ser ella misma. Llevaba años pensando en separarse de él. Estaba harta de no ser ella misma, que no entendiera sus ambiciones, que no la escuchará como merecía, por no decir que estaba harta de las discusiones.
Su amiga Jess, siempre le decía que cortara la relación antes de que fuera a más, porque si habían hijos de por medio todo sería más complicado. Y Lena la entendía. Hacía poco que Jess se había separado tras un tortuoso matrimonio y dos hijos en común. No había sido fácil para ella, pero al fin podía respirar tranquila. La vida seguía siendo la misma, llevar a los niños al colegio, trabajar, preparar comidas, limpiar la casa, hacerse un café con las amigas y disfrutar de su afición, la bicicleta. Antes de eso, tenía que dar mil y una explicaciones a su marido. Si salía con las amigas, a la hora de volver le lanzaba miradas llameantes, y si quería ir con la bicicleta a la montaña estallaba en cólera. Un día, Jess, cogió el teléfono de un abogado y llamó. Y ahí se acabó todo.
— Buenos días— la azafata, tenía la mano extendida para que le entregará el billete. La miraba con cara de pocos amigos y con una sonrisa falsa grabada en su cara. Lena le entregó el billete—. Muy bien, desde NewAir esperamos que disfrute del viaje, señorita Brennan.
— Muchas gracias.
Se llevó una mano al corazón, latía con fuerza y parecía que iba a explotarle. Unos pasos más y todo habrá acabado. Cada paso era más pesado, ni siquiera escuchaba los ruidos del exterior, tan solo oía el burbujeo de la sangre que recorría su cabeza. Caminó hasta llegar al asiento que le correspondía y se dejó caer.
Había elegido ventanilla. Ya puestos a ser masocas, ¿Por qué no mirar como dejas tu vida acomodada, para iniciar una nueva? La ventanilla le devolvió su propio reflejo. Ese día apenas había dormido bien, y se veía reflejado en las ojeras que tenía. Rebuscó en el bolso y se aplicó un poco de corrector para que no se vieran.
— Creo que se ha equivocado de asiento, señorita— un joven alto, de pelo rubio y mirada atractiva, le sonreía.
Lena frunció el ceño, sacó de su bolsillo el billete y se le tensaron las facciones. Tenías tantas prisas que lo compraste mal, tonta, tonta. Esas mismas palabras las acompañó por un par de golpecitos en la frente.
— Perdone— se levantó del asiento y dibujó una sonrisa cordial—. Parece que hoy no es mi día.
El joven, la miró sin perder un ápice de su sonrisa. Y con un gesto de su mano la detuvo.
— Entonces será mejor que se siente en la ventanilla. A mi, me resulta de lo más curativo, cuando tengo que pensar.
Dicho esto se dejó caer en el asiento de al lado y sacó un libro. Lena observó la portada, Fuego y Sangre de Robb Mallhor.
—Es uno de mis autores favoritos— Lena volvió a sentarse junto a la ventanilla, un poco más ligera que la primera vez que lo había hecho—. Es una historia muy oscura e interesante.
El joven, levantó la vista y volvió a sonreírle.
— Además de ser preciosa, es usted una mujer que sabe escoger bien.
Lena notó como le subían los colores a las mejillas y apartó la vista de inmediato. Cerró los ojos y se dejó llevar por el run run del despegue.
—¿No cree en las casualidades?
Abrió los ojos y giró la cabeza para encararle.
— Creo en que las cosas pasan porque tienen que pasar.
Dicho esto, volvió a cerrar los ojos. Notó como una mano se posaba en la de ella y un susurro en su oreja, hizo que el corazón se le desbocara.
— Entonces confiemos en que el destino nos ha puesto en este lugar con alguna intención —la fragancia a jazmín del joven le envolvió los sentidos—. Cuando despeguemos estaremos muy lejos de lo que os preocupa, señorita Brennan.

El viaje hacia su nueva vida, acababa de empezar.

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