Estoy segura que viajar es libertad, y allí coincidimos. Una libertad que disfrutamos juntos y de la mano, tan solo con hacer la maleta.

Nuestros planes son incontables, nuestras ganas no son medibles, y nuestra imaginación no tiene ningún límite. En un día cualquiera yo te escribo contándote de un sitio y al momento tú me respondes con un hospedaje que has visto, justo allí, en el lugar de nuestros sueños. Esta manera de ver el mundo se repite cada vez que tenemos una oportunidad para evadirnos, para pensar que podemos hacerlo y que alcanzaremos todos los destinos que podemos imaginar.

Planear es parte de nuestra felicidad, hacer ese recorrido que tanto hemos esperado y que siempre hemos querido, nunca es duro… sin importar los retrasos en los vuelos, los horarios al revés, no nos importa, solo somos felicidad cuando viajamos.

Un día sin ver un destino nuevo es un día perdido, en un momento podemos hacer un guiño al mar, a la montaña, a los grandes monumentos o a un lugar paradisíaco en el medio de la nada. Solo en cinco minutos podemos estar al otro lado del mundo si queremos, y no hay nada mejor que eso para nosotros.

¿Desde cuándo somos así? ¿Cómo en este universo tan grande logramos encontrarnos? Porque no siempre es fácil, hay quienes pasan la vida soñando con ir a un sitio que al otro no le interesa para nada o simplemente hay quienes viven una vida entera sin moverse, sin conocer, sin experimentar… ¿Cómo lo hacen? No me lo puedo ni imaginar.

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